Hulda: Una profetisa y maestra (2 Reyes 22)

Artículo / Producido por el Proyecto de la Teología del trabajo

Una de las profesiones más importantes pero a veces subvalorada es la del maestro. Podemos prosperar o fracasar, dependiendo de la calidad de los maestros que hayamos tenido. Para algunas personas, todo depende de la clase de educación que reciban. En 2 Reyes encontramos una maestra que tuvo este nivel de impacto no solo para un alumno, sino para toda una nación.

Para retomar la hebra de la historia del Antiguo Testamento, el archienemigo de David, el rey Saúl, murió y David lo sucedió en el trono. Tras un largo y exitoso gobierno, David fue seguido por su hijo Salomón. Pero tras la muerte de Salomón, el reino comenzó a desmoronarse por la lucha entre reyes rivales en el norte (Israel) y en el sur (Judá). Si bien algunos de los reyes en los siguientes dos siglos fueron fieles al Señor, la mayoría de ellos abandonaron al Dios de Israel en favor de la adoración pagana. En consecuencia, el reino del norte se había vuelto tan malvado que Dios trajo a las fuerzas asirias para que conquistaran y dispersaran al pueblo. En el sur, las cosas solo iban levemente mejor. Muchos de los reyes de Judá actuaron malvadamente, hasta que un joven rey con un corazón entregado a Dios llegó al trono. Su nombre era Josías.

Para el tiempo de Josías, el templo de Dios en Jerusalén había sido arrasado con la adoración de ídolos, y Josías ordenó un minucioso proyecto de limpieza con el fin de devolverle el templo a Dios. En el proceso de esta renovación, un obrero encontró un antiguo manuscrito, el cual entregó al sumo sacerdote Hilcías. Los cortesanos del rey no podían entender este documento, pero cuando se le leyó una parte al rey, este reconoció que la ira de Dios estaba a punto de descender sobre Judá por todas sus prácticas malvadas. Pero ¿había más? Josías ordenó que su personal ubicara a un profeta confiable para que le explicara el contenido completo del rollo.

En ese entonces, Jeremías estaba profetizando en Jerusalén (Jeremías 1:2), lo mismo que Sofonías (Sofonías 1:1). Pero el sumo sacerdote no acudió a estos profetas varones, sino a una mujer llamada Hulda, que vivía en el Segundo Sector, el sector universitario. Los estudiosos piensan que ella era una maestra, y por la Biblia sabemos que también era profetisa.

¿Te sorprende que el sumo sacerdote y el secretario del rey escogieran a una mujer para que les interpretara el manuscrito? Cuando escuchamos su discurso al rey y su corte (2 Reyes 22:14-20), oímos una plática directa al grano. Ella no se anduvo con rodeos. Sí, la nación se dirigía a la destrucción. No, esto no sucedería durante el reinado de Josías, porque él honró a Dios el Señor. Pero sus sucesores serían hombres malvados, y finalmente la nación iría a la cautividad en Babilonia.

Hulda fue una verdadera ayuda (ezer) porque vino en auxilio de su rey y nación, usando sus dones intelectuales y espirituales. Ayudó a estos líderes a entender la Palabra del Señor, y, como consecuencia, Josías implementó una enorme purga de los ídolos de cada lugar del territorio de Judá. Sobre la base de la enseñanza de Hulda, todos los que vivían en Judá fueron salvados de la destrucción inminente.

A veces las mujeres pueden ver su rutina laboral interrumpida por una petición para entrar a un rol diferente, uno que las empuja a hablar por Dios en un ámbito público. La experiencia de Hulda desafía a las mujeres a aceptar estas nuevas oportunidades sin rehuirlas. En el proceso, pueden descubrir que Dios usa sus dones de una forma nueva, o les da dones totalmente nuevos.