La veracidad (2 Juan 1-11)

Comentario Bíblico / Producido por el Proyecto de la Teología del trabajo

La verdad y el amor en el trabajo (2 Juan 1–6)

Cada una de las cartas de Juan se destaca porque une los conceptos “verdad” y “amor” en una sola idea (1Jn 3:18; 2Jn 1, 3; 3Jn 3), la cual se desarrolla de una forma más extensa aquí en 2 Juan.

Gracia, misericordia y paz serán con nosotros, de Dios Padre y de Jesucristo, Hijo del Padre, en verdad y amor. Mucho me alegré al encontrar algunos de tus hijos andando en la verdad, tal como hemos recibido mandamiento del Padre. Y ahora te ruego, señora, no como escribiéndote un nuevo mandamiento, sino el que hemos tenido desde el principio, que nos amemos unos a otros. (2Jn 3–5)

Según Juan, amor más verdad da como resultado un ambiente en el que la “gracia, misericordia y paz serán con nosotros”.

Desafortunadamente, con frecuencia actuamos como si la gracia, la misericordia y la paz dependieran del amor menos la verdad. Podemos esconder o tapar las verdades incómodas al comunicarnos con otros en el trabajo creyendo equivocadamente que decir la verdad no sería amar. O podemos temer que decir la verdad llevará a conflictos o a mala voluntad, no a gracia y paz. Pensando que estamos siendo misericordiosos, dejamos de decir la verdad.

Sin embargo, el amor siempre debe comenzar con la verdad. El amor viene a nosotros por medio de Cristo y Cristo es la personificación perfecta de la verdad de Dios. Es decir, Dios sabe cómo son las cosas en realidad, y este conocimiento lo envuelve con Su amor y lo trae a nosotros a través de Su hijo. Así que si vamos a amar como Dios ama, debemos comenzar con la verdad, no con falsedad, evasión o cuentos de hadas. Es cierto que decir la verdad puede desembocar en conflictos o puede molestar a algunas personas (otros o nosotros mismos). Pero la gracia, misericordia y paz verdaderas vienen de enfrentar la realidad y superar las dificultades para encontrar soluciones genuinas.

Jack Welch, un antiguo Director de General Electric (EEUU), fue un personaje controversial en parte porque daba evaluaciones del desempeño veraces y francas. Cada mes les decía a los empleados qué tanto estaban alcanzando las expectativas. Una vez al año les decía si su desempeño había sido excelente, medio y que necesitaban mejorar en áreas específicas, o si habían tenido un desempeño malo y estaban en peligro de perder su trabajo.[1] Algunos pueden creer que esta práctica es algo dura, pero Welch la consideraba amorosa:

He llegado a entender que el peor gerente es el que practica una amabilidad falsa. A los gerentes les digo, “¿crees que eres un gerente amable, que eres un administrador bondadoso?” Bueno, ¿adivina qué? Algún día no vas a estar en esa posición. Te darán un ascenso o te jubilarás. Y llegará un nuevo gerente que verá al empleado y le dirá, “oye, no eres tan bueno”. Así, de repente, este empleado ahora tiene cincuenta y tres o cincuenta y cinco años y tiene menos opciones en la vida. ¿Y ahora le vas a decir, “vete a casa”? ¿Eso es amable? Eres el gerente más cruel.[2]

El precio de la veracidad (2 Juan 7–11)

Juan nos recuerda que “muchos engañadores han salido al mundo” (2Jn 7). Por esto, decir la verdad puede hacer que entremos en conflicto con los que se benefician del engaño. ¿Decidimos decir la verdad a pesar de que se nos opongan, o participamos en el engaño? Si escogemos el engaño, al menos deberíamos admitir que ya no somos personas honestas. (Ver “No darás falso testimonio contra tu prójimo” en Deuteronomio 5:20; Éxodo 20:16 en www.teologiadeltrabajo.org para más información sobre este tema).

Ed Moy, quien se convertiría en la cabeza de la Casa de la moneda de los Estados Unidos, cuenta la historia de su primer trabajo luego de salir de la universidad. Cuando empezó a trabajar, tenía que llenar un reporte de gastos del uso del auto de la compañía, especificando su uso personal del auto aparte del uso laboral. La práctica común en la oficina había sido clasificar como uso personal el viaje de la casa al trabajo solamente, diciendo que el resto era uso laboral, incluso si el propósito del viaje era personal. Cuando Ed clasificó honestamente su uso personal, su jefe casi lo despide diciéndole, “no nos pagan lo justo y esta es la forma en la que podemos ganar más dinero. Tu reporte hará que el resto de nosotros nos veamos mal”. Ed le respondió respetuosamente, “puede despedirme si es lo que necesita, pero, ¿realmente quiere que alguien que miente en algo tan pequeño trabaje para usted? ¿Cómo podría confiar en esa persona cuando el riesgo sea mayor?” Ed conservó su trabajo, ¡aunque la transición fue algo difícil![3]

¿Qué debemos hacer con las relaciones con personas engañadoras y falsos maestros? El ejemplo de Ed indica que romper relaciones no es necesariamente la mejor solución. Podemos hacer más por la causa de la verdad y el amor permaneciendo allí y diciendo la verdad en medio del engaño, que dejando ese lugar. Además, si cortamos relaciones con todos los que alguna vez han engañado a otros, ¿quedará alguien? O incluso, ¿quedaremos nosotros?

“Should I Rank My Employees?” [¿Debo clasificar a mis empleados?] Wall Street Journal, Abril 7 de 2009,  http://guides.wsj.com/management/recruiting-hiring-and-firing/should-i-rank-my-employees.

Jack Welch, en “What I’ve Learned: Jack Welch” [Jack Welch: lo que he aprendido] Esquire, Diciembre 31 de 2006 www.esquire.com/news-politics/interviews/a2380/wil0104jackwelch/#ixzz2nkRA41TP.

Ed Moy, “Faith and Work: Spiritual Insights from a Career in Business & Public Service” [La fe y el trabajo: reflexiones espirituales en una carrera en negocios y servicio público], en Kiros, Seattle, Octubre 11 de 2013. Grabación en audio disponible en https://kiros.org/category/ed-moy/.