El llamado y la respuesta de Jonás (Jonás 1:1-17)
Como es común con los Doce Profetas, el libro de Jonás comienza con un llamado de Dios (Jon 1:1–2). Sin embargo, a diferencia de los demás, Jonás rechaza este llamado y, de forma necia, intenta huir de la presencia del Señor abordando un barco que se dirige a tierra extranjera (Jon 1:3). Esto no solo lo pone a él en peligro sino también a los que viajaban en el barco, ya que —como hemos visto a lo largo del libro de los Doce — romper el pacto con Dios tiene consecuencias tangibles y las acciones de los individuos siempre afectan a la comunidad. Dios envía una tormenta que, primero, arruina el panorama comercial de los marineros ya que se ven obligados a lanzar toda la mercancía al mar para aligerar el peso (Jon 1:5). Y eventualmente, también amenaza sus propias vidas (Jon 1:11). La tormenta disminuye y el peligro para la comunidad desaparece solamente cuando Jonás propone que lo lancen al mar (Jon 1:12–15), lo cual los marineros aceptaron a regañadientes.
El propósito de un llamado de Dios es servir a otras personas y el llamado de Jonás tiene el propósito de beneficiar a Nínive. Cuando rechaza la guía de Dios, no solo se debilitan las personas a las que fue llamado a servir, sino que también sufren las personas a su alrededor. Si aceptamos que todos somos llamados a servir a Dios en nuestro trabajo —el cual es probablemente diferente al de Jonás, pero no menos importante para Dios (ver el artículo del Proyecto de la Teología del Trabajo con el título “Vocation Overview” [Perspectiva general de la vocación] en www.theologyofwork.org)— reconocemos que cuando no lo hacemos estamos perjudicando a nuestras comunidades. Entre más poderosos sean nuestros dones y talentos, mayor será el daño que podremos hacer si rechazamos la guía de Dios en el trabajo. Sin duda sabemos de personas cuyas habilidades prodigiosas les permiten hacer un gran daño en los campos de los negocios, el gobierno, la sociedad, la ciencia, la religión y todos los demás. Imagine el bien que podrían haber hecho, el mal que podrían haber evitado, si primero hubieran sometido sus habilidades a la adoración y al servicio del Señor. En comparación, puede que nuestros dones parezcan insignificantes, pero imagine el bien que podríamos hacer y el mal que podríamos evitar si hiciéramos nuestro trabajo como un servicio a Dios a lo largo de toda la vida.