El riesgo: la parábola de las diez minas (Lucas 19:11-27)

Comentario Bíblico / Producido por el Proyecto de la Teología del trabajo

La parábola de las diez minas (“cinco kilos de plata” en la versión NTV) se da en el lugar de trabajo de las altas finanzas. Un noble rico —que pronto sería poderoso— hace un viaje largo para ser coronado como rey. La mayoría de sus ciudadanos lo odiaban y enviaron el mensaje de que se oponían a esa coronación (Lc 19:14). En su ausencia, este hombre les encarga a tres de sus siervos que inviertan su dinero, de los cuales dos toman el riesgo de invertirlo y obtienen ganancias generosas, pero el tercero tiene miedo de arriesgarse y por eso pone el dinero en un lugar seguro y no obtiene ganancias. Cuando el señor regresa, se ha convertido en rey de todo el territorio y decide recompensar a los dos siervos que ganaron dinero para él dándoles un ascenso a posiciones altas. Sin embargo, castiga al tercer siervo por haber guardado el dinero que no produjo ganancias. Entonces, ordena que todos los que se opusieron a él sean asesinados en su presencia.

Jesús cuenta esta parábola justo antes de ir a Jerusalén, en donde fue coronado como rey (“¡Bendito el Rey que viene en el nombre del Señor!” Lc 19:38) pero poco después fue rechazado por su pueblo. Esto identifica a Jesús con el noble de la parábola y a la multitud que grita “¡Crucifícale!” (Lc 23:21) con las personas que se oponen a la coronación del noble.  Por esto sabemos que las personas han juzgado muy mal al que pronto será su rey, a excepción de los dos siervos que trabajan diligentemente en su ausencia. En este contexto, la parábola nos advierte que debemos decidir si creemos en realidad que Jesús es el rey designado por Dios y estar preparados para soportar las consecuencias de nuestra decisión ya sea de servirle o de oponernos a Él.[1]

Esta parábola deja claro que los ciudadanos del reino de Dios tienen la responsabilidad de trabajar por las metas y propósitos de Dios. En esta parábola, el rey les dice directamente a sus siervos lo que espera que hagan, que es invertir su dinero. Este llamado o mandato específico aclara que predicar, sanar y evangelizar (los llamados de los apóstoles) no son las únicas actividades a las que Dios llama a las personas. Por supuesto, no todos en el reino de Dios son llamados a ser inversionistas y en esta parábola, solo son tres personas las que deben ejercer esta labor. El punto es que reconocer a Dios como rey exige que trabajemos por Sus propósitos en nuestro entorno laboral, cualquiera que sea.

Desde este punto de vista, la parábola sugiere que si decidimos aceptar a Jesús como rey, debemos esperar que haya riesgo en nuestro camino. Los siervos que invirtieron el dinero de su señor enfrentaron el riesgo de ser atacados por los que rechazaban la autoridad del señor. Además, enfrentaron el riesgo de decepcionar a su señor haciendo inversiones que causaran pérdidas. Incluso su éxito los expone al riesgo, ya que ahora que lo han probado y han sido ascendidos, se arriesgan a volverse codiciosos o que el poder se les suba a la cabeza. También enfrentan el riesgo de que sus próximas inversiones —que tendrán sumas mucho más altas— fracasen y los expongan a consecuencias mucho más severas. Habitualmente, en la práctica de negocios (y deportes) anglo-estadounidenses, los Directores ejecutivos (y los entrenadores principales) son despedidos cuando hay resultados mediocres, mientras que los que tienen posiciones de más bajo nivel solo son despedidos por causa de un desempeño excepcionalmente deficiente. Ni el fracaso ni el éxito son seguros en esta parábola y tampoco en el lugar de trabajo actual. Es tentador querer protegerse, cubrirse y buscar una forma segura de acomodarse al sistema mientras que se espera que las cosas mejoren. Pero esconderse es una acción que Jesús condena en esta parábola. El siervo que trata de evitar el riesgo es señalado como infiel. No se nos dice qué habría ocurrido si los otros dos siervos hubieran perdido el dinero en sus inversiones, pero la implicación es que todas las inversiones hechas en servicio fiel a Dios son agradables para Él, sea que alcancen o no su resultado deseado.

(Para consultar una discusión acerca de la parábola similar de los talentos, ver “Mateo 25:14–30” en “Mateo y el trabajo”).

Darrell L. Bock, Luke 9:51–24:53 [Lucas 9:51–24:53], Baker Exegetical Commentary on the New Testament [Comentario exegético Baker del Nuevo Testamento] (Grand Rapids: Baker Books, 1996), 1525–45.