Discernimiento de la dirección de dios a un tipo de trabajo específico

Artículo / Producido por el Proyecto de la Teología del trabajo

Llamado directo e inconfundible a un trabajo específico

Regresar al Índice Regresar al Índice

Entendiendo que la imagen última de llamado en la Biblia es el llamado a seguir a Jesús, estamos listos para explorar los llamados a tipos de trabajo específicos. Si con «llamado» nos referimos a un mandato directo e inconfundible de Dios a asumir una tarea, labor, profesión o tipo de trabajo específicos, entonces el llamado es muy escaso en la Biblia. No más de cien personas aproximadamente fueron llamadas por Dios en este sentido. Dios llamó a Noé a construir el arca. Dios llamó a Moisés y Aarón a sus tareas (Éxodo 3:4, 28:1). Llamó a profetas tales como Samuel (1 Samuel 3:10), Jeremías (Jeremías 1:4-5), Amós (Amós 7:15) y otros. Llamó a Abraham y a Sara y a algunos otros para que emprendieran viajes o se reubicaran (lo cual se podría considerar como una especie de llamado al lugar de trabajo). Él puso a personas en el liderazgo político, incluyendo a José, Gedeón, Saúl, David y los descendientes de David. Dios escogió a Bezalel y Aholiab como jefes artesanos para el tabernáculo (Éxodo 31:1-6). Jesús llamó a los apóstoles y algunos de sus otros discípulos (p. ej., Marcos 3:14-19), y el Espíritu Santo llamó a Bernabé y a Saulo para que fueran misioneros (Hechos 13:2). La palabra «llamado» no siempre se usa, pero la inconfundible dirección de Dios para una persona en particular a hacer un trabajo en particular está clara en estos casos.

Aparte de estas, muy pocas personas en la Biblia recibieron un llamado individual de Dios. Esto sugiere fuertemente que un llamado directo de Dios a un trabajo específico es también muy escaso hoy en día. Si Dios te está llamando directa e inconfundiblemente a un trabajo específico, no necesitas la orientación de un artículo como este, excepto quizá para la confirmación de que, sí, este tipo de llamado efectivamente ocurre en la Biblia en raras ocasiones. Por lo tanto, no analizaremos más profundamente el llamado personal directo e inconfundible, sino que más bien nos enfocaremos en si Dios orienta o dirige a personas a tipos específicos de trabajo por medios menos dramáticos.

Dirección a un empleo o profesión

Regresar al Índice Regresar al Índice

Si bien a la mayoría de las personas Dios no les hace un llamado directo, individual e inconfundible a un trabajo o profesión específicos, Dios sí dirige a las personas de formas menos dramáticas, incluyendo el estudio bíblico, la oración, la comunidad cristiana y la reflexión individual. El desarrollo de un estado de alerta general a la dirección de Dios en la vida excede el propósito de este artículo. Pero veremos tres importantes consideraciones para discernir la dirección vocacional de Dios.

Las necesidades del mundo

Regresar al Índice

La primera consideración son las necesidades del mundo. El más potente indicador de lo que Dios quiere que hagas probablemente sea tu conciencia de lo que se necesita hacer para que el mundo sea más como Dios pretende que sea. Esto no necesariamente implica los enormes problemas mundiales, sino simplemente cualquier cosa en el mundo que precise que se haga. Ganarse la vida para sostenerte a ti mismo y a tu familia es un ejemplo que se menciona en la Biblia:

Proverbios 13:22

El hombre de bien deja herencia a sus nietos.

Proverbios 14:1

La mujer sabia edifica su casa; la necia, con sus manos la destruye.

1 Timoteo 5:8

El que no provee para los suyos, y sobre todo para los de su propia casa, ha negado la fe y es peor que un incrédulo.

Tito 3:14

Que aprendan los nuestros a empeñarse en hacer buenas obras, a fin de que atiendan a lo que es realmente necesario y no lleven una vida inútil.

 

Otro ejemplo bíblico es trabajar con el fin de suplir las necesidades de personas a tu alrededor aparte de tu familia:

Proverbios 14:21

¡Dichoso el que se compadece de los pobres!

1 Tesalonicenses 4:11

Pónganse como objetivo vivir una vida tranquila, ocúpense de sus propios asuntos y trabajen con sus manos, tal como los instruimos anteriormente (NTV).

Lucas 3:10-11

«¿Entonces qué debemos hacer?», le preguntaba la gente. «El que tiene dos camisas debe compartir con el que no tiene ninguna», les contestó Juan, «y el que tiene comida debe hacer lo mismo».

Proverbios 11:25

El que es generoso prospera; el que reanima será reanimado.

Mateo 25:34-36

Entonces dirá el Rey a los que estén a su derecha: «Vengan ustedes, a quienes mi Padre ha bendecido; reciban su herencia, el reino preparado para ustedes desde la creación del mundo. Porque tuve hambre, y ustedes me dieron de comer; tuve sed, y me dieron de beber; fui forastero, y me dieron alojamiento; necesité ropa, y me vistieron; estuve enfermo, y me atendieron; estuve en la cárcel, y me visitaron».

 

Trabajar para servir al bien de la sociedad en general también es un imperativo bíblico:

Jeremías 29:5-7

Construyan casas y habítenlas; planten huertos y coman de su fruto. Cásense, y tengan hijos e hijas; y casen a sus hijos e hijas, para que a su vez ellos les den nietos. Multiplíquense allá, y no disminuyan. Además, busquen el bienestar de la ciudad adonde los he deportado, y pidan al Señor por ella, porque el bienestar de ustedes depende del bienestar de la ciudad.

Desde luego, es imposible que tú suplas cada necesidad del mundo, así que tienes que acotarlo un poco. Comienza por las necesidades de las cuales eres personalmente responsable, tales como criar a tus hijos o pagar tus deudas. Más allá de eso, pon atención a las necesidades que estés en una buena posición de suplir, o que pocas otras personas están dispuestas a tratar, o que te parezcan especialmente apremiantes. Quizá estés en una buena posición para ser candidato a un cargo de elección popular en tu propia ciudad o pueblo, por ejemplo, en comparación con mudarse para hallar trabajo. Por otra parte, podrías ser una de las pocas personas dispuestas a documentar abusos contra los derechos humanos en un país al otro lado del mundo. O quizá te convenzas de que enseñar a jóvenes con problemas es más urgente que unirte a una banda. Además, podría volverse claro que algo en tu vida aparte de tu empleo o carrera es la manera más importante en que estás ayudando a satisfacer las necesidades del mundo. No tendría sentido conseguir un empleo para aconsejar a jóvenes en dificultades solo para descuidar a tus propios hijos.

El punto es que Dios le ha dado a cada uno la capacidad de reconocer parte de lo que el mundo necesita. Al parecer él espera que lo percibamos y nos pongamos a trabajar, en lugar de esperar un llamado especial de su parte. No existe una fórmula bíblica para traducir las necesidades del mundo a un llamado laboral preciso. Es por eso que debes buscar la dirección de Dios en las diversas formas de discernimiento que tienes disponibles.

Tus habilidades y dones

Regresar al Índice

La segunda consideración son tus habilidades y dones. La Biblia dice que Dios les da a las personas dones para que lleven a cabo la labor que él quiere que hagan, y menciona algunos de los dones y habilidades que Dios concede:

Isaías 28:24-26

Cuando un agricultor ara para sembrar, ¿lo hace sin descanso? ¿Se pasa todos los días rompiendo y rastrillando su terreno? Después de que ha emparejado la superficie, ¿no siembra eneldo y esparce comino? ¿No siembra trigo en hileras, cebada en el lugar debido, y centeno en las orillas? Es Dios quien lo instruye y le enseña cómo hacerlo.

Romanos 12:6-8

Tenemos dones diferentes1, según la gracia que se nos ha dado. Si el don de alguien es el de profecía, que lo use en proporción con su fe; si es el de prestar un servicio, que lo preste; si es el de enseñar, que enseñe; si es el de animar a otros, que los anime; si es el de socorrer a los necesitados, que dé con generosidad; si es el de dirigir, que dirija con esmero; si es el de mostrar compasión, que lo haga con alegría.

1 Corintios 12:7-10

A cada uno se le da una manifestación especial del Espíritu para el bien de los demás. A unos Dios les da por el Espíritu palabra de sabiduría; a otros, por el mismo Espíritu, palabra de conocimiento; a otros, fe por medio del mismo Espíritu; a otros, y por ese mismo Espíritu, dones para sanar enfermos; a otros, poderes milagrosos; a otros, profecía; a otros, el discernir espíritus; a otros, el hablar en diversas lenguas; y a otros, el interpretar lenguas.

Como muestran los dos últimos pasajes, cuando Pablo analiza los dones del Espíritu, normalmente se refiere a su uso en la iglesia. Pero si todo el trabajo que hacen los cristianos es hecho para el Señor (Colosenses 3:23), entonces podemos inferir que los dones del Espíritu también son dados para el uso en el lugar de trabajo. En consecuencia, los dones y habilidades proveen un elemento de orientación para discernir la dirección de Dios.

Se han desarrollado muchas herramientas para ayudar a las personas a discernir sus dones y darles uso en el contexto del ámbito laboral (ver «Para seguir explorando»). Sin embargo, es fácil poner demasiada atención a tus habilidades y dones. La actual generación de occidentales es la más analizada en cuanto a dones en la historia humana, pero esta afición por el análisis puede conducir a un ensimismamiento y desplazar la atención a las necesidades del mundo. Estos pasajes dicen que Dios concede dones para el bien común, no para la satisfacción personal. Además, en muchos casos, Dios da sus dones solo después que uno toma el trabajo donde los va a necesitar. Poner demasiada atención a los dones que ya tienes puede impedir que recibas los dones que Dios quiere darte.

No obstante, los dones que ya tienes pueden darte alguna indicación sobre la mejor forma de satisfacer las necesidades del mundo. Sería narcisista declarar que Dios te ha llamado a ser el pianista más grande del mundo, y luego esperar que él deposite en ti el talento necesario después de años de tocar mediocremente el piano y de una práctica deficiente. La orientación de carrera a través de las habilidades y dones es un difícil acto de equilibrio, razón por la cual se debe buscar en medio de una relación con Dios y los hermanos cristianos.

Aquí, una vez más, no debemos enfocarnos en el trabajo excluyendo el resto de la vida. Dios también da dones para nuestra vida familiar, amistades, recreación, voluntariado y toda la variedad de actividades de la vida.

Este verso (Romanos 12:6), a propósito, fue la inspiración y la fuente del título bajo el cual se publicó la herramienta Myers-Briggs Personality Type Indicator, y no cabe duda de que muchos en el mundo en general consideran que los dones de Dios son un elemento esencial del llamado profesional. Ver Isabel Myers, Gifts Differing: Understanding Personality Type (Palo Alto, CA: CPP Books, 1993).

Tus deseos más auténticos

Regresar al Índice

Finalmente, la Biblia dice que tus deseos más auténticos o profundos también son importantes para Dios.

Salmo 37:4

Deléitate en el Señor, y él te concederá los deseos de tu corazón.

Salmo 145:19

Cumple los deseos de quienes le temen; atiende a su clamor y los salva.

Mateo 5:6

Dichosos los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados.

Juan 16:24

Hasta ahora no han pedido nada en mi nombre. Pidan y recibirán, para que su alegría sea completa.

A veces los cristianos esperan que, si Dios los llama a algún trabajo, será algo que ellos detestan. De lo contrario, ¿por qué tendría Dios que llamarlos a ello? Una morbosa fantasía cristiana es pensar en un país en el que uno odiaría vivir, y luego suponer que Dios lo está llamando a ser misionero allí. Pero los mejores misioneros tienen un gran deseo por el lugar y las personas a las que sirven. Además, ¿quién dice que Dios quiere que seas misionero? Si Dios te está guiando hacia algún tipo de trabajo o profesión, es más probable que puedas hallar un profundo deseo por ello en tu corazón.

Sin embargo, puede ser extremadamente difícil conectarse con los deseos más auténticos o profundos. Nuestras motivaciones se vuelven tan confusas a causa del pecado y el deterioro del mundo que nuestros deseos aparentes suelen estar lejos de los verdaderos deseos que Dios ha implantado en lo profundo de nuestro corazón.

Romanos 7:8, 15, 21-23

Pero el pecado, aprovechando la oportunidad que le proporcionó el mandamiento, despertó en mí toda clase de codicia. Porque aparte de la ley el pecado está muerto… No entiendo lo que me pasa, pues no hago lo que quiero, sino lo que aborrezco… Así que descubro esta ley: que, cuando quiero hacer el bien, me acompaña el mal. Porque en lo íntimo de mi ser me deleito en la ley de Dios; pero me doy cuenta de que en los miembros de mi cuerpo hay otra ley, que es la ley del pecado. Esta ley lucha contra la ley de mi mente, y me tiene cautivo..

Por este motivo, no podemos simplemente decir: «Haz lo que te haga feliz». Lo que te hace feliz —o al parecer te hace feliz— podría estar lejos de satisfacer las necesidades del mundo, o de usar tus habilidades y dones para el bien común, o incluso de realizar tus verdaderos deseos. Y lo opuesto suele ser cierto, el trabajo que realizaría tu auténtico deseo a primera vista parece indeseable, y puede requerir un gran sacrificio y arduo trabajo. Y tus verdaderos deseos se pueden realizar en muchas áreas de la vida, no necesariamente en el trabajo. Saber lo que realmente deseas requiere madurez espiritual, quizá más de la que puedas tener al momento de enfrentar una decisión. Pero por lo menos puedes deshacerte de la idea de que Dios solo te llama a algo que detestas. A la luz de esto, Frederick Buechner escribe: «El lugar adonde Dios te llama es donde convergen tu profunda alegría y la profunda hambre del mundo»1.

Frederick Buechner, Wishful Thinking: A Seeker’s ABC, ed. rev. (San Francisco: Harper, 1993) en la entrada “Calling”.

Libertad en cristo

Regresar al Índice

Estas tres consideraciones —las necesidades del mundo, tus habilidades y dones, y tus más auténticos deseos— son guías, pero no son absolutas. De partida, en un mundo caído, puede que tengas muy poca capacidad de escoger tu empleo, de todos modos. A través de la historia, la mayoría de las personas han tenido el trabajo de esclavo, agricultor o dueña de casa, y esa sigue siendo la situación en gran parte del mundo. Cuesta imaginar que —aparte de unos pocos países desarrollados— Dios quiere que la mayoría de las personas sean esclavas, agricultoras o dueñas de casa. Más bien pareciera que las circunstancias impiden que la mayoría de las personas escojan el trabajo que verdaderamente desean realizar. Esto no implica que algunas personas no disfruten o no deberían disfrutar la agricultura, la atención del hogar, o cualquier otro tipo de trabajo legítimo, sino más bien que las circunstancias del mundo dictan que muchas personas trabajan en empleos que no les gustan. No obstante, bajo el cuidado de Dios, incluso ser esclavo puede ser una bendición (Mateo 24:45-47, 1 Corintios 7:21-24). Esto de ninguna forma legitima la esclavitud en el mundo actual. Simplemente significa que Dios está contigo dondequiera que trabajes. Puede ser mejor aprender a apreciar el trabajo que tienes —y hallar formas de participar en la obra de Cristo en ese empleo— que tratar de hallar un trabajo que creas que te va a gustar más.

Incluso en las economías desarrolladas, muchas personas tienen pocas opciones en cuanto al tipo de trabajo con el que se ganan la vida. La comunidad cristiana haría bien en equipar a las personas tanto para tomar decisiones respecto a su profesión, como para seguir la dirección de Dios en cualquier trabajo que estemos realizando. Cualquiera que sea tu empleo, los dones de Dios te permiten trabajar para el bien común, hallar más conformidad en tu trabajo, y superar o soportar los aspectos negativos de tu situación. Lo que es más importante, Dios promete una final liberación del arduo trabajo, de la labor agotadora, y los cardos.

¿Qué hay de aquellos con pocas alternativas y un llamado difícil? ¿Puede el trabajo duro y extenuante, una necesidad humana, ser un llamado? Pensemos, por ejemplo, en la historia de Graeme Marriott de sus llamados como padre de tres hijos y capataz en CBM Waste Management.

Somos una pequeña… compañía. Habíamos entrado en el reciclaje, pero no es muy rentable. Nuestra atención se vuelve hacia la disposición de desechos. Mi labor es operar el lugar: organizo y hago algunos trámites. Recogemos basura y reciclamos… Hay tres personas, y comenzamos a las 3 a. m… Conduzco el compactador la mitad del recorrido, y corro detrás del camión la otra mitad. Lo he estado haciendo por seis años. Proceso el reciclaje todos los días. Es un trabajo manual pesado. Hay que levantar cosas, hay mucho ruido especialmente cuando se procesa. Correr… calles empinadas es físicamente exigente especialmente en verano… Hay que empezar temprano, y eso interrumpe la vida familiar. Se trabaja todos los días, en todas las condiciones atmosféricas, incluso en días feriados. Al ser un servicio esencial, no se pueden tener días libres. Me gusta el desafío del aspecto físico: ¿qué tan rápidos y eficientes podemos llegar a ser?

Pero es una labor bastante mecánica: aplastar botellas, correr detrás del camión… La gente me pregunta acerca de mi trabajo y me ven como un vago. En cierto sentido es el último de los empleos. Pero es esencial y la gente depende de él.  Si nos fuéramos a huelga, y la basura comenzara a apilarse, sería un riesgo sanitario… El reciclaje es más importante estos días, y me respetan un poco. La escuela de mi hija me pidió que les hablara a los niños acerca del reciclaje. Estos temas del reciclaje nos afectan a todos, así que mi rol es importante. Sé que aunque a veces cuesta decirlo, Dios me ha llamado a hacer mi trabajo.

Graeme tiene un empleo extenuante, pero él le saca provecho, compartiendo los aspectos difíciles, y se toma en serio su responsabilidad como algo que proviene de la mano de Dios.

Aun si efectivamente tienes la libertad de escoger tu trabajo, estas tres consideraciones son guías, no dictadores. En Cristo, los creyentes tienen perfecta libertad:

Juan 8:36

Si el Hijo los libera, serán ustedes verdaderamente libres.

2 Corintios 3:17

Ahora bien, el Señor es el Espíritu; y, donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad

Eso significa que tienes la libertad de tomar riesgos, de fallar, y cometer errores. Dios podría guiarte a un empleo del cual no sabes nada, para el cual no tienes habilidad, y no crees que te gustaría. ¿Estarías dispuesto a tomar ese empleo? A la inversa, más tarde en la vida podrías descubrir que pasaste por alto el llamado profesional de Dios para ti. Cobra ánimo, porque al final no serás juzgado por conseguir el empleo adecuado o realizar el potencial que Dios te ha dado. Serás juzgado según los méritos de Jesucristo, que se te aplica por la gracia de Dios al darte fe. El llamado a pertenecer a Cristo es el único llamado imprescindible.

El cuerpo de Cristo en la tierra es la comunidad de creyentes (Romanos 12:5). Por lo tanto, la libertad en Cristo significa que el llamado o dirección de Dios se discierne mejor en diálogo con la comunidad, no aisladamente. Ya hemos visto que las necesidades del mundo (una forma de comunidad) son importantes en tanto que disciernes a qué tipo de trabajo te está dirigiendo Dios. La comunidad también es un importante factor en cómo disciernes la dirección de Dios. En Hechos leemos acerca de la dirección del Espíritu Santo cuando Pablo y Bernabé fueron enviados por la iglesia de Antioquía en una misión (Hechos 13:2-3) y cuando los gentiles fueron aceptados en la que entonces era una iglesia mayoritariamente judía sin las gravosas leyes judías: «Nos pareció bien al Espíritu Santo y a nosotros» (Hechos 15:28). Tal discernimiento comunitario, lidiando unos con otros y en una mutua rendición de cuentas, es un buen modelo para nuestro discernimiento vocacional, aunque obviamente también hay libertad y responsabilidad individual.

El arzobispo William Temple estaba en lo correcto en que elegir una carrera por razones egoístas o individuales, sin un verdadero sentido de llamado, confirmado colectivamente, «probablemente sea el mayor pecado que cualquier joven pueda cometer, porque consiste en apartar deliberadamente de la lealtad a Dios la mayor parte del tiempo y la fuerza»1. Pero la falta es en igual medida —si no mayor— de la iglesia que ha dejado a las personas a sus propios recursos, sin el beneficio del discernimiento comunitario y la orientación vocacional, a menos que estén considerando el ministerio ordenado. No obstante, puedes tomar la iniciativa de reunir a tu comunidad para que te ayude a discernir tu llamado. Hazles las siguientes preguntas a las personas de tu comunidad que mejor te conocen: ¿qué perciben los demás como la dirección de Dios para ti? ¿Qué experimentan ellos como tus dones y habilidades, las necesidades del mundo, y los deseos más profundos que disciernen en ti? Inicia discusiones acerca de la dirección de Dios con las personas de tu comunidad que te conocen bien. Puede ser sabio hablar con un compañero o consejero espiritual, reunir opiniones de personas con las que trabajas, o pedirle a un grupo de personas que se reúnan contigo regularmente en tanto que disciernes la dirección de Dios.

La comunidad es también un elemento esencial en el discernimiento de quién es guiado hacia los distintos tipos de trabajo necesarios en el mundo. Muchas personas pueden tener dones y deseos similares que pueden ayudar a satisfacer las necesidades del mundo. Pero puede que Dios no quiera que todos ellos hagan el mismo trabajo. Necesitas discernir no solo el trabajo al que Dios te está dirigiendo, sino también el trabajo al que está dirigiendo a otros. La comunidad necesita un todo equilibrado que trabaje en armonía. Por ejemplo, los médicos aportan poderosos dones y habilidades —y generalmente un profundo deseo de sanidad— a las grandes necesidades del mundo de salud física. No obstante, en Estados Unidos al menos, puede haber demasiados especialistas y no suficientes médicos de atención primaria que satisfagan las necesidades de la comunidad. Uno a uno, los estudiantes de medicina están compatibilizando sus dones, deseos y las necesidades del mundo para discernir una dirección hacia la medicina. Pero en general, el conjunto de médicos se está desequilibrando un poco. El discernimiento del llamado de Dios es una labor comunitaria.

Citado sin fuente en Os Guinness, The Call (Nashville: Word, 1998) 47.

Trabajo eclesiástico, ¿un llamado superior?

Regresar al Índice Regresar al Índice

Muchos cristianos tienen la impresión de que los trabajadores eclesiásticos —especialmente evangelistas, misioneros, pastores, sacerdotes, ministros y otros similares— tienen un llamado superior al de otros trabajadores. Si bien en la Biblia hay poco que respalde esta impresión, en la Edad Media, la vida «religiosa» —como la de monjes y monjas— era ampliamente considerada como más santa que la vida ordinaria. La tradición monástica exaltaba la vida «perfecta» y contemplativa, como la de María, de pobreza, castidad y obediencia (a la iglesia) sobre la vida activa «permitida»1, como la de Marta, del trabajo secular, el matrimonio y el servicio a la sociedad, deduciendo así un principio general de un incidente particular (Lucas 10:38-42).

Lamentablemente, esta distorsión sigue siendo influyente en iglesias de todas las tradiciones, si bien la doctrina de prácticamente cada iglesia de hoy afirma el igual valor del trabajo de los laicos. En la Biblia, Dios llama a los individuos tanto al trabajo relacionado con la iglesia como al trabajo no relacionado con la iglesia:

Llamados al trabajo eclesiástico

Éxodo 28:1

Haz que comparezcan ante ti tu hermano Aarón y sus hijos Nadab, Abiú, Eleazar e Itamar. De entre todos los israelitas, ellos me servirán como sacerdotes.

Marcos 1:16-17

Pasando por la orilla del mar de Galilea, Jesús vio a Simón y a su hermano Andrés que echaban la red al lago, pues eran pescadores. «Vengan, síganme —les dijo Jesús—, y los haré pescadores de hombres».

Hechos 13:2, 5

Mientras ayunaban y participaban en el culto al Señor, el Espíritu Santo dijo: «Apártenme ahora a Bernabé y a Saulo para el trabajo al que los he llamado»… Al llegar a Salamina, predicaron la palabra de Dios en las sinagogas de los judíos. Tenían también a Juan como ayudante.

Llamados al trabajo no eclesiástico

Deuteronomio 31:14

El Señor le dijo a Moisés: «Ya se acerca el día de tu muerte. Llama a Josué, y preséntate con él en la Tienda de reunión para que reciba mis órdenes». (Moisés y Josué eran ambos fundamentalmente líderes militares/políticos, no líderes cultuales/religiosos. Ambos estaban excepcionalmente cerca de Dios, pero eso no los hace líderes religiosos. Esto más bien muestra que Dios llama a personas de todos los ámbitos de la vida).

1 Samuel 16:12-13

Isaí mandó a buscarlo, y se lo trajeron. Era buen mozo, trigueño y de buena presencia. El Señor le dijo a Samuel: «Este es; levántate y úngelo». Samuel tomó el cuerno de aceite y ungió al joven en presencia de sus hermanos. Entonces el Espíritu del Señor vino con poder sobre David, y desde ese día estuvo con él. Luego Samuel regresó a Ramá.

Por lo tanto, sería inapropiado pensar que Dios llama a los trabajadores eclesiásticos pero no a otro tipo de trabajadores.

Surge cierta confusión porque muchas iglesias exigen que sus miembros sean «llamados» para ser ordenados o para servir como pastores, sacerdotes u otros ministros. A menudo la palabra «llamado» se usa para describir el proceso de seleccionar a un ministro o la decisión de entrar en el trabajo eclesiástico a tiempo completo. Sin embargo, como en la propia Biblia, estas situaciones rara vez son llamados personales directos e inconfundibles de Dios. Más bien pueden describir un fuerte sentido de la dirección de Dios. Como hemos visto, la dirección de Dios puede ocurrir con tanta fuerza en empleos y profesiones no relacionados con la iglesia. Dado que el Proyecto Teología del Trabajo no toma el trabajo eclesiástico como una de sus materias, no intentaremos evaluar si el «llamado» al trabajo eclesiástico es más intenso, más directo, más evidente o más necesario que el llamado al trabajo no eclesiástico. Lo que afirmaremos es que el trabajo eclesiástico en general no es un llamado superior al trabajo no eclesiástico, y que el término «llamado» aplica en igual medida para el trabajo no eclesiástico como para el eclesiástico.

También afirmamos que el trabajo no eclesiástico es «servicio cristiano a tiempo completo» tanto como el trabajo eclesiástico. Todos los cristianos están llamados (es decir, son mandados) a llevar a cabo todo lo que hacen, las 24 horas del día, como un servicio de tiempo completo a Cristo:

Colosenses 3:23

Hagan lo que hagan, trabajen de buena gana, como para el Señor y no como para nadie en este mundo.

Antes de concluir nuestra discusión sobre este punto, debemos observar que una corriente de pensamiento considera que 1 Timoteo 5:17-18 contradice la perspectiva que hemos descrito. Según esta postura, ser anciano de la iglesia (en general el equivalente a un pastor o sacerdote en el uso moderno de la iglesia) es de hecho un llamado superior.

1 Timoteo 5:17-18

Los ancianos que dirigen bien los asuntos de la iglesia son dignos de doble honor, especialmente los que dedican sus esfuerzos a la predicación y a la enseñanza. Pues la Escritura dice: «No le pongas bozal al buey mientras esté trillando», y «El trabajador merece que se le pague su salario».

Según esta postura, ser pastor es un «doble honor» comparado con otras profesiones. Pero la mayoría de los comentarios rechazan esta interpretación2. Una lectura más apropiada es que los ancianos que realizan bien su trabajo merecen un doble honor (u honorario) en comparación con los ancianos que meramente realizan su trabajo de manera aceptable. Alternativamente, el contraste puede ser entre los ancianos que trabajan voluntariamente en su tiempo libre y los ancianos que trabajan a tiempo completo para la iglesia3. Las citas del Antiguo Testamento acerca de la remuneración refuerzan aún más la percepción de que este pasaje se trata de recompensar a los ancianos de alto desempeño o de tiempo completo, no de comparar el trabajo eclesiástico con otro tipo de trabajo. Esto significa que los ancianos que trabajan a tiempo completo para la iglesia, y lo hacen bien, merecen que la iglesia les pague adecuadamente. La verdadera comparación del pasaje es entre los pastores, no entre pastores y laicos.

Los únicos empleos que no tienen un estatus igualitario ante los ojos de Dios son los que requieren trabajos prohibidos en la Biblia o son incompatibles con sus valores. Por ejemplo, trabajos que requieran homicidio, adulterio, robo, falso testimonio o codicia (Éxodo 20:13-17), usura (Levítico 25:26), perjuicio a la salud (Mateo 10:8), o daño al medio ambiente (Génesis 2:15) son ilegítimos delante de Dios. Esto no quiere decir que las personas que realizan estos trabajos tengan un estatus inferior a ojos de Dios. Las personas cuyas circunstancias las conducen a un trabajo ilegítimo no son personas ilegítimas. Tales trabajos podrían ser el menor de dos males en ciertas situaciones, pero jamás podrían ser el trabajo deseado por Dios para nadie.

Eusebio, The Proof of the Gospel, ed. y trad. W.J. Ferrar (Grand Rapids: Baker, 1981), libro. 1, cap. 8, 48-49.

I. Howard Marshall, The Pastoral Epistles, The International Critical Commentary (Edinburgh: T & T Clark, 1999), 610ss.

William D. Mounce, Pastoral Epistles, Word Biblical Commentary Vol. 46, (Nashville, TN: Thomas Nelson, 2000), 309.

Cambio de empleo

Regresar al Índice Regresar al Índice

Si Dios dirige o guía a las personas a su trabajo, ¿podría alguna vez ser legítimo cambiar de empleo? ¿No sería eso rechazar la dirección de Dios al trabajo que ya tienes? Martín Lutero, el teólogo protestante del siglo XVI, sostuvo un famoso alegato contra el cambio de empleo. Esto se basaba en gran medida en su comprensión de este pasaje:

1 Corintios 7:20

Que cada uno permanezca en la condición [klesei] en que estaba cuando Dios lo llamó.

Pero hoy muchos dicen que la postura de Lutero respecto a un llamado individual a un rol social o laboral se debe a su incorrecta traducción del término griego klesei en 1 Corintios 7:20 como «vocación» o «llamado», en el sentido de ocupación. Esto influyó en la Biblia inglesa King James, que dice que cada hombre permanezca en el llamado en el que Dios lo llamó. Contrastemos esto con la traducción moderna más libre: «Que cada uno permanezca en la condición en que estaba cuando Dios lo llamó» (NVI) o se convirtió.

Juan Calvino, contemporáneo de Lutero, no aceptó la interpretación de Lutero; tampoco lo hacen la mayoría de los teólogos modernos. De partida, no parece dar cuenta adecuadamente del verso siguiente, el cual sugiere que el cambio de ocupación es legítimo, al menos en ciertas circunstancias:

1 Corintios 7:21

¿Eras esclavo cuando fuiste llamado? No te preocupes, aunque, si tienes la oportunidad de conseguir tu libertad, aprovéchala1.

Para decidir entre estas dos posturas, necesitamos recordar que el pasaje en cuestión habla del matrimonio, no de la ocupación. El deseo de los corintios de ascender social y espiritualmente los llevó a cuestionar a Pablo respecto al matrimonio, e intentaban cambiar a un estado de soltería aparentemente más espiritual y celestial (1 Corintios 7:1). En respuesta, Pablo afirma su principio general de permanecer en el mismo estatus/clase y roles en los que estaban al convertirse. Después de todo, Cristo los llamó o los convirtió allí, con lo cual hizo sus roles sociales relativos, no absolutos2. La diferencia está entre llamar en una situación al convertirse (Calvino) y llamar a una situación (Lutero)3. Os Guinness captura el sentido de nuestro llamado primordial: «En primer lugar, somos llamados a Alguien (Dios), no a algo (tal como la maternidad, la política o la enseñanza) o a algún lugar (tal como un barrio pobre o Mongolia)»4.

No obstante, si bien el llamado de Dios a la conversión y conducta cristiana no se equipara con estas esferas sociales, está estrechamente relacionado con ellas y las santifica. Un uso secundario del lenguaje del llamado para los roles relacionales y laborales se justifica de todas formas, como señala Fee:

Pablo quiere decir que al llamar a una persona dentro de una situación dada, esa misma situación es tomada en el llamado y de esa forma santificada para él o ella. De manera similar, al salvar a una persona en ese contexto, con ello Cristo se lo «asigna» a él o ella como su lugar donde vivir la vida en Cristo… Precisamente porque nuestra vida está determinada por el llamado de Dios, no por nuestra situación, necesitamos aprender a continuar ahí como aquellos que están «delante de Dios…». Allí sirvamos al Señor… ya se trate de un matrimonio mixto, soltería, trabajo de obrero o de oficina, o condición socioeconómica5.

Luego Pablo ilustra su principio básico de «permanecer» en la propia situación u ocupación social mediante la irrelevancia última tanto de la circuncisión (1 Corintios 7:18-19) como de la esclavitud/ocupación (1 Corintios 7:21-24; cf. Gálatas 3:28) comparadas con la salvación. No obstante, en lugar de la postura de los corintios de que nuestro contexto relacional/ocupacional es un mero escenario o andamiaje que se debe descartar lo antes posible, Pablo lo ve como una potencial parte de nuestro llamado primordial a vivir la salvación pero en nuestros roles secundarios social y laboral. Al igual que los sacramentos, los llamados son una señal externa y visible de una transformación espiritual interna.

Para Pablo, nuestros contextos relacionales y ocupacionales no son accidentales sino providenciales. El permanecer en la situación en la que estabas cuando fuiste llamado o te convertiste potencialmente transforma aun la situación menos promisoria en un lugar de servicio a Dios. Pero esta no es una ley rígida. Pablo ve el cambio ocupacional o de rol como algo indeseable en algunos casos, por ejemplo, venderse como esclavo o cambiar la identidad racial (incircuncisión); e innecesario pero posible o deseable en otros, si, por ejemplo, un amo de esclavos o un cónyuge no cristiano le permite a uno la libertad (1 Corintios 7:15, 21).

En consecuencia, los corintios no necesitaban abandonar sus roles sociales, ni debían permanecer en ellos. La explicación de Pablo en 1 Corintios 7:29-31 subraya la tensión de la libertad cristiana en el matrimonio y el trabajo en un mundo caído entre el ahora y el todavía no del reino de Dios. «Nos queda poco tiempo. De aquí en adelante los que tienen esposa deben vivir como si no la tuvieran… los que compran algo, como si no lo poseyeran; los que disfrutan de las cosas de este mundo, como si no disfrutaran de ellas; porque este mundo, en su forma actual, está por desaparecer». Se nos llama a permanecer en nuestra situación/rol terrenal o creación, pero nuestra lealtad y preocupación fundamental es llamada a retirarse hacia la nueva creación6.

Lutero enfatiza el aspecto del permanecer del llamado porque él experimentó la distorsión causada por mil años de negación monástica del matrimonio y la vida en el mundo. Miroslav Volf, escribiendo 500 años más tarde, enfatiza el aspecto del retirarse porque la propia enseñanza de Lutero se distorsionó y llegó a ser una «Ética protestante del trabajo»7 en la cual el trabajo se convirtió en un llamado primordial o incluso la fuente de la salvación. Contra estas dos distorsiones, el Espíritu de la nueva creación transforma nuestra situación social y laboral para permitir que los dones florezcan8.

En suma, Pablo desafía a los corintios y a nosotros a mantener nuestra disponibilidad para el reino de Dios o la nueva creación pero sin abandonar los roles creados que ese reino preservará y perfeccionará. Aunque existe una tensión entre nuestros roles en la creación y en el reino de Dios (1 Corintios 7:29-31), entre ser llamado a permanecer y ser llamado a retirarse, ambas finalmente se reconcilian, porque el reino es «creación sanada» (Hans Küng)9.

Más recientemente, Miroslav Volf ha escrito que, dado que los factores mediante los cuales Dios dirige a las personas al trabajo pueden cambiar en el transcurso de una vida laboral, Dios puede efectivamente guiar a las personas a cambiar de trabajo10. Tus capacidades deberían crecer junto con tu experiencia en el servicio a Dios. Él puede dirigirte a tareas más grandes que requieren que cambies de empleo. «¡Hiciste bien, siervo bueno y fiel! En lo poco has sido fiel; te pondré a cargo de mucho más. ¡Ven a compartir la felicidad de tu señor!» (Mateo 25:21).

Por otra parte, si te vuelves cristiano a una edad adulta, ¿podría Dios requerir que cambies de trabajo? Podría parecer que hallar nueva vida en Cristo significa conseguir un nuevo empleo o carrera. Sin embargo, generalmente este no es el caso. Puesto que no existe una jerarquía de profesiones, generalmente es un error pensar que Dios quiere que encuentres un «llamado superior» al volverte cristiano. A menos que tu trabajo sea del tipo ilegítimo que analizamos anteriormente, o a menos que el empleo o los colegas amenacen con mantenerte estancado en hábitos no cristianos, puede que no haya necesidad de cambiar de trabajo. Sin embargo, ya sea que cambies de empleo o no, probablemente necesites hacer tu trabajo de forma distinta a como lo hacías antes, poniendo atención ahora a los mandatos, valores y virtudes bíblicas, como ocurrió con Zaqueo el cobrador de impuestos:

Lucas 19:5-9

Llegando al lugar, Jesús miró hacia arriba y le dijo: «Zaqueo, baja en seguida. Tengo que quedarme hoy en tu casa. Así que se apresuró a bajar y, muy contento, recibió a Jesús en su casa. Al ver esto, todos empezaron a murmurar: «Ha ido a hospedarse con un pecador». Pero Zaqueo dijo resueltamente: «Mira, Señor: Ahora mismo voy a dar a los pobres la mitad de mis bienes y, si en algo he defraudado a alguien, le devolveré cuatro veces la cantidad que sea». «Hoy ha llegado la salvación a esta casa —le dijo Jesús—, ya que este también es hijo de Abraham».

La versión inglesa NRVS tiene como lectura alternativa en una nota la idea de «aprovechar la oportunidad». Su lectura principal es más ambigua: «Haz uso de tu condición actual ahora más que nunca». Pero su versión alternativa es más congruente con la mayoría de las versiones inglesas modernas, y versiones españolas como NVI, NTV, RVC, DHH.

Gordon Fee, The First Epistle to the Corinthians, New International Commentary on the New Testament (NICNT) (Grand Rapids: Eerdmans, 1987), 314. El contexto más amplio de 1 Corintios muestra a los corintios social y espiritualmente inquietos deseando ascender espiritual y socialmente. Pablo mostró al comienzo que su revolucionario llamado o estatus «en Cristo» (1 Co 1:4-7, 27-30) relativizaba todos los demás llamados: racial (v. 24) y estatus social (v. 26ss.). Cf. Bruce W. Winter, Seek the Welfare of the City: Christians as Benefactors and Citizens (Carlisle/Grand Rapids: Paternoster/Eerdmans, 1994), 163f.

Miroslav Volf, Work in the Spirit: Toward a Theology of Work (Nueva York: Oxford University Press, 1991), 109s. citando a C. K. Barrett, First Corinthians, Black’s New Testament Commentary (Nueva York: Harper & Row, 1978), 169s. Contrasta la confusa paráfrasis de Lutero del v. 24 y su cambio desde «al cual» a «en la cual». «Permanece en el llamado al cual fuiste llamado, es decir, donde recibiste el evangelio; y permanece como estabas cuando fuiste llamado… Si eres llamado en la esclavitud, entonces permanece en la esclavitud en la cual fuiste llamado» (Luther’s Works ed. J. Pelikan vol. 28 (Philadelphia/St. Louis: Concordia and Muhlenberg/Fortress, 1955-76), 45-7. Cf. NVI v. 17, el cual sin usar el sustantivo «llamado» se refiere a «la condición que el Señor le asignó y a la cual Dios lo ha llamado», y en el v. 24 a permanecer «en la condición en que estaba cuando Dios lo llamó».

Os Guinness, The Call (Nashville: Word, 1998), 31.

Gordon Fee, The First Epistle to the Corinthians, New International Commentary on the New Testament (NICNT), 306s., 321s., cf. 314 y Guinness, The Call, 31. Fee no necesariamente ve a Dios llamando a las personas a ser esclavas, por ejemplo, sino que considera que cualquier situación social dada, incluso una tan mala como la esclavitud, tiene el potencial de volverse un lugar de servicio y adoración. Sin embargo, si ese potencial no se puede realizar y se presenta la oportunidad de liberación de la esclavitud, Pablo incentiva a aprovecharla. Ver v. 21. Sin embargo, la versión inglesa NRSV en el v. 21 parece implicar que Pablo quiere que los cristianos permanezcan en su situación de esclavitud mientras interiormente son libres en Cristo. Aun si esta es la mejor traducción, esto se debe leer a la luz del principio no dualista de Pablo de que nuestro estado interior mental y espiritual se tiene que materializar externamente en nuestras situaciones sociales en la medida de lo posible (cf. Romanos 12:1, 2).

Cf. Vincent L. Wimbush, Paul the Worldly Ascetic: Response to the World and Self-Understanding According to 1 Corinthians 7 (Macon, GA: Mercer Uni. Press, 1987), 15ss., 21: «Permanecer» no afirmaba el status quo. Más bien «relativizaba la importancia de todas las condiciones y relaciones terrenales. No obstante… incluso el “permanecer” se relativiza»: aquellos que tienen la oportunidad, por ejemplo, los esclavos, v. 21, «pueden cambiar su condición o estatus social sin que resulte afectado su estatus con Dios». «Permanecer» contraría el eslogan corintio de retraerse: cambiar de estatus o retirarse del mundo a una «existencia cristiana pneumática [espiritual]» superior. Las dos digresiones de Pablo en vv. 17-24 y 29-35 clarifican su principio de que los estatus terrenales no son nada delante de Dios. Por lo tanto, somos libres de vivir en el mundo, pero no de él, en «separación espiritual o “ascetismo interior mundano”» (Worldly, 70) «como si» según los vv. 29-31. Esto es porque las formas, las estructuras, instituciones y preocupaciones de este mundo (schema) no son malignas, sino pasajeras (Worldly, 33s.).

Os Guinness, The Call (Nashville: Word, 1998), 39 ss.

Ver Miroslav Volf, Work in the Spirit: Toward a Theology of Work (Nueva York: Oxford University Press), 1991, cap. 4, y Exclusion and Embrace: A Theological Exploration of Identity, Otherness, and Reconciliation (Nashville: Abingdon, 1996), 50-51. Esto también refleja el énfasis del Antiguo Testamento en los exiliados judíos que se establecen en Babilonia, viviendo y trabajando junto con los babilonios a la vez que oran y buscan «el bienestar [shalom] de la ciudad» (Jer 29:4-7). Esto se vuelve un paradigma para los cristianos del Nuevo Testamento esparcidos o dispersos en el mundo gentil. También hoy es un modelo apropiado para el pueblo esparcido de Dios llamado a trabajar en el mundo en «exilio» en Babilonia. Cf. Winter, Seek the Welfare of the City.

Hans Kung, On Being a Christian (Londres: Collins, 1975), 231.

Miroslav Volf, Work in the Spirit, 109.

Discernimiento de la dirección de dios sobre cómo trabajar

Regresar al Índice Regresar al Índice

Hemos sugerido varias veces que la manera en que uno trabaja es al menos tan importante para Dios como el empleo o profesión que se tiene. En todo empleo se tiene al menos alguna oportunidad de suplir las necesidades de la gente, utilizar nuestros dones y habilidades, y expresar —o descubrir— nuestros deseos más profundos. Tu decisión diaria de servir a Dios hoy es más importante que posicionarte para el trabajo correcto mañana. De hecho, lo poco que quizá puedas hacer hoy en el servicio a Dios suele ser la clave para ser capaz de hacer más en el futuro. «El que es honrado en lo poco también lo será en lo mucho», dijo Jesús (Lucas 16:10). En el transcurso de toda una vida, puedes servir a Cristo de la mejor forma sacándole partido a cada trabajo para sus propósitos, ya sea que te sientas llamado a cada trabajo o no.