Trabajar injustamente (Oseas 4:1-10; Amós 5:10-15; 8:5-6; Joel 2:28-29)
Cuando los profetas hablan de prostitución, casi nunca se refieren únicamente a esa línea de trabajo en particular. Comúnmente, también lo usan como una metáfora de injusticia, lo que por naturaleza es infidelidad al pacto con Dios (Os 4:7–10). Con un amplio recordatorio de que los salarios se pueden ganar de forma injusta, Amós acusa a los mercaderes que usan productos de baja calidad, pesas falsas y otros engaños para obtener una ganancia a costa de los consumidores vulnerables. Él hace varias acusaciones específicas en contra de las prácticas laborales de los israelitas ya que el trabajo en Israel se ha vuelto injusto y opresor (Am 5:7). Allí silencian a los que adoptan una posición firme en contra de la corrupción y la explotación —o incluso los que simplemente dicen la verdad (Am 5:10). Los dueños de los negocios usan su poder para explotar a los pobres y vulnerables (Am 5:11). La ley no es un obstáculo para su explotación porque existen muchos oficiales que están dispuestos a recibir sobornos para ignorar la situación. De hecho, el gobierno ha abandonado por completo su tarea de cuidar al pobre (Am 5:12). En todos estos casos, el problema no es que los israelitas tengan ocupaciones que sean inherentemente perversas, el problema es que están tergiversando los oficios que Dios desea que sean para bien —los negocios, los bienes raíces, las leyes y el gobierno— convirtiéndolas en formas de opresión. Se preguntan a sí mismos cuándo es el tiempo para, “achicar el efa, aumentar el siclo [hacer trampa en cuanto a las medidas] y engañar con balanzas falsas; para comprar por dinero a los desvalidos y a los pobres por un par de sandalias, y vender los desechos del trigo” (Am 8:5–6).
Muchas de las ocupaciones actuales con las que las personas se ganan la vida lícitamente pueden convertirse en algo injusto por la forma en las que se realizan. ¿Un fotógrafo debería tomar fotografías de todo lo que pide un cliente sin pensar en su efecto en sí mismo y en las demás personas que verán el resultado? ¿Un cirujano debería realizar cualquier clase de cirugía opcional por la que un paciente esté dispuesto a pagar? ¿Un agente hipotecario es responsable de asegurarse que un potencial deudor tiene la capacidad de pagar el préstamo sin una dificultad excesiva? ¿Es válido no ayudar a los compañeros de trabajo que están fallando porque en comparación su fracaso nos hace ver mejores a nosotros? Si nuestro trabajo es una forma de servicio para Dios, no podemos ignorar tales preguntas. Sin embargo, debemos ser cuidadosos para no creer que existe una jerarquía de trabajos. La afirmación de los profetas no es que algunas clases de trabajo son más piadosas que otras, sino que todo tipo de trabajo debe hacerse como una contribución al trabajo de Dios en el mundo. Dios promete que “aún sobre los siervos y las siervas derramaré Mi Espíritu en esos días” (Jl 2:29).