La creación de Dios toma trabajo (Génesis 1:3-25; 2:7)

Comentario Bíblico / Producido por el Proyecto de la Teología del trabajo

Crear un mundo requiere trabajo. En Génesis 1, el poder del trabajo de Dios es indiscutible. Dios habla y el mundo es creado, y paso a paso vemos el ejemplo original del uso correcto del poder. Fijémonos en el orden de la creación. Los tres primeros actos creadores de Dios separan el caos sin forma y lo convierten en cielos, agua y tierra. El primer día, Dios crea la luz y la separa de la oscuridad, formando el día y la noche (Gn 1:3–5). El segundo día, separa las aguas y crea el cielo (Gn 1:6–8). En la primera parte del tercer día, separa la tierra seca del mar (Gn 1:9–10). Todo esto es esencial para la supervivencia de los seres que serán creados. A continuación, Dios comienza a llenar las áreas que había creado. Más tarde en el día tres, crea la vida vegetal (Gn 1:11–13). El cuarto día crea el sol, la luna y las estrellas en el cielo (Gn 1:14–19). Se usan los términos “lumbrera mayor” y “lumbrera menor” en vez de los nombres “sol” y “luna”, desalentando de esta forma la adoración de estos objetos creados y recordándonos que todavía estamos en peligro de adorar la creación en vez del Creador. Las lumbreras son hermosas en sí y también son esenciales para la vida vegetal, ya que necesita del día y la noche y las estaciones. El quinto día, Dios llenó las aguas y los cielos con peces y aves que no habrían podido sobrevivir sin la vida vegetal que fue creada anteriormente (Gn 1:20–23). Finalmente, el sexto día, Él creó los animales (Gn 1:24–25) y al ser humano, la obra cumbre de la creación, para que poblara la tierra (Gn 1:26–31).[1]

En el capítulo 1, Dios completa el trabajo por Su palabra. “Dijo Dios…” y todo ocurrió. Esto significa que el poder de Dios es más que suficiente para crear y sustentar la creación. No debemos preocuparnos porque a Dios se le acabe el combustible o que la creación esté en un estado precario de existencia. La creación de Dios es resistente, su existencia está segura. Dios no necesita ayuda de nadie ni de nada para crear o sustentar el mundo. No hay batalla con las fuerzas del caos que amenace con deshacer la creación. Después, vemos que es una decisión de Dios compartir la responsabilidad creativa con los seres humanos, no una necesidad. Las personas pueden intentar estropear la creación o hacer que la tierra no sea apta para la abundancia de vida, pero Dios tiene un poder infinitamente más grande para redimir y restaurar.

La muestra del infinito poder de Dios en el texto no implica que la creación de Dios no sea un trabajo, así como crear un programa de computadora o actuar en una obra de teatro. Si a pesar de esto, la majestad trascendental del trabajo de Dios en Génesis 1 nos tienta a pensar que no es un trabajo real, Génesis 2 despeja las dudas. Dios trabaja de forma inmanente con Sus manos para formar el cuerpo humano (Gn 2:7,21), plantar un jardín (Gn 2:8), plantar un huerto (Gn 2:9) y, tiempo después, hacer “vestiduras de piel” (Gn 3:21). Este es solo el comienzo del trabajo físico de Dios en la Biblia, donde abunda el trabajo divino.[2]

For a helpful discussion of the interpretation of the "Days" of creation, see Bruce K. Waltke, Genesis: A Commentary (Grand Rapids: Zondervan, 2001), 74-78.

For a long list of the many kinds of work God does in the Bible, see R. Paul Stevens, The Other Six Days (Grand Rapids: Wm. B. Eerdmans, 2000), 18-123; and Robert Banks, God the Worker: Journeys into the Mind, Heart, and Imagination of God (Eugene, OR: Wipf & Stock, 2008).