Dirección a un empleo o profesión

Artículo / Producido por el Proyecto de la Teología del trabajo

Si bien a la mayoría de las personas Dios no les hace un llamado directo, individual e inconfundible a un trabajo o profesión específicos, Dios sí dirige a las personas de formas menos dramáticas, incluyendo el estudio bíblico, la oración, la comunidad cristiana y la reflexión individual. El desarrollo de un estado de alerta general a la dirección de Dios en la vida excede el propósito de este artículo. Pero veremos tres importantes consideraciones para discernir la dirección vocacional de Dios.

Las necesidades del mundo

Regresar al Índice Regresar al Índice

La primera consideración son las necesidades del mundo. El más potente indicador de lo que Dios quiere que hagas probablemente sea tu conciencia de lo que se necesita hacer para que el mundo sea más como Dios pretende que sea. Esto no necesariamente implica los enormes problemas mundiales, sino simplemente cualquier cosa en el mundo que precise que se haga. Ganarse la vida para sostenerte a ti mismo y a tu familia es un ejemplo que se menciona en la Biblia:

Proverbios 13:22

El hombre de bien deja herencia a sus nietos.

Proverbios 14:1

La mujer sabia edifica su casa; la necia, con sus manos la destruye.

1 Timoteo 5:8

El que no provee para los suyos, y sobre todo para los de su propia casa, ha negado la fe y es peor que un incrédulo.

Tito 3:14

Que aprendan los nuestros a empeñarse en hacer buenas obras, a fin de que atiendan a lo que es realmente necesario y no lleven una vida inútil.

 

Otro ejemplo bíblico es trabajar con el fin de suplir las necesidades de personas a tu alrededor aparte de tu familia:

Proverbios 14:21

¡Dichoso el que se compadece de los pobres!

1 Tesalonicenses 4:11

Pónganse como objetivo vivir una vida tranquila, ocúpense de sus propios asuntos y trabajen con sus manos, tal como los instruimos anteriormente (NTV).

Lucas 3:10-11

«¿Entonces qué debemos hacer?», le preguntaba la gente. «El que tiene dos camisas debe compartir con el que no tiene ninguna», les contestó Juan, «y el que tiene comida debe hacer lo mismo».

Proverbios 11:25

El que es generoso prospera; el que reanima será reanimado.

Mateo 25:34-36

Entonces dirá el Rey a los que estén a su derecha: «Vengan ustedes, a quienes mi Padre ha bendecido; reciban su herencia, el reino preparado para ustedes desde la creación del mundo. Porque tuve hambre, y ustedes me dieron de comer; tuve sed, y me dieron de beber; fui forastero, y me dieron alojamiento; necesité ropa, y me vistieron; estuve enfermo, y me atendieron; estuve en la cárcel, y me visitaron».

 

Trabajar para servir al bien de la sociedad en general también es un imperativo bíblico:

Jeremías 29:5-7

Construyan casas y habítenlas; planten huertos y coman de su fruto. Cásense, y tengan hijos e hijas; y casen a sus hijos e hijas, para que a su vez ellos les den nietos. Multiplíquense allá, y no disminuyan. Además, busquen el bienestar de la ciudad adonde los he deportado, y pidan al Señor por ella, porque el bienestar de ustedes depende del bienestar de la ciudad.

Desde luego, es imposible que tú suplas cada necesidad del mundo, así que tienes que acotarlo un poco. Comienza por las necesidades de las cuales eres personalmente responsable, tales como criar a tus hijos o pagar tus deudas. Más allá de eso, pon atención a las necesidades que estés en una buena posición de suplir, o que pocas otras personas están dispuestas a tratar, o que te parezcan especialmente apremiantes. Quizá estés en una buena posición para ser candidato a un cargo de elección popular en tu propia ciudad o pueblo, por ejemplo, en comparación con mudarse para hallar trabajo. Por otra parte, podrías ser una de las pocas personas dispuestas a documentar abusos contra los derechos humanos en un país al otro lado del mundo. O quizá te convenzas de que enseñar a jóvenes con problemas es más urgente que unirte a una banda. Además, podría volverse claro que algo en tu vida aparte de tu empleo o carrera es la manera más importante en que estás ayudando a satisfacer las necesidades del mundo. No tendría sentido conseguir un empleo para aconsejar a jóvenes en dificultades solo para descuidar a tus propios hijos.

El punto es que Dios le ha dado a cada uno la capacidad de reconocer parte de lo que el mundo necesita. Al parecer él espera que lo percibamos y nos pongamos a trabajar, en lugar de esperar un llamado especial de su parte. No existe una fórmula bíblica para traducir las necesidades del mundo a un llamado laboral preciso. Es por eso que debes buscar la dirección de Dios en las diversas formas de discernimiento que tienes disponibles.

Tus habilidades y dones

Regresar al Índice Regresar al Índice

La segunda consideración son tus habilidades y dones. La Biblia dice que Dios les da a las personas dones para que lleven a cabo la labor que él quiere que hagan, y menciona algunos de los dones y habilidades que Dios concede:

Isaías 28:24-26

Cuando un agricultor ara para sembrar, ¿lo hace sin descanso? ¿Se pasa todos los días rompiendo y rastrillando su terreno? Después de que ha emparejado la superficie, ¿no siembra eneldo y esparce comino? ¿No siembra trigo en hileras, cebada en el lugar debido, y centeno en las orillas? Es Dios quien lo instruye y le enseña cómo hacerlo.

Romanos 12:6-8

Tenemos dones diferentes1, según la gracia que se nos ha dado. Si el don de alguien es el de profecía, que lo use en proporción con su fe; si es el de prestar un servicio, que lo preste; si es el de enseñar, que enseñe; si es el de animar a otros, que los anime; si es el de socorrer a los necesitados, que dé con generosidad; si es el de dirigir, que dirija con esmero; si es el de mostrar compasión, que lo haga con alegría.

1 Corintios 12:7-10

A cada uno se le da una manifestación especial del Espíritu para el bien de los demás. A unos Dios les da por el Espíritu palabra de sabiduría; a otros, por el mismo Espíritu, palabra de conocimiento; a otros, fe por medio del mismo Espíritu; a otros, y por ese mismo Espíritu, dones para sanar enfermos; a otros, poderes milagrosos; a otros, profecía; a otros, el discernir espíritus; a otros, el hablar en diversas lenguas; y a otros, el interpretar lenguas.

Como muestran los dos últimos pasajes, cuando Pablo analiza los dones del Espíritu, normalmente se refiere a su uso en la iglesia. Pero si todo el trabajo que hacen los cristianos es hecho para el Señor (Colosenses 3:23), entonces podemos inferir que los dones del Espíritu también son dados para el uso en el lugar de trabajo. En consecuencia, los dones y habilidades proveen un elemento de orientación para discernir la dirección de Dios.

Se han desarrollado muchas herramientas para ayudar a las personas a discernir sus dones y darles uso en el contexto del ámbito laboral (ver «Para seguir explorando»). Sin embargo, es fácil poner demasiada atención a tus habilidades y dones. La actual generación de occidentales es la más analizada en cuanto a dones en la historia humana, pero esta afición por el análisis puede conducir a un ensimismamiento y desplazar la atención a las necesidades del mundo. Estos pasajes dicen que Dios concede dones para el bien común, no para la satisfacción personal. Además, en muchos casos, Dios da sus dones solo después que uno toma el trabajo donde los va a necesitar. Poner demasiada atención a los dones que ya tienes puede impedir que recibas los dones que Dios quiere darte.

No obstante, los dones que ya tienes pueden darte alguna indicación sobre la mejor forma de satisfacer las necesidades del mundo. Sería narcisista declarar que Dios te ha llamado a ser el pianista más grande del mundo, y luego esperar que él deposite en ti el talento necesario después de años de tocar mediocremente el piano y de una práctica deficiente. La orientación de carrera a través de las habilidades y dones es un difícil acto de equilibrio, razón por la cual se debe buscar en medio de una relación con Dios y los hermanos cristianos.

Aquí, una vez más, no debemos enfocarnos en el trabajo excluyendo el resto de la vida. Dios también da dones para nuestra vida familiar, amistades, recreación, voluntariado y toda la variedad de actividades de la vida.

Este verso (Romanos 12:6), a propósito, fue la inspiración y la fuente del título bajo el cual se publicó la herramienta Myers-Briggs Personality Type Indicator, y no cabe duda de que muchos en el mundo en general consideran que los dones de Dios son un elemento esencial del llamado profesional. Ver Isabel Myers, Gifts Differing: Understanding Personality Type (Palo Alto, CA: CPP Books, 1993).

Tus deseos más auténticos

Regresar al Índice Regresar al Índice

Finalmente, la Biblia dice que tus deseos más auténticos o profundos también son importantes para Dios.

Salmo 37:4

Deléitate en el Señor, y él te concederá los deseos de tu corazón.

Salmo 145:19

Cumple los deseos de quienes le temen; atiende a su clamor y los salva.

Mateo 5:6

Dichosos los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados.

Juan 16:24

Hasta ahora no han pedido nada en mi nombre. Pidan y recibirán, para que su alegría sea completa.

A veces los cristianos esperan que, si Dios los llama a algún trabajo, será algo que ellos detestan. De lo contrario, ¿por qué tendría Dios que llamarlos a ello? Una morbosa fantasía cristiana es pensar en un país en el que uno odiaría vivir, y luego suponer que Dios lo está llamando a ser misionero allí. Pero los mejores misioneros tienen un gran deseo por el lugar y las personas a las que sirven. Además, ¿quién dice que Dios quiere que seas misionero? Si Dios te está guiando hacia algún tipo de trabajo o profesión, es más probable que puedas hallar un profundo deseo por ello en tu corazón.

Sin embargo, puede ser extremadamente difícil conectarse con los deseos más auténticos o profundos. Nuestras motivaciones se vuelven tan confusas a causa del pecado y el deterioro del mundo que nuestros deseos aparentes suelen estar lejos de los verdaderos deseos que Dios ha implantado en lo profundo de nuestro corazón.

Romanos 7:8, 15, 21-23

Pero el pecado, aprovechando la oportunidad que le proporcionó el mandamiento, despertó en mí toda clase de codicia. Porque aparte de la ley el pecado está muerto… No entiendo lo que me pasa, pues no hago lo que quiero, sino lo que aborrezco… Así que descubro esta ley: que, cuando quiero hacer el bien, me acompaña el mal. Porque en lo íntimo de mi ser me deleito en la ley de Dios; pero me doy cuenta de que en los miembros de mi cuerpo hay otra ley, que es la ley del pecado. Esta ley lucha contra la ley de mi mente, y me tiene cautivo..

Por este motivo, no podemos simplemente decir: «Haz lo que te haga feliz». Lo que te hace feliz —o al parecer te hace feliz— podría estar lejos de satisfacer las necesidades del mundo, o de usar tus habilidades y dones para el bien común, o incluso de realizar tus verdaderos deseos. Y lo opuesto suele ser cierto, el trabajo que realizaría tu auténtico deseo a primera vista parece indeseable, y puede requerir un gran sacrificio y arduo trabajo. Y tus verdaderos deseos se pueden realizar en muchas áreas de la vida, no necesariamente en el trabajo. Saber lo que realmente deseas requiere madurez espiritual, quizá más de la que puedas tener al momento de enfrentar una decisión. Pero por lo menos puedes deshacerte de la idea de que Dios solo te llama a algo que detestas. A la luz de esto, Frederick Buechner escribe: «El lugar adonde Dios te llama es donde convergen tu profunda alegría y la profunda hambre del mundo»1.

Frederick Buechner, Wishful Thinking: A Seeker’s ABC, ed. rev. (San Francisco: Harper, 1993) en la entrada “Calling”.

Libertad en cristo

Regresar al Índice Regresar al Índice

Estas tres consideraciones —las necesidades del mundo, tus habilidades y dones, y tus más auténticos deseos— son guías, pero no son absolutas. De partida, en un mundo caído, puede que tengas muy poca capacidad de escoger tu empleo, de todos modos. A través de la historia, la mayoría de las personas han tenido el trabajo de esclavo, agricultor o dueña de casa, y esa sigue siendo la situación en gran parte del mundo. Cuesta imaginar que —aparte de unos pocos países desarrollados— Dios quiere que la mayoría de las personas sean esclavas, agricultoras o dueñas de casa. Más bien pareciera que las circunstancias impiden que la mayoría de las personas escojan el trabajo que verdaderamente desean realizar. Esto no implica que algunas personas no disfruten o no deberían disfrutar la agricultura, la atención del hogar, o cualquier otro tipo de trabajo legítimo, sino más bien que las circunstancias del mundo dictan que muchas personas trabajan en empleos que no les gustan. No obstante, bajo el cuidado de Dios, incluso ser esclavo puede ser una bendición (Mateo 24:45-47, 1 Corintios 7:21-24). Esto de ninguna forma legitima la esclavitud en el mundo actual. Simplemente significa que Dios está contigo dondequiera que trabajes. Puede ser mejor aprender a apreciar el trabajo que tienes —y hallar formas de participar en la obra de Cristo en ese empleo— que tratar de hallar un trabajo que creas que te va a gustar más.

Incluso en las economías desarrolladas, muchas personas tienen pocas opciones en cuanto al tipo de trabajo con el que se ganan la vida. La comunidad cristiana haría bien en equipar a las personas tanto para tomar decisiones respecto a su profesión, como para seguir la dirección de Dios en cualquier trabajo que estemos realizando. Cualquiera que sea tu empleo, los dones de Dios te permiten trabajar para el bien común, hallar más conformidad en tu trabajo, y superar o soportar los aspectos negativos de tu situación. Lo que es más importante, Dios promete una final liberación del arduo trabajo, de la labor agotadora, y los cardos.

¿Qué hay de aquellos con pocas alternativas y un llamado difícil? ¿Puede el trabajo duro y extenuante, una necesidad humana, ser un llamado? Pensemos, por ejemplo, en la historia de Graeme Marriott de sus llamados como padre de tres hijos y capataz en CBM Waste Management.

Somos una pequeña… compañía. Habíamos entrado en el reciclaje, pero no es muy rentable. Nuestra atención se vuelve hacia la disposición de desechos. Mi labor es operar el lugar: organizo y hago algunos trámites. Recogemos basura y reciclamos… Hay tres personas, y comenzamos a las 3 a. m… Conduzco el compactador la mitad del recorrido, y corro detrás del camión la otra mitad. Lo he estado haciendo por seis años. Proceso el reciclaje todos los días. Es un trabajo manual pesado. Hay que levantar cosas, hay mucho ruido especialmente cuando se procesa. Correr… calles empinadas es físicamente exigente especialmente en verano… Hay que empezar temprano, y eso interrumpe la vida familiar. Se trabaja todos los días, en todas las condiciones atmosféricas, incluso en días feriados. Al ser un servicio esencial, no se pueden tener días libres. Me gusta el desafío del aspecto físico: ¿qué tan rápidos y eficientes podemos llegar a ser?

Pero es una labor bastante mecánica: aplastar botellas, correr detrás del camión… La gente me pregunta acerca de mi trabajo y me ven como un vago. En cierto sentido es el último de los empleos. Pero es esencial y la gente depende de él.  Si nos fuéramos a huelga, y la basura comenzara a apilarse, sería un riesgo sanitario… El reciclaje es más importante estos días, y me respetan un poco. La escuela de mi hija me pidió que les hablara a los niños acerca del reciclaje. Estos temas del reciclaje nos afectan a todos, así que mi rol es importante. Sé que aunque a veces cuesta decirlo, Dios me ha llamado a hacer mi trabajo.

Graeme tiene un empleo extenuante, pero él le saca provecho, compartiendo los aspectos difíciles, y se toma en serio su responsabilidad como algo que proviene de la mano de Dios.

Aun si efectivamente tienes la libertad de escoger tu trabajo, estas tres consideraciones son guías, no dictadores. En Cristo, los creyentes tienen perfecta libertad:

Juan 8:36

Si el Hijo los libera, serán ustedes verdaderamente libres.

2 Corintios 3:17

Ahora bien, el Señor es el Espíritu; y, donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad

Eso significa que tienes la libertad de tomar riesgos, de fallar, y cometer errores. Dios podría guiarte a un empleo del cual no sabes nada, para el cual no tienes habilidad, y no crees que te gustaría. ¿Estarías dispuesto a tomar ese empleo? A la inversa, más tarde en la vida podrías descubrir que pasaste por alto el llamado profesional de Dios para ti. Cobra ánimo, porque al final no serás juzgado por conseguir el empleo adecuado o realizar el potencial que Dios te ha dado. Serás juzgado según los méritos de Jesucristo, que se te aplica por la gracia de Dios al darte fe. El llamado a pertenecer a Cristo es el único llamado imprescindible.

El cuerpo de Cristo en la tierra es la comunidad de creyentes (Romanos 12:5). Por lo tanto, la libertad en Cristo significa que el llamado o dirección de Dios se discierne mejor en diálogo con la comunidad, no aisladamente. Ya hemos visto que las necesidades del mundo (una forma de comunidad) son importantes en tanto que disciernes a qué tipo de trabajo te está dirigiendo Dios. La comunidad también es un importante factor en cómo disciernes la dirección de Dios. En Hechos leemos acerca de la dirección del Espíritu Santo cuando Pablo y Bernabé fueron enviados por la iglesia de Antioquía en una misión (Hechos 13:2-3) y cuando los gentiles fueron aceptados en la que entonces era una iglesia mayoritariamente judía sin las gravosas leyes judías: «Nos pareció bien al Espíritu Santo y a nosotros» (Hechos 15:28). Tal discernimiento comunitario, lidiando unos con otros y en una mutua rendición de cuentas, es un buen modelo para nuestro discernimiento vocacional, aunque obviamente también hay libertad y responsabilidad individual.

El arzobispo William Temple estaba en lo correcto en que elegir una carrera por razones egoístas o individuales, sin un verdadero sentido de llamado, confirmado colectivamente, «probablemente sea el mayor pecado que cualquier joven pueda cometer, porque consiste en apartar deliberadamente de la lealtad a Dios la mayor parte del tiempo y la fuerza»1. Pero la falta es en igual medida —si no mayor— de la iglesia que ha dejado a las personas a sus propios recursos, sin el beneficio del discernimiento comunitario y la orientación vocacional, a menos que estén considerando el ministerio ordenado. No obstante, puedes tomar la iniciativa de reunir a tu comunidad para que te ayude a discernir tu llamado. Hazles las siguientes preguntas a las personas de tu comunidad que mejor te conocen: ¿qué perciben los demás como la dirección de Dios para ti? ¿Qué experimentan ellos como tus dones y habilidades, las necesidades del mundo, y los deseos más profundos que disciernen en ti? Inicia discusiones acerca de la dirección de Dios con las personas de tu comunidad que te conocen bien. Puede ser sabio hablar con un compañero o consejero espiritual, reunir opiniones de personas con las que trabajas, o pedirle a un grupo de personas que se reúnan contigo regularmente en tanto que disciernes la dirección de Dios.

La comunidad es también un elemento esencial en el discernimiento de quién es guiado hacia los distintos tipos de trabajo necesarios en el mundo. Muchas personas pueden tener dones y deseos similares que pueden ayudar a satisfacer las necesidades del mundo. Pero puede que Dios no quiera que todos ellos hagan el mismo trabajo. Necesitas discernir no solo el trabajo al que Dios te está dirigiendo, sino también el trabajo al que está dirigiendo a otros. La comunidad necesita un todo equilibrado que trabaje en armonía. Por ejemplo, los médicos aportan poderosos dones y habilidades —y generalmente un profundo deseo de sanidad— a las grandes necesidades del mundo de salud física. No obstante, en Estados Unidos al menos, puede haber demasiados especialistas y no suficientes médicos de atención primaria que satisfagan las necesidades de la comunidad. Uno a uno, los estudiantes de medicina están compatibilizando sus dones, deseos y las necesidades del mundo para discernir una dirección hacia la medicina. Pero en general, el conjunto de médicos se está desequilibrando un poco. El discernimiento del llamado de Dios es una labor comunitaria.

Citado sin fuente en Os Guinness, The Call (Nashville: Word, 1998) 47.