El trabajo del buen samaritano - Amar a su prójimo como a usted mismo (Lucas 10:25-37)

Comentario Bíblico /

El tema de la provisión de Dios por medio del trabajo humano continúa en la parábola del buen samaritano. En esta parábola, la provisión de Dios para la víctima de un crimen viene por medio de la compasión de un viajero extranjero, quien evidentemente tiene suficiente riqueza para pagar por la atención médica de un extraño. Esta es quizá la más conocida de todas las parábolas de Jesús, aunque solo se encuentra en el Evangelio de Lucas, inmediatamente después del relato del Gran Mandamiento. En los Evangelios de Mateo y Marcos, Jesús dice que el mandamiento mayor en toda la Escritura es “amar a Dios” y “amar al prójimo”. En Lucas 10:25–37, la discusión sobre el gran mandamiento continúa directamente en la parábola del buen samaritano. Para más información acerca de las implicaciones del Gran Mandamiento en el lugar de trabajo, ver “El gran mandamiento tiene un gran alcance (Mateo 22:34–40)” y “Nuestro trabajo cumple el gran mandamiento (Marcos 12:28–34)”.

En el relato de Lucas, el abogado comienza preguntándole a Jesús qué debe hacer para heredar la vida eterna. Jesús le pide que resuma lo que está escrito en la ley y el abogado responde con el Gran Mandamiento, “Amarás al Señor tu Dios… y a tu prójimo como a ti mismo”. Jesús responde que esta es en verdad la clave de la vida.

Entonces, el abogado le hace una pregunta de seguimiento a Jesús, “¿Y quién es mi prójimo?” Jesús le responde por medio de una historia que ha sido llamada “la parábola del buen samaritano”. Esta historia es tan cautivante que se ha extendido al conocimiento popular más allá de los círculos cristianos. Las personas que nunca han tenido una Biblia en las manos reconocen el significado del término “buen samaritano” como alguien que cuida a un extraño en necesidad.

Ya que culturalmente se cree que el “buen samaritano” es alguien con un talento extraordinario para la compasión, podemos estar tentados a pasar por alto al samaritano real de la historia de Jesús. Además, examinar por qué el samaritano que Jesús describe era un hombre de negocios, es importante para la perspectiva de nuestro propio trabajo.

El samaritano en la historia de Jesús se encuentra con el judío que fue herido por algunos ladrones en una ruta de negocios reconocida. Es probable que el samaritano transitara por esa ruta comercial con frecuencia, como lo evidencia el hecho de que lo conocían en una posada cercana y el administrador lo consideraba tan confiable como para concederle una extensión de servicios a crédito. Sea cual fuere la naturaleza de su negocio, el samaritano era lo suficientemente exitoso como para comprar aceite y vino con propósitos médicos y pagar el alojamiento en la posada para un completo desconocido. Está dispuesto a gastar su dinero y su tiempo en alguien que no conoce y además, hace esperar a sus otros negocios con el fin de velar por las necesidades de un desconocido herido.

Entonces, la parábola del buen samaritano se puede interpretar como una historia que nos anima a usar nuestro éxito material para el beneficio de otros. El héroe de la parábola gasta su dinero en un extranjero sin ninguna obligación directa de hacerlo ya que no tienen un parentesco y tampoco comparten la misma fe. De hecho, los samaritanos y los judíos eran hostiles unos con otros. Y aun así, en la mente de Jesús, amar a Dios es convertir en nuestro “prójimo” a todo aquel que necesite nuestra ayuda. Jesús enfatiza este punto invirtiendo el sentido de la pregunta original del abogado. Las palabras del abogado son, “¿quién es mi prójimo”, una pregunta que comienza concentrándose en él mismo y agrega la cuestión de a quién está obligado a ayudar. Jesús la invierte diciendo, “¿Cuál de estos tres piensas tú que demostró ser prójimo del que cayó en manos de los salteadores?”, lo cual se centra en el hombre en necesidad y pregunta quién está obligado a ayudarle. ¿Comenzar pensando en la persona necesitada y no en nosotros mismos nos da una perspectiva diferente acerca del llamado de Dios a ayudar?

Esto no significa que el llamado sea a estar disponibles de manera absoluta e infinita. Nadie está llamado a suplir todas las necesidades del mundo, lo cual va más allá de nuestra capacidad. El samaritano no renuncia a su trabajo para ir a buscar a todos los viajeros heridos en el Imperio romano. Sin embargo, cuando se cruza en el camino —literalmente— con alguien que necesita una ayuda que él puede dar, decide actuar. “El prójimo”, dice el predicador Haddon Robinson, “es alguien que tiene necesidades que usted puede suplir”.

El samaritano no solo ayuda al hombre herido dándole algunas monedas. En cambio, se asegura de que se suplan todas las necesidades del hombre, tanto las necesidades médicas inmediatas como la de un espacio para recuperarse. Por tanto, el samaritano cuida al hombre como cuidaría de sí mismo. Esta acción cumple Levítico 19:18, “amarás a tu prójimo como a ti mismo”. El samaritano asume un riesgo extraordinario para ayudar a este desconocido, ya que se arriesga a que los mismos bandidos lo ataquen cuando se detiene a ver qué le pasó al hombre, se arriesga a que el administrador de la posada lo engañe, se arriesga a llevar la carga del gasto y el peso emocional de cuidar a un enfermo crónico. Con todo, decide asumir estos riesgos porque actúa como si su propia vida fuera la que estuviera en peligro. Este es el mejor ejemplo de Jesús de lo que puede significar ser el prójimo que “ama a su prójimo como a sí mismo”.

Otra característica de la historia que pudo sorprender a la audiencia de Jesús es la etnicidad del héroe, un samaritano. El pueblo de Jesús, los judíos, consideraban que los samaritanos eran inferiores étnica y religiosamente. Aun así, el samaritano actúa más acorde con la ley de Moisés que los líderes religiosos judíos que pasaron al lado del hombre en el camino. Su presencia en el territorio judío no es un peligro que se deba temer sino una gracia salvadora bien recibida.

En el trabajo, tenemos muchas oportunidades de ser el prójimo de nuestros compañeros, clientes y otras personas de toda etnia o cultura. Ser un buen samaritano en el lugar de trabajo implica cultivar una conciencia específica de las necesidades de los demás. ¿Existen personas en su lugar de trabajo a quienes se les está robando de alguna manera? Con frecuencia, a ciertos grupos étnicos se les priva del reconocimiento o el ascenso. Un cristiano consciente debería ser quien dijera, “¿le estamos dando un trato justo a esta persona?”

De forma similar, así como la enemistad había crecido entre los judíos y los samaritanos, la administración y los empleados se consideran unos a otros como dos tribus distintas, aunque no debería ser así necesariamente. Cierta compañía no lo vio de esa manera en lo absoluto. Arthur Demoulas, Director ejecutivo de la cadena de supermercados Market Basket decidió tratar a sus empleados de una forma excepcional, pagándoles mucho más que el salario mínimo y negándose a eliminar el plan de distribución de utilidades incluso cuando la empresa perdió dinero durante una crisis económica. Él se relacionó de forma directa con sus trabajadores memorizando los nombres de todos los que pudo, lo cual no era algo insignificante en una compañía de 25.000 empleados. Cuando la junta directiva de Market Basket despidió a Arthur Demoulas en el 2014, en gran parte por causa de sus prácticas generosas, los empleados de la cadena de supermercados hicieron una huelga. Ellos se negaron a surtir los estantes hasta que Arthur Demoulas volviera a tener el control de la compañía. Esta fue quizá la primera instancia conocida en la que los trabajadores de una compañía grande se organizaron a nivel de las bases para escoger a su propio Director ejecutivo, lo cual fue alimentado por la generosidad abnegada de Arthur Demoulas.

En este caso, ser un buen samaritano potenció el éxito de Arthur Demoulas. Tal vez cuando Jesús dice, “ve y haz tú lo mismo”, no solo está dando un buen consejo espiritual, sino también un buen consejo de negocios.