“Bienaventurados los que lloran, pues ellos serán consolados” (Mateo 5:4)

Comentario Bíblico / Producido por el Proyecto de la Teología del trabajo

La segunda bienaventuranza se desarrolla sobre un reconocimiento mental de nuestra pobreza espiritual agregando una respuesta emocional de tristeza. Enfrentar la perversidad de nuestra propia vida nos entristece y enfrentar la perversidad en el mundo —que incluye el mal en nuestro lugar de trabajo— también conmueve nuestras emociones causando dolor. La perversidad puede venir de nosotros mismos, de otras personas o de fuentes desconocidas. De cualquier forma, cuando nos entristecemos honestamente por las malas palabras, los malos actos o las malas políticas en el trabajo, Dios ve nuestra aflicción y nos consuela con el conocimiento de que no siempre será de esa manera.

Los que son bendecidos con el llanto por sus propias fallas, pueden recibir consuelo en el trabajo admitiendo sus errores. Si cometemos un error con un colega, estudiante, cliente, empleado u otra persona, lo admitimos y le pedimos perdón. ¡Eso requiere valentía! Sin la bendición emocional de la tristeza por nuestras acciones, probablemente nunca tendríamos la valentía para admitir nuestros errores. Pero si lo hacemos, nos podemos sorprender de que con frecuencia, las personas están dispuestas a perdonarnos. Y si, alguna vez, otros se aprovechan de que admitimos nuestra la culpa, podemos recurrir a la bendición de la humildad que fluye de las primeras bienaventuranzas.

En algunas empresas, las personas han descubierto que expresar la aflicción es una forma eficaz de trabajar. Toro, el fabricante de tractores y equipos para jardinería, adoptó la práctica de mostrar interés por las personas que fueron heridas mientras usaban sus productos. Tan pronto como la compañía se entera de que una persona fue herida, contacta al afectado para expresarle su pena y ofrecer ayuda. También pide sugerencias para mejorar el producto. Aunque parezca sorprendente, este método ha reducido el número de demandas por parte de los clientes en un periodo de muchos años.[1] El hospital de Virginia Mason tuvo resultados similares al reconocer su responsabilidad en la muerte de los pacientes.[2]

“Kendrick B. Melrose: Caring about People: Employees and Customers” [Kendrick B. Melrose: el interés por las personas: empleados y clientes], Ethix 55 (Septiembre del 2007),  (http://ethix.org/2007/10/01/caring-about-people-employees-and-customers).

“Dr. Gary Kaplan: Determined Steps to Transformation” [Dr. Gary Kaplan: pasos determinados hacia la transformación] Ethix 73 (Enero del 2001), (http://ethix.org/2011/01/11/dr-gary-s-kaplan-determined-steps-to-transformation).