El trabajo y la adoración (Miqueas 6:6-8; Amós 5:21-24; Oseas 4-11)
A los ojos del profeta, la justicia no es simplemente un tema secular. El llamado de Miqueas a la justicia en el versículo 6:8 se encuentra después de una observación de que la justicia es mejor que los sacrificios religiosos extravagantes (Miq 6:6–7). Oseas y Amós expanden este punto. Por medio de Amós, Dios se opone a la separación entre el cumplimiento religioso y la acción ética.
Aborrezco, desprecio vuestras fiestas, tampoco me agradan vuestras asambleas solemnes. Aunque me ofrezcáis holocaustos y vuestras ofrendas de grano, no los aceptaré; ni miraré a las ofrendas de paz de vuestros animales cebados. Aparta de Mí el ruido de tus cánticos, pues no escucharé siquiera la música de tus arpas. Pero corra el juicio como las aguas y la justicia como corriente inagotable. (Am 5:21–24)
Oseas nos muestra más profundamente la relación entre estar cimentados espiritualmente y hacer un buen trabajo. El trabajo bueno surge directamente de la fidelidad al pacto con Dios, y de forma contraria, el mal trabajo nos aleja de la presencia de Dios.
Escuchad la palabra del Señor, hijos de Israel, porque el Señor tiene querella contra los habitantes de la tierra, pues no hay fidelidad, ni misericordia, ni conocimiento de Dios en la tierra. Sólo hay perjurio, mentira, asesinato, robo y adulterio. Emplean la violencia, y homicidios tras homicidios se suceden. Por eso la tierra está de luto, y languidece todo morador en ella junto con las bestias del campo y las aves del cielo; aun los peces del mar desaparecen… Mi pueblo es destruido por falta de conocimiento. Por cuanto tú has rechazado el conocimiento, Yo también te rechazaré para que no seas Mi sacerdote; como has olvidado la ley de tu Dios, Yo también me olvidaré de tus hijos. (Os 4:1–3, 6)
A decir verdad, si nos rehusamos a realizar un trabajo justo, ético y bueno, se cuestiona nuestra afirmación de que somos adoradores de Dios. Si le dedicamos un día a la semana a adorar a Dios, pero después ignoramos Sus caminos los otros seis días, ¿el único día de adoración representa lo que somos en realidad? Oseas se queja de que la maldad de Israel en el trabajo desmiente su adoración a Dios. Su trabajo es fraudulento, lo que se ejemplifica con linderos que se mueven para engañar a los vecinos y quitarles parte de sus tierras (Os 5:10). Ellos practican el engaño (Os 7:1), incluso mientras declaran que adoran al Señor (Os 8:13–14) y no cumplen sus promesas (Os 10:4). Para reafirmar sus malos caminos, entran en alianzas políticas con poderes extranjeros opresores (Os 11:5–12:1). Hacen un mal uso de las habilidades laborales que Dios les ha dado (Os 13:2). Parecen religiosos, pero desobedecen a Dios (Os 11:7). Su corrupción e injusticia en el trabajo en realidad son señales de que se han vuelto devotos de dioses falsos (Os 9:7–17).
Este es un recordatorio de que el mundo laboral no se encuentra en un lugar aparte del resto de la vida. Si no trabajamos de acuerdo con los valores y las prioridades del pacto de Dios, nuestras vidas y trabajos serán incoherentes ética y espiritualmente. La forma en la que trabajamos durante la semana no cuestiona tanto si somos obedientes al Dios que adoramos, sino el hecho de si en realidad adoramos a Dios. Si Dios no es el dios de nuestras vidas todos los días, entonces es probable que en realidad tampoco sea nuestro dios el domingo. Si no agradamos a Dios en nuestro trabajo, no podemos agradarle en nuestra adoración.