Invirtiendo en otros (Santiago 4:1-12)

Comentario Bíblico / Producido por el Proyecto de la Teología del trabajo

Aunque usa la metáfora del adulterio, Santiago está hablando de la ambición personal en general. En el trabajo, una tentación es usar a otros como peldaños para conseguir nuestro propio éxito. Cuando nos robamos el crédito del trabajo de un subordinado o un compañero, cuando ocultamos información de un rival para un ascenso, cuando culpamos a alguien que no está presente con el fin de defendernos a nosotros mismos o cuando nos aprovechamos de alguien que está en una situación difícil, somos culpables de ambición personal. Santiago tiene razón al decir que esta es una de las fuentes principales de los altercados. Irónicamente, la ambición personal puede impedir el éxito en vez de estimularlo. Entre más alta sea nuestra posición en una organización, más dependemos de otros para lograr el éxito. Puede ser tan simple como delegarle trabajo a los subordinados, o tan complejo como coordinar un equipo que trabaja en un proyecto internacional. Entonces, si nuestra reputación es que pasamos por encima de los demás para avanzar, ¿cómo podemos esperar que otros confíen y sigan nuestro liderazgo?

La solución está basada en someterse a Dios, que creó a todas las personas a Su imagen (Gn 1:27) y envió a Su Hijo a morir por todos (2Co 5:14). Nos sometemos a Dios cada vez que ponemos nuestra ambición al servicio de otros por encima de nosotros mismos. ¿Queremos alcanzar una posición de autoridad y excelencia? Entonces debemos comenzar ayudando a otros trabajadores a que tengan más autoridad y excelencia. ¿El éxito es una de nuestras motivaciones? Debemos invertir en el éxito de los que están a nuestro alrededor. Irónicamente, invertir en el éxito de otros también podría ser lo mejor que podemos hacer por nosotros mismos. De acuerdo con los economistas Elizabeth Dunn de la Universidad de British Columbia y Michael Norton de la Escuela de negocios de Harvard, invertir en otras personas nos hace más felices que gastar dinero en nosotros mismos.[1]

Elizabeth Dunn y Michael Norton, Happy Money: The Science of Smarter Spending [Dinero feliz: la ciencia del gasto inteligente] (Nueva York: Simon & Schuster, 2013).