“Bienaventurados los misericordiosos, pues ellos recibirán misericordia” (Mateo 5:7)

Comentario Bíblico / Producido por el Proyecto de la Teología del trabajo

Si usted es bendecido con el dolor por sus propias fallas (la segunda bienaventuranza) y con relaciones correctas (la cuarta bienaventuranza), no le será difícil ser misericordioso con las personas en el trabajo o en cualquier otra parte. La misericordia consiste en tratar a las personas mejor de lo que merecen. El perdón es una clase de misericordia, igual que ayudar a alguien a quien no tenemos obligación de ayudar o abstenerse de explotar la vulnerabilidad de otra persona. La misericordia, en todos estos sentidos, es el motor de la encarnación, muerte y resurrección de Cristo. A través de Él, nuestros pecados son perdonados y nosotros mismos recibimos ayuda por medio del regalo del espíritu de Dios (1Co 12). La razón por la que el Espíritu nos muestra esta misericordia es simplemente que Dios nos ama (Jn 3:16).

En el trabajo, la misericordia tiene un efecto altamente práctico. Debemos ayudar a otros a obtener sus mejores resultados, sin importar lo que opinemos de ellos. Cuando ayuda a un compañero de trabajo que tal vez no le agrada o que puede haberlo perjudicado en el pasado, está mostrando misericordia. Cuando es el primer candidato en una prueba y les advierte a los demás candidatos que el juez está de mal humor, está mostrando misericordia, aunque esto les pueda dar ventaja sobre usted. Cuando el hijo de un competidor está enfermo y usted acepta reprogramar su presentación al cliente para que su competidor no tenga que escoger entre cuidar a su hijo y competir por el negocio, está mostrando misericordia.

Estos tipos de misericordia le pueden costar una ventaja que de otra manera podría haber conseguido. Sin embargo, estos benefician el resultado del trabajo además de a la otra persona. Ayudar a alguien que no le agrada contribuye a que su unidad de trabajo alcance sus metas, incluso si esto no lo beneficia a usted personalmente. O —como es el caso del competidor con el hijo enfermo— si esto no beneficia su organización, beneficia al cliente que usted aspira a servir. La realidad que sirve de base para la misericordia es que la misericordia beneficia a alguien que no es usted.

Un ambiente de perdón en una organización ofrece otro resultado sorprendente: mejora el desempeño de la organización. Si alguien comete un error en una organización en donde no se muestra misericordia, es probable que no vaya a decir nada al respecto, esperando que no se note y que no lo culpen.

Esto perjudica el rendimiento de dos formas. La primera es que un error que se oculta puede ser mucho más difícil de tratar más adelante. Imagine un trabajo de construcción en donde un trabajador comete un error con la colocación de los cimientos. Es fácil arreglarlo si se trae a la luz y se repara de inmediato, pero será muy costoso arreglarlo después de que se construya la estructura y se hundan los cimientos. El segundo es que las mejores experiencias de aprendizaje vienen cuando se aprende de los errores. Como dijo Soichiro Honda, “El éxito solo se puede alcanzar por medio de la repetición de fracasos y la introspección. De hecho, el éxito representa el 1% de su trabajo que resulta del 99% que se llama fracaso”.[1] Las organizaciones no tienen oportunidad de aprender si no se exponen los errores.

Tom Peters, Thriving on Chaos [La prosperidad en el caos] (Nueva York: Knopf, 1987), 259–66.