Enseñar la Palabra y servir las mesas son igual de valiosos (Hechos 6:2-4)

Comentario Bíblico / Producido por el Proyecto de la Teología del trabajo

Una de las mayores contribuciones de Hechos para la teología del trabajo surge de la respuesta de los apóstoles a la injusticia dentro de la comunidad en Hechos 6:1–7. El trabajo de administrar justicia —en este caso, al supervisar la distribución de alimentos— es tan importante como el trabajo de predicar la Palabra. Puede que esto no sea claro al comienzo, por ejemplo, debido a traducciones que pueden ser malinterpretadas como la RVC:

Entonces los doce convocaron a todos los discípulos y les dijeron: «No está bien que desatendamos la proclamación de la palabra de Dios por atender a las mesas. (Hch 6:2, RVC)

Es difícil no interpretar algo de desdén en la voz de los apóstoles en estas traducciones. En la mente de algunos, trabajar con la Palabra de Dios es un “ministerio” (como lo plantea la NVI), mientras que el trabajo de “atender” las mesas es de baja categoría. Una línea de interpretación ha adoptado este sentido, indicando que atender las mesas era algo “trivial”,[1] una tarea humilde”[13] o una de las tareas “menos importantes”[14] en la comunidad. Esta línea de interpretación ve la predicación subsecuente de Esteban como el propósito “real” detrás de la influencia del Espíritu en el versículo 6:3.[15] No habría necesidad de que el Espíritu Santo se involucrara en la tarea de baja categoría de manejar la distribución de los recursos.

Sin embargo, esta línea argumentativa se basa en traducciones discutibles. El verbo griego traducido como “atender” en la RVC es diakoneō, el cual tiene el sentido de servicio o ministerio. La versión LBLA y NVI lo plasman de una forma más precisa como “servir”.

“No es conveniente que nosotros descuidemos la palabra de Dios para servir mesas”. (Hch 6:2, LBLA)

«No está bien que nosotros los apóstoles descuidemos el ministerio de la palabra de Dios para servir las mesas». (Hch 6:2, NVI)

Además, un poco más adelante, en Hechos 6:3–4, las traducciones NBLH y LBLA traducen la misma palabra como “servir” y “ministerio”, respectivamente.

Y nosotros nos entregaremos a la oración y al ministerio (al servicio) de la palabra”. (Hch 6:4, NBLH)

Y nosotros nos entregaremos a la oración y al ministerio de la palabra. (Hch 6:4, NVI)

Dicho de otra forma, el término griego para el trabajo de la Palabra es exactamente el mismo (en la forma de verbo) que el término para el trabajo de distribuir los recursos, diakonia, “servir”.  La NBLH y LBLA consideran correctamente el trabajo de predicar como “servir” y “ministrar” y no tienen un tono de desdén con una palabra más deshonrosa cuando se refieren al trabajo de la distribución de alimentos, a diferencia de la RVC que usa la palabra “atender” mesas.  Ya sea que trabajen con la Palabra o con los alimentos en las mesas, ambos grupos “sirven” en estas traducciones.

El texto en griego le da el sentido importante de que el trabajo de servir a los que tienen necesidades está a la par con el trabajo apostólico de la oración y la predicación. Los apóstoles sirven la Palabra y los diáconos (como fueron llamados) sirven a los que tienen necesidad. Su servicio es igual cualitativamente, aunque las tareas y habilidades específicas son diferentes. Ambos son esenciales en la formación del pueblo de Dios y para el testimonio del pueblo de Dios en el mundo. La vida de la comunidad depende de estas formas de servicio y Lucas no deja una sensación de que una sea más poderosa o más espiritual que la otra.

A pesar de todo esto, ¿se podría argumentar que el desdén no es solo un tema de traducción sino que realmente está presente en las propias palabras de los discípulos? ¿Los apóstoles mismos podrían haber imaginado que eran escogidos para el servicio de la Palabra porque eran más dotados que aquellos que fueron escogidos para servir las mesas? Si es así, estarían cayendo de nuevo en algo similar al sistema de clientelismo romano, creyendo que tienen un estatus demasiado alto como para mancillarlo sirviendo las mesas. Estarían reemplazando una nueva fuente de estatus (los dones del Espíritu Santo) por la fuente antigua romana (el clientelismo). ¡El evangelio de Cristo es más profundo que esto! En la comunidad cristiana no existe una fuente de estatus.

Irónicamente, resulta que Esteban, uno de los servidores de las mesas, es aún más habilidoso como predicador que muchos de los apóstoles (Hch 6:8–7:60). Pero a pesar de su don de predicar, lo seleccionan para el servicio de la distribución de los recursos. En ese momento, al menos, era más importante para los propósitos de Dios que trabajara como servidor de las mesas que en el servicio de la Palabra. Para él, al menos, ningún deseo persistente por el estatus prima sobre aceptar este llamado a servir las mesas.

Joseph A. Fitzmyer, The Acts of the Apostles: A New Translation with Introduction and Commentary, The Anchor Bible, (New York: Doubleday, 1998), 344.

John Michael Penney, “The Missionary Emphasis of Lukan Pneumatology” [El énfasis misionero de la neumatología de Lucas], Journal of Pentecostal Theology [Revista de teología pentecostal] (Sheffield, UK: Sheffield Academic Press, 1997), 65n11.

Joseph T. Lienhard, “Acts 6.1–6: A Redactional View” [Hechos 6.1–6: una visión redactora], Catholic Biblical Quarterly [Publicación católica trimestral] 37 (1975): 232.

Youngmo Cho, Spirit and Kingdom in the Writings of Luke and Paul [El Espíritu y el reino en los escritos de Lucas y Pablo] (Waynesborough, GA; Paternoster, 2005), 132.