Equilibrio en los ritmos de descanso y trabajo: Panorama

Artículo / Producido por el Proyecto de la Teología del trabajo

Introducción: Descanso y trabajo

Los seres humanos necesitan un ritmo de trabajo y descanso con el fin de vivir conforme al potencial que Dios les ha dado. Así como Dios les da a las personas un trabajo importante que hacer, él también les pide que descansen periódicamente de su labor. El trabajo le da a cada individuo la oportunidad de asociarse con Dios en los objetivos de él para la creación, mientras que el descanso permite que esa persona entre en comunión con Dios en el disfrute de la creación. Idealmente, todas las personas trabajarían y descansarían en una cómoda alternancia, dejando a la humanidad físicamente saludable, mentalmente estimulada, y espiritualmente satisfecha.

Lamentablemente, para mucha gente esto rara vez sucede. Muchos descuidan el descanso o no tienen la oportunidad de descansar, debido a los ritmos de sus vidas. Con el vertiginoso avance de la tecnología, las personas pueden trabajar en cualquier lugar y momento. En 2014, The Economist informó que el 60% de las personas que usan teléfonos inteligentes están conectados con sus oficinas por 13,5 horas o más al día1. Muchas personas han dejado de intentar equilibrar el trabajo y el descanso2. Otros ven que todo su tiempo se consume en la necesidad de ganar un salario, cuidar a los hijos o padres ancianos (o ambos), y satisfacer las necesidades de otros o sus expectativas respecto a ellos. Extenuados, les resulta cada vez más difícil experimentar el tipo de descanso restaurador y humanizador que necesitan.

A la inversa, algunas personas tienen insuficiente trabajo, ya sea por falta de un empleo a tiempo completo o por sentirse desconectados de sus empleos. A algunos les falta la motivación para trabajar o no han desarrollado hábitos necesarios para el trabajo. Los cambios estructurales en el mercado laboral en el último medio siglo han disminuido las oportunidades laborales para quienes no tienen acceso a la educación superior3. E incluso quienes trabajan a tiempo completo pueden sufrir una falta de compromiso productivo. Si un trabajador o trabajadora siente que su trabajo no es valorado, evaluado o apreciado, esa persona tendrá dificultad con mostrar responsabilidad sobre la tarea que tiene delante4. Si no está preparado para trabajar de manera productiva, es improbable que haya resultados exitosos. La consecuencia será una falta de motivación que consumirá su vida5.

Cuando a la gente le falta descanso, sufre en el ámbito físico, mental, emocional y espiritual. El agotamiento físico y mental a menudo puede causar volatilidad emocional, pues un individuo con descanso deficiente se irrita o se pone ansioso fácilmente. Esta falta de descanso puede escalar hacia problemas más grandes. Las relaciones se tensan. Con el tiempo, la vida espiritual de la persona —una conexión con Dios y el sentido y alegría más profundos de la vida— también disminuye.

Las investigaciones corroboran el espiral de consecuencias del descanso deficiente. Primero, la falta de descanso puede comprometer la salud y la calidad del trabajo. Cargas laborales pesadas y largas horas son una significativa fuente de estrés en el lugar de trabajo. Según una encuesta de la American Psychological Association, más de un tercio (36%) de los trabajadores experimentan estrés laboral crónico, el cual puede conducir a la ansiedad, el insomnio, dolor muscular, aumento de la presión sanguínea, así como la disminución del sistema inmunológico. Esta clase de estrés también puede aumentar las posibilidades de enfermedad cardíaca, diabetes, y depresión6. Además, la extenuación reduce la habilidad de la persona para manejar relaciones interpersonales. Los estudios muestran que, cuando alguien está cansado, malinterpreta las señales sociales de las demás personas. Una persona cansada proyectará motivaciones negativas en los demás, y le resultará difícil resistirse a responder con ataques verbales7. Finalmente, la falta de descanso tiene implicaciones espirituales. Dios creó tanto el trabajo como el descanso, y el descuido en estas áreas puede alejar de él a las personas.

Tanto a quienes están sobrecargados de trabajo como a quienes tienen insuficiente trabajo puede resultarles difícil conectarse con Dios en un ritmo de trabajo y descanso.

No obstante, por la gracia de Dios, todavía es posible integrar el descanso y el trabajo al patrón de vida que Dios pretende. Este estudio analizará las razones de por qué y cómo hacerlo.

Desde las primeras páginas de la Biblia, tanto el trabajo como el descanso son temas sorprendentemente significativos. En el primer capítulo de Génesis, Dios crea todas las cosas, pero a pesar de su infinito poder y perfección, Dios se toma un tiempo de descanso. Este estudio temático seguirá el tema del descanso en la Escritura a través de cuatro asuntos principales: 1) por qué las personas necesitan descansar, 2) por qué las personas no pueden descansar, 3) cómo es restaurado el descanso, y 4) cómo las personas pueden descansar con fe.

«Why is everyone so busy?», The Economist, 20 de diciembre 2014, http://www.economist.com/news/christmas-specials/21636612-time-poverty-problem-partly-perception-and-partly-distribution-why

Marsh, Nigel. «How to make work-life balance work», https://www.ted.com/talks/nigel_marsh_how_to_make_work_life_balance_work (publicado en febrero de 2011).

«Why is everyone so busy?», The Economist, 20 de diciembre de 2014, http://www.economist.com/news/christmas-specials/21636612-time-poverty-problem-partly-perception-and-partly-distribution-why

Patrick Lencioni, The Three Signs of a Miserable Job: A Fable for Managers (And Their Employees) (San Francisco: Jossey Bass, 2007).

Alistair Mackenzie y Wayne Kirkland, Where’s God on Monday? (Peabody, MA: Hendrickson Publishers, 2015), 98.

Stephanie Overman, «Stressed at work? How to move up or out» fortune.com, 22 de marzo de 2011, http://management.fortune.cnn.com/2011/03/22/stressed-at-work-how-to-move-up-or-out/

Ron Friedman, «Working Too Hard Makes Leading More Difficult», hbr.org, 30 de diciembre de 2014, https://hbr.org/2014/12/working-too-hard-makes-leading-more-difficult

Creados para descansar: Entrar en una gozosa comunión con Dios

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Y en el séptimo día completó Dios la obra que había hecho, y reposó en el día séptimo de toda la obra que había hecho. Y bendijo Dios el séptimo día y lo santificó, porque en él reposó de toda la obra que Él había creado y hecho (Génesis 2:2-3).

El séptimo día es lo primero que se santifica en la Escritura, lo primero que adquiere ese estatus especial que propiamente le pertenece solo a Dios. De esta forma, Génesis enfatiza la sacralidad del sabbat. —Bruce Waltke8

Después de seis días de creación, Dios mira las obras de sus manos y declara que es «muy bueno» (Gn 1:31). Pero no es sino hasta el séptimo día que Dios llama «santo» a algo, el día de descanso que él intercala en el tiempo y espacio de la creación. El día de descanso recibe la atribución de santidad, que es la esencia misma del carácter de Dios. Los dos breves versículos de Génesis 2:2-3 enfatizan tres veces que Dios descansó.

Hoy mucha gente concibe el descanso como algo que tienen que hacer a fin de poder trabajar. Si les dieran a elegir, algunos preferirían un cuerpo que no necesitara descanso. En la sociedad moderna, se suele percibir el descanso como lo opuesto a la productividad. El descanso es una necesidad funcional que sirve al fin superior del trabajo, desprovisto de un sentido o significación superior. ¿Es bíblicamente precisa esta visión del descanso y el trabajo?

En Génesis 2, Dios tanto trabaja como descansa. Dios, en su omnipotencia, claramente no necesita descanso por razones de cansancio o extenuación física. Él no necesita descansar para poder volverse más productivo, puesto que ya lo ha creado todo. Así que claramente el descanso entraña algo más que conservar energía para la línea de producción.

También es interesante que la primera cosa en toda la creación que es santificada no es una persona, ni siquiera un objeto, sino más bien un día. ¿Cuál es, entonces, el significado del descanso para Dios, y por qué él santifica este día? Génesis 2 no dice por qué Dios santifica el séptimo día, simplemente dice que lo santifica. Por lo tanto, conviene volverse al concepto del sabbat según como se desarrolla a lo largo de la Biblia. Es sorprendente que el sabbat no vuelve a aparecer sino en Éxodo 16:23-29, cuando Israel deambula en el desierto después de ser libertados de Egipto. La siguiente mención significativa del sabbat ocurre en la entrega de los Diez Mandamientos en Éxodo 20:8-11. El cuarto mandamiento de recordar el sábado y consagrarlo se fundamenta en el patrón de Dios de trabajar seis días y descansar el séptimo, vinculando explícitamente la creación y la observancia del sábado, porque «en seis días hizo el Señor los cielos y la tierra, el mar y todo lo que en ellos hay, y reposó en el séptimo día» (Éxodo 20:11). A Israel se le manda descansar porque Dios descansa en la creación.

Es importante señalar que la santidad del descanso de ninguna manera desvaloriza la importancia o dignidad del trabajo. Antes bien, estos capítulos iniciales de Génesis establecen un patrón de trabajo y descanso; hacer una cosa sin la otra es una desviación del orden creado de Dios. De hecho, el cuarto mandamiento combina un mandato tanto de trabajar como de descansar: «Seis días trabajarás y harás toda tu obra». Dios afirma la bondad del trabajo y la sacralidad del descanso, con ambos bellamente entrelazados. El cuarto mandamiento según como se da en Deuteronomio respalda el ritmo de trabajo y descanso con un argumento diferente: por causa de la liberación de Dios a su pueblo desde Egipto. «Y acuérdate que fuiste esclavo en la tierra de Egipto, y que el Señor tu Dios te sacó de allí con mano fuerte y brazo extendido; por lo tanto, el Señor tu Dios te ha ordenado que guardes el día de reposo» (Deuteronomio 5:13-15). Las personas deben trabajar y descansar como Dios instruye por causa de su modelo en la creación y su modelo en la redención.

Éxodo 31:16-17 provee apreciaciones aún más profundas: «Los hijos de Israel guardarán, pues, el día de reposo, celebrándolo por todas sus generaciones como pacto perpetuo. Es una señal entre yo y los hijos de Israel para siempre; pues en seis días el Señor hizo los cielos y la tierra, y en el séptimo día cesó de trabajar y reposó». Dos importantes descubrimientos surgen de este pasaje. Primero, el sabbat funciona como una señal que apunta al «pacto» entre Dios e Israel. Este pacto encarna la relación privilegiada que disfruta Israel con Dios, la cual comienza con el patriarca Abraham. El estudioso del Antiguo Testamento John Durham escribe en su comentario: «La razón por la que se debe guardar el sábado es que Yahvé lo ha mandado como una señal del pacto a perpetuidad entre él e Israel, el pacto por el cual Israel ha respondido al don de la presencia de Yahvé»9. En otras palabras, guardar el sábado es una manera de vivir la especial relación que el pueblo de Dios disfruta con Dios. Segundo, el sabbat es un día cuando Dios mismo «reposa» y quiere que su pueblo experimente el mismo reposo. Por lo tanto, el sabbat establece el deseo de Dios de estar en una relación íntima con su pueblo. Dios le ofrece a su pueblo un reposo semanal mediante la comunión con él y con su creación.

En Ezequiel 20:12 surge mayor evidencia de este aspecto relacional del sabbat: «También les di mis días de reposo por señal entre ellos y yo, para que supieran que yo soy el Señor, el que los santifica». Según este versículo, Dios le da a Israel «sus días de reposo» (el descanso que le pertenece a él, como una señal relacional entre Dios y su pueblo) para que ellos pudieran saber quién es él, como también conocer los efectos santificadores de relacionarse con él. El estudioso del Antiguo Testamento Bruce Waltke corrobora este énfasis relacional: «El sabbat es la señal de que el Creador ha separado a Israel para una relación de pacto especial con él»10. La señal no es arbitraria, como un tatuaje o un gesto secreto. Antes bien, la señal del sabbat es una participación real con Dios en el deleite de descansar en la propia creación de Dios. Dios escoge no estar distante de su creación. Más bien elige tener comunión íntima con su pueblo y con su creación mediante la participación en su descanso sabático.

El Nuevo Testamento extiende tanto la instrucción de entrar en el descanso de Dios como la posibilidad de hacerlo. Hebreos 4 alienta a los seguidores de Jesús a descansar: «Por tanto, temamos, no sea que permaneciendo aún la promesa de entrar en su reposo, alguno de vosotros parezca no haberlo alcanzado» (Hebreos 4:1). Según Hebreos, los antiguos israelitas no reciben la oferta de descanso de Dios porque son desobedientes a él. Pero los seguidores de Jesús reciben buenas noticias acerca del descanso que Dios promete desde el principio. Gracias al sacrificio de Cristo, los creyentes son capaces de aceptar el ofrecimiento de descanso de Dios independientemente de quiénes son o dónde viven. «Queda, por tanto, un reposo sagrado para el pueblo de Dios. Pues el que ha entrado a su reposo, él mismo ha reposado de sus obras, como Dios reposó de las suyas. Por tanto, esforcémonos por entrar en ese reposo, no sea que alguno caiga siguiendo el mismo ejemplo de desobediencia» (Heb 4:9-11).

Estos textos expresan una significación más profunda del descanso, comunicada por esta noción de «reposo» o sabbat. El descanso es mucho más que recuperarse de una semana ajetreada y agotadora. Es la afirmación de una relación especial que las personas tienen con Dios. El descanso es un privilegio concedido por gracia por un Dios que desea que su creación se deleite en el reposo que él disfruta. El sabbat es santo porque es un día que le pertenece a Dios y él decide por gracia compartirse a sí mismo con su creación. Él es un Dios generoso que se goza en el deleite de su pueblo. El descanso comunica el carácter de un Dios santo que se complace en el acto de la creación (Proverbios 8:30-31) y desea tener comunión con ella. El descanso es la generosa realización del deseo de Dios de tener una íntima y gozosa relación con la humanidad y la creación.

En suma, Dios santifica el séptimo día en la creación para separarlo de los demás días como día de descanso. Dios no necesita descansar, pero, con todo, el descanso le parece renovador. Dios descansa para que su pueblo pueda participar de su reposo. Además, su descanso del trabajo fomenta su relación con su pueblo. La gente se deleita en la «muy buena» creación de Dios, sobre la cual se pretende que el trabajo humano se sustente.

En los dos primeros capítulos de Génesis, Dios trabaja y asimismo descansa. Dios también crea personas para que sean similares a él: « Y dijo Dios: “Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y ejerza dominio sobre los peces del mar, sobre las aves del cielo, sobre los ganados, sobre toda la tierra, y sobre todo reptil que se arrastra sobre la tierra» (Génesis 1:26). Dios crea personas con una labor en mente: responsabilidad sobre la creación. Tanto el hecho de que las personas son creadas a imagen de Dios como la inmensidad de la tarea que les confía demuestran que Dios pretende que su pueblo sean personas trabajadoras. Asimismo, él pretende que su pueblo sean personas que descansan, según el patrón que él ejemplifica en el séptimo día de la creación (Génesis 2:2). La doble invitación de Dios a trabajar y descansar sirve como validación del especial vínculo entre Dios, la humanidad y la creación.

Gordon J. Wenham, vol. 1, Word Biblical Commentary: Genesis 1-15, Word Biblical Commentary (Dallas: Word, Incorporated, 2002), 36.

John I. Durham, Word Biblical Commentary Vol. 3, Exodus (Thomas Nelson, 1987), 413.

Bruce K. Waltke y Cathi J. Fredricks, Genesis: A Commentary (Zondervan, 2001), 72.

Mandados a descansar: El impacto de la caída

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Si el descanso es una fuente de renovación y un medio para una mejor relación con Dios y con las demás personas, ¿por qué la gente no lo practica? La respuesta comienza con la caída de la humanidad.

Entonces [Dios] dijo a Adán: «Por cuanto has escuchado la voz de tu mujer y has comido del árbol del cual te ordené, diciendo: “No comerás de él”, maldita será la tierra por tu causa; con trabajo comerás de ella todos los días de tu vida. Espinos y abrojos te producirá, y comerás de las plantas del campo. Con el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella fuiste tomado; pues polvo eres, y al polvo volverás» (Genesis 3:17-19).

La desobediencia de Adán y Eva rompe la íntima comunión que se pretendía que tuvieran con Dios, y se separan de su Creador. El impacto de la rebelión de la humanidad es devastador para todos los aspectos de la creación, incluidos tanto el trabajo como el descanso. La intención original del trabajo era ser una ennoblecedora asociación con Dios, pero a causa del pecado del hombre Dios maldice la tierra, y el trabajo se vuelve difícil y penoso. La intención del descanso era similarmente ser una afirmación ennoblecedora de la comunión íntima de la humanidad con Dios, pero debido al abismo que el pecado crea entre Dios y las personas, el descanso se distorsiona profundamente. Después de la caída, el descanso se vuelve un antídoto necesario para el rigor del trabajo, pero el descanso es evasivo porque la perfecta relación de la humanidad con Dios está rota.

Aquí es importante clarificar que el trabajo como tal no es una maldición; más bien la tierra es maldecida, lo que ocasiona mayor dolor, frustración y dificultad asociados con el trabajo. El trabajo aún es noble y aún trae alegría, pero a causa del pecado también está asediado por escollos y dificultades. La caída hace que el trabajo sea extenuante, y el significado más profundo del descanso establecido en la creación resulta ensombrecido por la necesidad física de descanso de las personas. En un mundo fracturado, las personas descansan meramente para sobrevivir, para recargarse a fin de realizar más trabajo agobiante.

A pesar de la fractura ocasionada en el mundo a causa del pecado humano, el objetivo de Dios es restaurar para su pueblo un santo ritmo de trabajo y descanso. Él hace esto, primero, dándoles a los israelitas mandamientos específicos respecto al trabajo y el descanso. Luego Dios expande el alcance y posibilidad de ambos, descanso y trabajo, mediante la vida y el sacrificio de Jesús.

Dios establece directrices restauradoras en la ley del Antiguo Testamento. Los más conocidos de estos mandatos son los Diez Mandamientos dados a Moisés en el Monte Sinaí después que Israel es liberado de la esclavitud en Egipto. Entre estos Diez Mandamientos, Dios incluye el del descanso:

Acuérdate del día de reposo para santificarlo. Seis días trabajarás y harás toda tu obra, mas el séptimo día es día de reposo para el Señor tu Dios; no harás en él obra alguna, tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu sierva, ni tu ganado, ni el extranjero que está contigo. Porque en seis días hizo el Señor los cielos y la tierra, el mar y todo lo que en ellos hay, y reposó en el séptimo día; por tanto, el Señor bendijo el día de reposo y lo santificó (Éxodo 20:8-11).

Dios manda a Israel que honre el sábado y lo consagre, descansando del trabajo que define los otros seis días. Este descanso incluye a toda la familia, sirvientes y animales, de modo que todos puedan «recobrar sus fuerzas» (Éx 23:12). Dios concluye este mandato con un recordatorio de que él también descansó el séptimo día tras los seis días de creación. Es como decir que la observancia de un ritmo de trabajo y descanso mandatado podría restaurar parte de la utópica armonía que los seres humanos han perdido después de la caída.

Dado que la vida fuera del Edén es extremadamente dura para los humanos en su trabajo, Dios también instituye otros ciclos de descanso en el calendario anual de Israel. Hay festivales estacionales y festividades dados por Dios en Levítico 23, incluida la fiesta de la Pascua, una fiesta de la cosecha, un día de expiación, y un día de descanso que lo precede por una semana (hoy conocidos como Yom Kippur y Rosh Hashaná, respectivamente), así como la fiesta de las enramadas (hoy conocida como Sucot). En cada uno de estos festivales Dios manda a los israelitas a detener su trabajo regular y observar un descanso. Dios también manda a los Israelitas a realizar acciones específicas en cada día de festival, lo cual puede servir para ayudar al pueblo a conectarse mejor con Dios. El siguiente es uno de tales ejemplos de un mandato de descansar y realizar un ritual de conexión (en este caso en Rosh Hashaná):

Otra vez el Señor habló a Moisés, diciendo: «Habla a los hijos de Israel y diles: “En el séptimo mes, el primer día del mes, tendréis día de reposo, un memorial al son de trompetas, una santa convocación. No haréis ningún trabajo servil, pero presentaréis una ofrenda encendida al Señor”» (Levítico 23:23-25).

En este festival, Dios manda al pueblo a descansar de sus ocupaciones normales, y más bien realizar acciones que les recuerden que Dios es el proveedor último tanto de su trabajo como de su descanso. En el caso de este festival en particular, se manda a los israelitas a tocar las trompetas y devolverle a Dios algunas de sus ganancias a modo de sacrificio.

Un patrón anual de descanso es relevante incluso desde una perspectiva moderna de los negocios. El juez Louis Brandeis, quien se sentó en la Corte Suprema de Estados Unidos entre 1916 y 1939, una vez se tomó unas breves vacaciones justo antes de iniciar un importante juicio. Recibió críticas por esta decisión, pero Brandeis entregó una convincente defensa: «Necesito descanso. Encuentro que puedo hacer el trabajo de un año en once meses, pero no puedo hacerlo en doce»11. Muchos piensan que sus empleos son demasiado abarcadores para permitirles hacer una pausa durante el año, pero si un alto juez de Estados Unidos puede hacerlo, entonces los demás probablemente también puedan.

Dios también manda a los israelitas a observar patrones de descanso extendido cada siete (Éxodo 23, Levítico 25:1-7) y cada cuarenta y nueve años (Levítico 25:8-55). Puesto que la tierra está maldecida debido a los efectos de la caída, estos periodos extendidos de descanso le otorgan tiempo a la tierra para recuperarse.

En el Antiguo Testamento, estos ciclos de descanso semanal, anual, cada siete y cada cuarenta y nueve años cumplen dos funciones. La primera es darles tanto al pueblo como a la tierra un descanso físico de la dureza y la frustración del trabajo. La segunda razón para estos descansos rítmicos es invitar a las personas a tener comunión con Dios en adoración, satisfaciendo una mayor necesidad que solo la de sus cuerpos físicos. El pueblo de Dios necesita un descanso físico, sí, pero también un descanso espiritual, un descanso de la inestabilidad, ansiedad e inseguridad que causa la amenaza de una invasión enemiga. Dios instituye estos ciclos de descanso de modo que su pueblo pueda apartar tiempo para adorarlo y redescubrir su amor y fidelidad del pacto hacia ellos. Durante este tiempo de adoración, se le recuerda a Israel que Dios mismo es su descanso: «Mi presencia irá contigo, y yo te daré descanso» (Éxodo 33:14). Cuando Israel se vuelve a Dios en confianza y obediencia, esta promesa de descanso se lleva a cabo mediante la protección y bendición divinas. Más tarde Israel logra la victoria sobre sus enemigos en batalla y obtiene la posesión de la Tierra Prometida:

Y el Señor les dio reposo en derredor, conforme a todo lo que había jurado a sus padres; y ninguno de sus enemigos pudo hacerles frente; el Señor entregó a todos sus enemigos en sus manos. No faltó ni una palabra de las buenas promesas que el Señor había hecho a la casa de Israel; todas se cumplieron (Josué 21:44-45).

A lo largo de la Biblia, hay numerosos ejemplos del descanso que Dios le concede a su pueblo, un descanso que va más allá del simple descanso físico. Dios brinda descanso de la guerra (Josué 11:23, Josué 14:15; 1 Reyes 5:4; 1 Crónicas 22:9; Salmo 46:9-10; Proverbios 1:33; Isaías 14:3), del conflicto social (2 Corintios 13:11, Eclesiastés 10:4; 1 Corintios 1:10; 1 Tesalonicenses 4:11; Hebreos 12:14; Santiago 3:17-18; 1 Pedro 3:8), del temor (Marcos 4:37-38; Mateo 8:24-25; Lucas 8:23-24; Génesis 32:11; Salmos 127:2; Miqueas 4:4; Mateo 6:31; Lucas 12:29), y de la ansiedad (1 Pedro 5:7; Mateo 6:25; Filipenses 4:6). Su presencia provee seguridad (Deuteronomio 33:12; Proverbios 19:23) y paz en medio de la muerte (Deuteronomio 31:16; Job 3:13-17; Apocalipsis 14:13).

Este descanso más profundo se puede describir como un descanso espiritual, un descanso que proviene de estar en comunión con Dios. El estudioso judío Abraham Heschel describe este profundo descanso como menuha. Según Heschel, «menuha vino a la existencia en el sabbat y se puede describir como tranquilidad, serenidad, paz y reposo. Menuha es el estado en el que no hay conflicto ni lucha, ni temor ni desconfianza»12.

Heschel comunica bellamente lo que la humanidad perdió en la caída. Además de los aspectos físicos del descanso, existe una necesidad espiritual que todos los humanos poseen: este anhelo de menuha o la seguridad de que todo está bien. El problema es que muchas personas recurren a todas las cosas equivocadas para que les provean este descanso espiritual profundo, con el resultado de un desasosiego aumentado.

Esta es la situación que hoy asedia a muchos. Tal vez la gente no está consciente de la necesidad del descanso tanto físico como espiritual. El descanso físico sin descanso espiritual no es satisfactorio; tampoco el descanso espiritual sin descanso físico es restaurador. Honrar el sabbat no significa involucrarse en frivolidad que insensibiliza el alma ni es tener una austera comunión con Dios. Consagrar el sabbat significa reconocer que el mundo está deshecho después de la caída y acudir a Dios para que enmiende tanto los cuerpos deshechos como las esperanzas desorientadas.

«The High Calling», audio del discurso de Howard E. Butt, Jr., 1 de enero de 2008.

Abraham Joshua Heschel, The Sabbath (Farrar Straus Giroux, 2005), 23.

Por qué la gente no puede descansar: La naturaleza humana revelada en la Escritura hebrea

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El relato bíblico de trabajo y descanso es una historia rica y algo complicada. Se pretende que el trabajo sea una ennoblecedora asociación con Dios, y que el descanso sea una invitación a disfrutar de una relación íntima con él. La caída dificulta el trabajo, y crea una desesperada necesidad de que las personas experimenten descanso tanto físico como espiritual. Pero a la gente suele costarle descansar. El siguiente pasaje de la Escritura ilumina por qué ocurre esto.

Y sucedió que el séptimo día, algunos del pueblo salieron a recoger [maná], pero no encontraron nada. Entonces el Señor dijo a Moisés: «¿Hasta cuándo os negaréis a guardar mis mandamientos y mis leyes? Mirad que el Señor os ha dado el día de reposo; por eso el sexto día os da pan para dos días. Quédese cada uno en su lugar, y que nadie salga de su lugar el séptimo día». Y el pueblo reposó el séptimo día (Éxodo 16:27-30).

Este pasaje llega inmediatamente después que Dios rescata dramáticamente a Israel de Egipto. Mediante asombrosas demostraciones de fuerza y poder, Dios muestra su fidelidad a Israel y los liberta de las cadenas de esclavitud. A medida que viajan hacia la Tierra Prometida, Dios sigue proveyendo para todas las necesidades de ellos, incluyendo alimento en forma de esta sustancia desconocida, el maná. Él les instruye específicamente que recolecten maná suficiente para cada día, pero no más que la necesidad del día, con excepción del sexto día cuando se les manda recolectar suficiente para dos días, para que puedan descansar del trabajo en el sábado (Éxodo 16:4-5).

Las instrucciones de Dios son claras. Recojan comida suficiente para cada día —ni más ni menos— y Dios será fiel para proveer para cada día. Después de experimentar el dramático y milagroso éxodo de Egipto, los israelitas no deberían concebir razón alguna para creer que Dios no proveería para sus necesidades. Sin embargo, en Israel todavía hay algunos que salen el séptimo día a recolectar maná. ¿Acaso simplemente se olvidan que es el sabbat? No, el punto explícito de las instrucciones de Dios es probar si Israel confía y obedece: «Entonces el Señor dijo a Moisés: “He aquí, haré llover pan del cielo para vosotros; y el pueblo saldrá y recogerá diariamente la porción de cada día, para ponerlos a prueba si andan o no en mi ley”» (Éxodo 16:4). Dios reconoce el problema más profundo en los corazones de su pueblo: ellos no descansan en sábado porque sus corazones no confían en la provisión de Dios. Asimismo, la gente de hoy que no confía en Dios no podrá permitirle que restaure su relación con él y con las demás personas, relación que está fracturada a consecuencia de la caída.

Si la desconfianza es una razón por la que las personas trabajan en exceso, otra es la insatisfacción. El autor de Eclesiastés observa que algunas personas trabajan constantemente porque ni su trabajo, ni los frutos de su labor, ni el placer les brindan satisfacción.

Entonces yo me volví y observé la vanidad bajo el sol: Había un hombre solo, sin sucesor, que no tenía hijo ni hermano, sin embargo, no había fin a todo su trabajo. En verdad, sus ojos no se saciaban de las riquezas, y nunca se preguntó: «¿Para quién trabajo yo y privo a mi vida del placer?». También esto es vanidad y tarea penosa. Más valen dos que uno solo, pues tienen mejor remuneración por su trabajo (Eclesiastés 4:7-9).

La gente acaba en la «tarea penosa» de trabajar para aliviar la insatisfacción con sus vidas, su pérdida de relación con Dios y con las personas, sus temores de no tener las cosas que necesitan, y su incapacidad de hallar placer en algo. Pero el trabajo obsesivo solo vuelve a las personas más intranquilas y desdichadas.

Dado que la negativa a descansar en el sabbat se interpone en el camino del plan de Dios de restaurar el mundo de los efectos de la caída, es una ofensa muy grave en el Antiguo Testamento.

En aquellos días vi en Judá a algunos que pisaban los lagares en el día de reposo, y traían haces de trigo y los cargaban en asnos, y también vino, uvas, higos y toda clase de carga, y los traían a Jerusalén en el día de reposo. Y les amonesté por el día en que vendían los víveres. También habitaban allí, en Jerusalén, tirios, que importaban pescado y toda clase de mercancías, y los vendían a los hijos de Judá en el día de reposo. Entonces reprendí a los nobles de Judá, y les dije: «¿Qué acción tan mala es esta que cometéis profanando el día de reposo? ¿No hicieron lo mismo vuestros padres, y nuestro Dios trajo sobre nosotros y sobre esta ciudad toda esta aflicción? Vosotros, pues, aumentáis su furor contra Israel al profanar el día de reposo» (Nehemías 13:18; énfasis añadido).

Cuando Dios le da a Israel el sabbat, les da un pedazo del Huerto del Edén. Así que cuando el pueblo de Dios rechaza el sabbat, esto «aumenta su furor contra Israel» sometiéndolos a los efectos de la caída por segunda vez.

El mandamiento de descansar y los desafíos de cumplir ese mandamiento no son específicos de Israel. La lucha también es real en tiempos modernos. El descanso es tan necesario como siempre. Sigue siendo el patrón que Dios ofrece para las personas hechas a su imagen. Las razones por las que la gente no puede descansar hoy son las mismas también. O las personas no pueden descansar porque todavía están esclavizadas por fuerzas externas, como era Israel en la tierra de Egipto, o bien, al igual que los israelitas en el desierto, las personas eligen no descansar porque no confían en Dios. Cristo hace posible que los creyentes descansen, pero el descanso todavía dista de ser perfecto.

Al igual que los israelitas esclavizados, muchos en el pueblo de Dios de hoy carecen de las necesidades básicas, aun el alimento y el agua para sobrevivir. El mundo está tan deshecho por el pecado que la promesa de Dios de provisión no siempre se cumple en esta vida. No sería una buena noticia imponer una carga indebida sobre las personas en duras circunstancias mandándoles que se tomen un día libre del trabajo cuando tal descanso es imposible. El propósito del sabbat es ser una liberación para las personas, no una carga añadida. Jesús lleva a cabo un trabajo para liberar a las personas en necesidad en el sábado y enseña que «el día de reposo se hizo para el hombre, y no el hombre para el día de reposo» (Marcos 2:27). Cristo les concede a las personas la libertad de descansar, no una tarea imposible de cumplir.

Dios finalmente liberta a los israelitas de la esclavitud y los introduce en la Tierra Prometida. De modo similar, Jesús no muestra otra cosa que compasión por los que están en angustia, sanando en sábado y explicando lo siguiente: «¿Qué hombre habrá de vosotros que tenga una sola oveja, si esta se le cae en un hoyo en día de reposo, no le echa mano y la saca? Pues, ¡cuánto más vale un hombre que una oveja! Por tanto, es lícito hacer bien en el día de reposo» (Mateo 12:11-12). Por tanto, para las personas que actualmente están esclavizadas ya sea literalmente o por necesidad económica, no hay regla que permita que alguien los juzgue por sus prácticas en el sabbat. Antes bien, todos los cristianos harían bien en asociarse con Dios en su continua labor de liberar a los oprimidos.

Otras personas actúan de la manera rebelde que los israelitas adoptaron en el desierto de Sinaí. En lugar de creer que Dios proveerá para sus necesidades cada día, estas personas asumen la carga de obtener lo que creen que necesitan. Muchas personas preferirían confiar en sus propias acciones antes que confiar en un Dios que promete proveer para todas las necesidades de su pueblo pero permanece invisible. El problema más profundo que conduce a la incapacidad de descansar es esta falta de confianza en Dios a pesar de que él ha demostrado su amor y fidelidad. Es esta negativa a confiar en Dios lo que lleva a la gente a perder el descanso que necesitan con tanta urgencia.

¿Por qué es tan difícil el descanso? Algunas personas responden: «Me siento culpable por no estar trabajando». «Tengo miedo de que otras personas se adelanten». Si no sigo trabajando perderé mi empleo». «Mis colegas me van a juzgar». «No me van a ascender». «Mi compañía se arruinará si no trabajo». «La gente pensará que soy perezoso». O «para no sentirme ansioso». Algunos incluso responden: «Me encanta lo que hago y disfruto el trabajo». Esta lista puede ser interminable, y muchas de estas razones no necesariamente son malas. No tiene nada de malo querer trabajar arduamente para proveer para una familia o mantener un empleo, tal como no tiene nada inherentemente malo trabajar arduamente para tener éxito o porque produce una satisfacción intrínseca. Todos estos son propósitos de Dios para el trabajo. El problema surge cuando en estos buenos deseos subyace el deseo de ser dios antes que confiar en el Dios real.

Cuando las personas hoy tienen tiempo para descansar y no obstante rehúsan obedecer el mandato de Dios, están haciendo exactamente lo que hicieron los israelitas en el desierto. No creen que Dios proveerá para sus necesidades. Más bien confían en la autosuficiencia, y sin darse cuenta le roban a Dios su trabajo. En fútiles y tontos intentos de ser dios, la gente se pierde la gracia que Dios promete. Como señaló Agustín, el corazón de las personas se mantiene inquieto mientras no descanse en Dios13.

Por otra parte, las personas podrían estar haciendo del trabajo un dios, intentando hallar allí toda su satisfacción antes que en Dios. Detrás de lo que superficialmente puede parecer una inofensiva decisión de trabajar en realidad hay un rechazo a Dios, su gracia, y su carácter generoso revelado.

Independientemente de las propensiones o circunstancias económicas de un individuo, cada persona debería preguntarse si los actuales patrones de trabajo y descanso realmente reflejan la generosidad y la provisión de Dios. Considerando lo que una persona ha recibido hasta aquí por la gracia de Dios, a menudo no tiene sentido trabajar tanto y descansar tan poco. En efecto, la autocomplacencia que mucha gente busca tal vez no sea algo de lo que Dios quiera proveer más. En el momento cuando cada persona debe decidir si trabajar o descansar, puede resultar útil preguntarse: «Trabajar ahora en lugar de descansar, ¿es realmente la forma de recibir el bien que Dios tiene guardado para mí y para los demás? ¿Tiene mi trabajo el poder de conseguirme algo que Dios no proveería si descanso?». Claramente habrá casos cuando la respuesta será «sí», análogamente a cuando un animal cae a un pozo y cierto trabajo inmediato es la única forma de lograr un buen resultado (Mateo 12:11-12). Pero para muchas personas, cuando se ven tentadas a imaginar que no tienen más alternativa que trabajar en perjuicio del descanso, la respuesta será «no».

San Agustín, Confesiones, I.1.1.

Cómo es restaurado el descanso: El sabbat y la redención de Jesús en el Nuevo Testamento

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¿Qué puede liberar a las personas de este ciclo destructivo y egocéntrico para que puedan experimentar el descanso que necesitan? A pesar de que muchos quisieran que el descanso fuera una cuestión de estricta disciplina, las personas no pueden simplemente programar periodos regulares de descanso en sus calendarios y esperar experimentar el profundo descanso menuha que describió Heschel. El problema más profundo con el descanso no es una cuestión de programarse. Es una cuestión de confiar en Dios. De alguna manera, el corazón de las personas tiene que ser cambiado.

En el Nuevo Testamento, dos pasajes clarifican cómo Dios está restaurando el descanso. En el primer pasaje, Jesús hace la inequívoca y controversial aseveración de que él le dará descanso a la gente.

Venid a mí, todos los que estáis cansados y cargados, y yo os haré descansar. Tomad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y hallareis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es fácil y mi carga ligera (Mateo 11:28-30).

Esta aseveración enfurece a algunos israelitas porque solo Dios puede proveer esa clase de descanso, como en Éxodo 33:14: «Mi presencia irá contigo, y yo te daré descanso». Precisamente la intención de Jesús es identificarse como el único y verdadero Dios que puede proveer la clase de descanso que se le promete a Israel. Pero ¿cómo puede Jesús proveer este descanso?

En el segundo pasaje del Evangelio de Mateo, Jesús hace otra sorprendente declaración de que él es más grande que el sabbat, pues él es «Señor del día de reposo» (Mateo 12:8).

Pues os digo que algo mayor que el templo está aquí. Pero si hubierais sabido lo que esto significa: «Misericordia quiero y no sacrificio», no hubierais condenado a los inocentes. Porque el Hijo del Hombre es Señor del día de reposo (Mateo 12:6-8).

Jesús hace la dramática aseveración de que él provee un descanso más grande del que puede ofrecer la ley del sabbat. ¿De qué manera provee Jesús un descanso más profundo que la ley sabática? Romanos da una explicación.

Pues lo que la ley no pudo hacer, ya que era débil por causa de la carne, Dios lo hizo: enviando a su propio Hijo en semejanza de carne de pecado y como ofrenda por el pecado, condenó al pecado en la carne, para que el requisito de la ley se cumpliera en nosotros, que no andamos conforme a la carne, sino conforme al Espíritu (Romanos 8:3-4).

La ley sabática por sí misma no tiene la capacidad de tratar el problema más profundo en el interior de las personas. El cuarto mandamiento enseña que las personas deben descansar, pero no puede darles la capacidad de hacerlo porque un mandamiento por sí mismo es impotente para cambiar el corazón. La común incapacidad de descansar expone más bien un problema mucho más profundo. La gente desea ser autosuficiente sin Dios, y, no obstante, el esfuerzo necesario para hacerlo deja a las personas exhaustas y vacías. Aquí es donde entra la buena noticia del evangelio. Según Romanos (ver abajo), Dios sabe que la ley es impotente para cambiar el corazón. Jesús se refiere a sí mismo como Señor del sábado porque él hace algo que la ley sabática jamás podría hacer. Dios quiere tener comunión con su pueblo mediante el descanso, pero las personas no pueden tener comunión con Dios si tienen miedo de su condenación. Jesús libra de condenación a las personas perdonando todo pecado mediante su sacrificio en la cruz. Cuando hace esto, Jesús les concede a los cristianos un renovado acceso a Dios que los individuos jamás podrían ganar o conseguir por su propia cuenta. Al no estar ya separadas de Dios por causa del pecado, ahora las personas pueden entrar en una verdadera comunión de descanso con Dios.

En efecto, un análisis de la fe cristiana, tal como se expone en las cartas a la iglesia primitiva, concuerda respecto a lo que Cristo ha adquirido para las personas en cuanto al descanso.

En primer lugar, en Cristo los creyentes son salvos de la condenación bajo la ley.

Por consiguiente, no hay ahora condenación para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne sino conforme al Espíritu. Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús te ha libertado de la ley del pecado y de la muerte. Pues lo que la ley no pudo hacer, ya que era débil por causa de la carne, Dios lo hizo: enviando a su propio Hijo en semejanza de carne de pecado y como ofrenda por el pecado, condenó al pecado en la carne, para que el requisito de la ley se cumpliera en nosotros, que no andamos conforme a la carne, sino conforme al Espíritu (Romanos 8:1-4).

Dado que las personas ya no necesitan tenerle miedo a Dios, los creyentes ya no se sienten obligados a trabajar incesantemente en un fútil intento de agradar a Dios.

Al establecer el perdón, Cristo reconcilia la relación de cada persona con Dios. Al hacerlo, Jesús restaura la posibilidad de que las personas experimenten una comunión de amor con Dios.

Porque estoy convencido de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni lo presente, ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios que es en Cristo Jesús Señor nuestro (Romanos 8:38-39).

Según este pasaje, todas las personas deberían ser capaces de experimentar una reposada relación con Dios, pese a cualquier obstáculo del mundo real.

Además, mediante el sacrificio de Cristo, se restaura la relación de padre a hijo entre Dios y su pueblo.

Pues no habéis recibido un espíritu de esclavitud para volver otra vez al temor, sino que habéis recibido un espíritu de adopción como hijos, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre! El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu de que somos hijos de Dios, y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si en verdad padecemos con Él a fin de que también seamos glorificados con Él (Romanos 8:15-17).

Cristo restablece todos los privilegios y beneficios de ser un hijo de Dios que él les dio a las personas en el huerto del Edén. Al ser adoptados como hijos de Dios, las personas tienen todo el derecho a pedir lo que necesitan, y Dios promete no retenerles nada bueno (Romanos 8:32; 2 Corintios 9:8). Además, las personas tienen el honor de asociarse con Dios en la labor que él pretende hacer en el mundo.

Un espíritu de adopción no niega la posibilidad del sufrimiento en la vida de un cristiano. Antes bien, se puede considerar el sufrimiento como parte de asumir los asuntos de la familia. A veces las personas tienen la oportunidad de sufrir con Dios de la misma manera en que Jesús acompaña a las personas que están sufriendo. Ya sea que los creyentes se sientan extremadamente provistos o en extrema necesidad, el sacrificio de Jesús significa que ya no tienen que volverse a su propio trabajo como la fuente última de seguridad e identidad.

De manera similar, cuando las personas se asocian con Dios en su labor de restaurar el mundo a su intención original, el Espíritu Santo los capacita para profundizar su relación con los demás. Es solo mediante el sacrificio de Jesús que las personas reciben el don del Espíritu Santo (Juan 16:7). Gracias al Espíritu Santo, a los seguidores de Jesús les resulta posible dar sacrificialmente su tiempo y propiedades para los demás (Hechos 4:34). Dios les da a sus seguidores su mismo Espíritu para capacitarlos para vivir por fe, trabajar por fe, y finalmente descansar con fe.

La última noción sobre esta materia en el Nuevo Testamento es que Cristo regresará un día para restaurar plenamente la intención de Dios para ambos, trabajo y descanso. En el mundo caído que continúa hoy, las personas siempre estarán sujetas a un patrón de frustración, agotamiento, y parcial recuperación. Pero cuando Cristo vuelva para hacer del mundo lo que Dios siempre pretendió que fuera, restablecerá un patrón integrado de trabajo con propósito en asociación con Dios y descanso en perfecta comunión con él. El siguiente pasaje de Apocalipsis revela los dos temas de trabajo y descanso.

Y el ángel me dijo: «Escribe: “Bienaventurados los que están invitados a la cena de las bodas del Cordero”». Y me dijo: «Estas son palabras verdaderas de Dios». Entonces caí a sus pies para adorarle. Y me dijo: «No hagas eso; yo soy consiervo tuyo y de tus hermanos que poseen el testimonio de Jesús; adora a Dios. Pues el testimonio de Jesús es el espíritu de la profecía» (Apocalipsis 19:9-10).

La vida en la nueva creación incluirá tanto trabajo (en servicio junto con los ángeles) como descanso (disfrutar las bodas del Cordero). El trabajo y el descanso humanos en la era venidera tendrán lugar en perfecta asociación con Dios. Los creyentes pueden esperar este futuro con expectación, aun mientras cada persona se esfuerza por experimentar cercanía con Dios en su trabajo y descanso ahora (Hebreos 4:1).

¿Tienen los cristianos el deber de guardar semanalmente el sabbat?

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El sacrificio de Jesús les otorga a los cristianos la libertad de entrar en el descanso de Dios perpetuamente. Por lo tanto, es una pregunta abierta si la práctica de guardar un día semanal de descanso, denominado día de reposo o sábado en el Antiguo Testamento, es necesaria para un creyente cristiano. La Escritura del Nuevo Testamento parece darle al cristiano la libertad de elegir por sí mismo la respuesta a esta pregunta.

Uno juzga que un día es superior a otro, otro juzga iguales todos los días. Cada cual esté plenamente convencido según su propio sentir. El que guarda cierto día, para el Señor lo guarda; y el que come, para el Señor come, pues da gracias a Dios; y el que no come, para el Señor se abstiene, y da gracias a Dios (Romanos 14:5-6).

Algunos cristianos interpretan este pasaje como autorización para no tener un día sabbat formal, aunque Romanos claramente sostiene que quienes eligen guardar un sabbat no deben ser juzgados por ello. Ya sea que un creyente aparte un día específico para el sabbat, o descanse solo según el espíritu lo guíe, este pasaje de Romanos indica que ambas prácticas deben incluir el agradecimiento a Dios.

Aunque las personas son libres de elegir cuándo y cómo descansar, existen argumentos convincentes tanto para observar un descanso sabático semanal como para adorar colectivamente con otros cristianos en un día habitual de la semana (ya sea que esto último se sienta como descanso o no para un individuo). Alguna forma de reunión semanal que involucra adoración ha sido ampliamente observada a lo largo de la historia de la iglesia.

Los discípulos de Jesús ciertamente van al templo, aunque no sea por otro motivo que convencer a otros de que Jesús es el Mesías.

Después de pasar por Anfípolis y Apolonia, llegaron a Tesalónica, donde había una sinagoga de los judíos. Y Pablo, según su costumbre, fue a ellos y por tres días de reposo discutió con ellos basándose en las Escrituras, explicando y presentando evidencia de que era necesario que el Cristo padeciera y resucitara de entre los muertos, y diciendo: «Este Jesús, a quien yo os anuncio, es el Cristo». Algunos de ellos creyeron, y se unieron a Pablo y a Silas, juntamente con una gran multitud de griegos temerosos de Dios y muchas de las mujeres principales (Hechos 17:1-4).

En efecto, la práctica de Pablo es asistir a la reunión sabática en cada pueblo que visita, y usar esa plataforma para proclamar la buena noticia acerca de Jesús. Esto no parece particularmente reposado para él (de hecho, sus discursos a menudo van seguidos de violentos estallidos del populacho), y quizá el descanso no sea la razón primordial por la que observa esta costumbre.

Jesús demuestra en su propia vida dos prácticas distintas de sabbat. Jesús participa tanto en descanso espiritual personal como en experiencias de adoración comunitaria. Jesús tiene momentos a solas para descansar en la presencia de Dios (Mateo 14:13). En otros momentos, utiliza la adoración sabática judía para llegar a otros con su mensaje de salvación (Lucas 4:16-21). Dado que en la vida de Jesús son importantes tanto el descanso personal como la adoración comunitaria, los cristianos modernos harían bien en tomar decisiones similares con la libertad que Dios les da.

Ya sea que las personas elijan o no descansar en un patrón semanal específico, aquellos que supervisan a otras personas tienen la responsabilidad de asegurar que estos trabajadores tengan un acceso adecuado al descanso. El mandato de Dios a los israelitas revela su profunda preocupación por el descanso de las personas:

Mas el séptimo día es día de reposo para el Señor tu Dios; no harás en él ningún trabajo, tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu sierva, ni tu buey, ni tu asno, ni ninguno de tus animales, ni el forastero que está contigo, para que tu siervo y tu sierva también descansen como tú. Y acuérdate que fuiste esclavo en la tierra de Egipto, y que el Señor tu Dios te sacó de allí con mano fuerte y brazo extendido; por lo tanto, el Señor tu Dios te ha ordenado que guardes el día de reposo (Deuteronomio 5:14-15).

En este pasaje, el fin de la esclavitud trae libertad para descansar. La libertad de los cristianos para observar el sabbat como ellos elijan debe mirarse siempre bajo esta luz. El descanso esencialmente es libertad del incesante trabajo que es propio de la esclavitud 14. Puesto que Dios libera a los israelitas de la esclavitud en Egipto, él espera que sus seguidores como mínimo se abstengan de esclavizar a otros. Además, el sacrificio de Jesús de su propia vida no se limita a un grupo religioso, sino que es «por muchos» (Mateo 26:28). Por lo tanto, cuando los gerentes protegen el tiempo de descanso de los empleados, pueden ver esta práctica gerencial como una asociación con Dios en su continua obra de liberación.

Las disposiciones para el descanso de todos los trabajadores pueden tomar diferentes formas en diferentes industrias u organizaciones. Bandwidth (bandwidth.com), una compañía de telecomunicaciones con base en Carolina del Norte, tiene una política de que todos deben salir del trabajo a las 6 p. m. a fin de que pasen el tiempo de la cena con sus seres queridos. Si es necesario, las personas pueden trabajar desde casa después de las 8 p. m. o algo similar, pero se espera que los trabajadores no trabajen ni se comuniquen entre sí al menos de las 6 a las 8. El cofundador Henry Kaestner dice que el sabbat bíblico es una inspiración para la política, no por su particularidad religiosa, sino porque les brinda a todos el tiempo para el descanso y las relaciones15.

La cadena de restaurantes de comida rápida Chick-fil-A es conocida por estar cerrada los domingos. Esta ciertamente es una forma de asegurar que todos tengan un día libre, al menos de su trabajo en la compañía. Según el sitio web de la compañía, la decisión de su fundador Truett Cathy de hacer del sabático semanal una política de la compañía «era tanto práctica como espiritual. Él cree que todos los operadores y empleados de restaurantes con la franquicia de Chick-fil-A deben tener una oportunidad de descansar, pasar tiempo con la familia y amigos, y adorar si deciden hacerlo». Además, idealmente todos los que trabajan en la compañía no sienten la necesidad de trabajar en otro lugar el domingo para llegar a fin de mes.

https://www.teologiadeltrabajo.org/antiguo-testamento/deuteronomio/la-ley-de-dios-y-sus-aplicaciones/los-diez-mandamientos-deuteronomio-5/acuerdate-del-dia-de-reposo-para-santificarlo

Henry Kaestner, panel de discusión en el Movement Day, Ciudad de Nueva York, 10 de octubre de 2013.

Cómo pueden los cristianos experimentar un descanso más profundo

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Dios ama tanto a las personas que está dispuesto a dejar el lugar de perfecto descanso con el fin de entrar en el desasosiego del mundo. Cristo, el Señor del sábado, se encarna como un hombre que «no tiene dónde recostar la cabeza» (Mateo 8:20), de modo que sus seguidores puedan hallar verdadero descanso. Esta sección final analiza cómo pueden las personas experimentar un descanso más grande y profundo. El primer paso es mirar a Jesús con una fe que se profundiza.

Venid a mí, todos los que estáis cansados y cargados, y yo os haré descansar. Tomad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y hallareis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es fácil y mi carga ligera (Mateo 11:28-30).

Los creyentes pueden entregarle sus cargas a Jesús y experimentar un descanso más profundo. Sin embargo, se requiere una total rendición de la mente, el corazón y la voluntad.

Muchas barreras para el descanso comienzan en la mente. Los pensamientos enojados, temerosos o ansiosos impiden el descanso. es especialmente difícil descansar cuando las circunstancias de la vida crean resentimientos contra los demás, temores por el sinnúmero de cosas que pueden salir mal, o ansiedad respecto a las expectativas de los demás. Hebreos les recuerda a los creyentes que se deshagan de los obstáculos de la mente y más bien miren a Cristo, con confianza en él para el futuro.

Cristo mismo, cuando enfrenta la agonía y la vergüenza de la muerte, se enfoca en el gozo del futuro.

Por tanto, puesto que tenemos en derredor nuestro tan gran nube de testigos, despojémonos también de todo peso y del pecado que tan fácilmente nos envuelve, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, quien por el gozo puesto delante de Él soportó la cruz, menospreciando la vergüenza, y se ha sentado a la diestra del trono de Dios (Hebreos 12:1-2).

Esta libertad de fijar los pensamientos activos en Cristo, y en particular en una futura esperanza de gloria, se puede encontrar a través de las cartas del Nuevo Testamento.

Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo digno, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo honorable, si hay alguna virtud o algo que merece elogio, en esto meditad (Filipenses 4:8).

Si habéis, pues, resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra. Porque habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios. Cuando Cristo, nuestra vida, sea manifestado, entonces vosotros también seréis manifestados con Él en gloria (Colosenses 3:1-4).

Pues esta aflicción leve y pasajera nos produce un eterno peso de gloria que sobrepasa toda comparación, al no poner nuestra vista en las cosas que se ven, sino en las que no se ven; porque las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas (2 Corintios 4:17-18).

Una parte crucial de experimentar el descanso profundo es ser proactivo respecto a qué pensamientos ocupan la mente. Filipenses exhorta a las personas a pensar en cosas buenas, verdaderas y bellas. Colosenses anima a los cristianos a imaginar el glorioso futuro que espera a todos los que miran a Cristo. 2 Corintios les pide a los creyentes que reconozcan los actuales problemas y dificultades como sufrimientos efímeros comparados con el descanso eterno que espera. Los cristianos pueden escoger seguir este consejo o ser abrumados por las pruebas y dificultades. Descansar plenamente es anclar la mente en Jesús y el perfecto futuro que espera a todos los que lo siguen.

Segundo, entrar en un descanso fiel implica examinar los deseos existentes. Jesús invita a «todos los que están cansados» a venir a él para recibir descanso (Mateo 11:28), pero cada individuo primero debe responder en su corazón a esa invitación. Venir a Cristo no es una decisión trivial o pasiva. Jesús deja claro que ser discípulo es una realidad que consume la vida y requiere una abnegación que no surge naturalmente.

Entonces Jesús dijo a sus discípulos: «Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame. Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por causa de mí, la hallará. Pues ¿qué provecho obtendrá un hombre si gana el mundo entero, pero pierde su alma? O ¿qué dará un hombre a cambio de su alma?» (Mateo 16:24-26).

Cada persona tiene algo en su corazón que él o ella cree falsamente que le traerá descanso. Muchas personas no experimentan el verdadero descanso porque consciente o inconscientemente persiguen algo que promete descanso, pero jamás puede brindarlo. La Biblia considera como un ídolo cualquier cosa que la gente busque por sobre Cristo. Algunas personas reprenden o abusan de otras esperando que eso las haga sentir menos inadecuadas. Otros se entretienen hasta el puno de la insensibilidad, o desatan sus emociones hasta la extenuación. Aún otros pueden acumular logros con la esperanza de escalar lo bastante alto para elevarse sobre el temor de carecer de lo que necesitan. Cuando las personas sienten estrés y fatiga por la semana laboral o experimentan ansiedad, muchos se vuelven a estos ídolos para hallar una sensación de alivio. El pastor Tim Keller desarrolla este punto en su libro Dioses que fallan.

Un ídolo ocupa una posición de control tan fuerte en su corazón de forma que invierta en él la mayor parte de su pasión y su energía, sus recursos emocionales y económicos, sin pensárselo dos veces. Puede ser la familia y los hijos, la carrera profesional y ganar dinero, los éxitos y el aplauso de los demás, o guardar las apariencias y conservar la posición social. Puede tratarse de una relación sentimental, la aprobación de nuestros iguales, la competencia y la capacidad, unas circunstancias seguras y cómodas, su belleza o su intelecto, una gran causa política o social, su moral y su virtud o incluso el éxito en el ministerio cristiano… Un ídolo es cualquier cosa en la que fije su vista y diga, en lo más íntimo de su corazón: «Si consigo eso, mi vida tendrá sentido. Entonces, sabré que tengo valor, me sentiré importante y seguro»16.

Keller argumenta que incluso las cosas buenas se pueden convertir en ídolos que ocupan el lugar de Cristo. Las personas acuden instintivamente a estas cosas para que les concedan una sensación de descanso más profundo, pero todos los ídolos fallarán en algún punto. Los ídolos impiden que las personas confíen en Dios, y así la gente se pierde la gracia que trae verdadero descanso. Dios invita a sus seguidores a descansar en medio del trabajo, pero los ídolos requieren un frenesí en constante aumento. ¿Cómo pueden las personas derrocar estos ídolos y poner a Cristo en el centro de los deseos del corazón? La respuesta es el arrepentimiento. En el arrepentimiento, la persona rinde la ilusión del control. Tiene que morir a una falsa sensación de autosuficiencia. Más bien cada creyente debe confiar en que Dios puede proveer todas las «peticiones de tu corazón» (Salmo 37:4) y lo hará por gracia. Sin este arrepentimiento, no se puede experimentar el descanso profundo.

Marva Dawn, en su libro Keeping the Sabbath Wholly, describe lo que la gente encuentra cuando se arrepienten de los ídolos y se rinden completamente a Dios. «Cuando dejamos de empeñarnos en ser Dios, aprendemos una clase totalmente nueva de contentamiento, el deleite de la presencia de Dios en nuestras circunstancias presentes. Cuando rendimos nuestra boba rebelión contra los propósitos de Dios, descubrimos que él provee la seguridad que estábamos buscando»17.

Finalmente, los hábitos de las personas pueden estorbarles la experiencia del descanso profundo. Es importante analizar si los actuales ritmos de trabajo y descanso acercan a la persona a una serena comunión con Dios, o la alejan de ello. En el Antiguo Testamento, Dios instituye varios patrones o ciclos de descanso, creando ritmos regulares para los israelitas. Si bien el sacrificio de Jesús libera a los cristianos de la necesidad de seguir la ley del Antiguo Testamento al pie de la letra, no obstante, los ritmos semanales, mensuales, estacionales, anuales y sabáticos pueden proveer las directrices necesarias para las personas que quieran entrar en el liberador descanso que Cristo hace posible.

Para resumir, las siguientes son algunas sugerencias prácticas para aquellos que quieren entregar sus cargas a Jesús y entrar en el descanso de Dios:

  1. ​​Reflexionar sobre las cosas que son justas, puras y agradables (Filipenses 4:8). A algunas personas les resulta útil llevar un diario de gratitud18.
  2. Imaginar un futuro que trasciende los problemas actuales de este mundo (Colosenses 3:1-4). Puede resultar útil cultivar una imaginación santa19.​​
  3. ​​Reformular los problemas actuales como algo pequeño dentro de una escala temporal eterna (2 Corintios 4:17-18). Imagina mirar una situación actual desde un punto temporal futuro distante (también conocido como modelo de «adelanto rápido» para la toma de decisiones20.
  4. ​​Si existe una solución que promete arreglar todos los problemas de la vida, y no es Jesús, arrepiéntete de ello21.
  5. ​​Reflexionar si añadir prácticas de descanso diario podría ser provechoso. Algunos ejemplos son: leer un libro devocional diario22 o plan de lectura bíblica (si esto no se siente como trabajo desagradable), orar en adoración al comienzo y al final de cada día23, u orar juntos con la familia en una comida nocturna.
  6. ​​Reflexionar sobre las prácticas semanales de descanso que se sienten restauradoras. Algunas personas se comprometen con un día entero de descanso a la semana, o con una reunión semanal de un pequeño grupo de cristianos. A muchas personas, un servicio semanal en la iglesia les resulta renovador, pero eso no debería servir como una especie de indicador ideal del descanso sabático. Otras ideas de descanso semanal pueden ser: tener una comida con amigos y vecinos, tocar o escuchar música, o participar de una actividad física divertida.
  7. ​​Existen otras prácticas de descanso que podrían ayudar a las personas a reenfocarse en Dios ya sea estacional o anualmente. Pasar periodos extendidos en oración o leyendo la Escritura. Asistir a un retiro. Celebrar feriados o épocas de devoción espiritual más intensa, tales como Adviento y Cuaresma.

Una importante pregunta acerca de las prácticas personales de descanso, cualesquiera que sean, es si conducen a la persona a una más profunda experiencia de la fidelidad de Dios. Dios concede el sabbat semanal a los israelitas para recordarles su inagotable y fiel provisión, y Jesús sana un día sábado para demostrar su dominio último sobre todos los problemas. Cualquier enfoque en particular, ya sea asistir a un servicio en la iglesia, leer un devocional, o comer con amigos, no es una solución a prueba de tontos. Más bien, todas las prácticas conceden a las personas mayores oportunidades de tener comunión con Dios, en quien la humanidad halla el descanso más profundo y satisfactorio.

También es importante señalar que hay épocas en la vida cuando un individuo tal vez no sea capaz de experimentar el descanso que podría necesitar. Por ejemplo, los padres recientes, no pueden tomarse un día libre de cuidar de las necesidades de su bebé. A los emprendedores, que a menudo no tienen a nadie a quien puedan delegarle todo el trabajo necesario, puede resultarles imposible apartar tiempo suficiente para descansar. En estas épocas cuando las personas no pueden descansar adecuadamente, no necesitan sentirse culpables, sino más bien acudir a Dios con la expectante esperanza de futuros ritmos de descanso y trabajo. «Queda todavía un reposo especial para el pueblo de Dios» (Hebreos 4:9), tanto desde una perspectiva eterna como en esta vida. Los bebés crecen, los emprendimientos desarrollan capacidades institucionales, y las prácticas personales del sabbat cambian mientras que la bondad de Dios permanece constante.

Timothy Keller, Dioses que fallan: Las promesas vacías del dinero, el sexo y el poder, y la única esperanza verdadera (Andamio, 2015), pp. 19-20.

Marva J. Dawn, Keeping the Sabbath Wholly: Ceasing, Resting, Embracing, Feasting (William B. Eerdmans Publishing Company, 1989), 56, 61.

https://www.thehighcalling.org/articles/essay/dont-worry-be-thankful-14-happy-ways-teach-kids-be-grateful

https://www.thehighcalling.org/articles/daily-reflection/developing-holy-imagination

http://prevailinglife.com/in-decision-making-push-fast-forward/

Timothy Keller, Dioses que fallan: Las promesas vacías del dinero, el sexo y el poder, y la única esperanza verdadera (Andamio, 2015).

https://www.bible.com/reading-plans/1580-finding-work-life-balance

http://anarborvineyard.org/resources/537

Descanso y trabajo: Conclusiones

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En conclusión, el descanso tiene el propósito de recordarles a las personas el invaluable privilegio de estar creados a imagen de Dios. la consagración del séptimo día es la invitación por gracia de Dios a disfrutar de una íntima comunión con él y a deleitarse en su creación. No obstante, a causa del pecado de la humanidad en la Caída, el trabajo, que Dios originalmente creó bueno, ahora se vuelve penoso y frustrante.

Tal como el descanso físico es necesario para sobrevivir, las limitaciones humanas también señalan la necesidad de descanso espiritual. Con excepción de aquellos que trabajan en condiciones similares a la esclavitud, el exceso crónico de trabajo surge al no creer en la provisión de Dios e intenta resolver el asunto por manos humanas. La adicción al trabajo tiene sus raíces en profundos temores e inseguridades. Sin el compás del trabajo constante, algunas personas pueden sentirse inseguras respecto a la estabilidad futura, la identidad o autoestima.

En este círculo vicioso, Jesús entra como el «Señor del sábado», aquel que es más grande que el sabbat y realiza aquello que la ley sabática jamás puede hacer por sí sola. La vida, muerte y resurrección restauran la relación de las personas con Dios. La humanidad una vez más puede trabajar en asociación con Dios y descansar en su presencia.

Cada persona tiene la libertad de elegir ritmos sabios de trabajo y descanso para sí mismo. No obstante, en última instancia es la fe en Cristo lo que conduce a un descanso espiritual más profundo. Jesús ofrece llevar las cargas de cada creyente, y lo dice en serio. La identidad dada por Dios que Jesús provee para cada persona que lo sigue les otorga a los cristianos tanto la fortaleza para buscar el descanso físico como el valor para defender la libertad de los demás. Sí, siempre hay un futuro que el pueblo de Dios puede esperar donde habrá trabajo más satisfactorio y descanso más placentero. Entretanto, sin embargo, los cristianos pueden seguir la dirección de Dios y lanzarse plenamente tanto al trabajo como al descanso.