Evaluación del desempeño (2 Corintios 10 - 13)

Comentario Bíblico / Producido por el Proyecto de la Teología del trabajo

Como mencionamos en la introducción, 2 Corintios 10 al 13 constituye la tercera sección de la carta. Las partes más relevantes para el trabajo están en los capítulos 10 y 11, que expanden el estudio que comenzó en el capítulo 5 sobre el desempeño en el trabajo. Aquí, Pablo está defendiéndose de los ataques de algunas personas a las que llama “superapóstoles” (2Co 11:5, NVI). Al hacerlo, presenta conceptos específicos que se aplican directamente a la evaluación del desempeño.

Los falsos superapóstoles habían estado criticando a Pablo por no estar a la altura de ellos en términos de elocuencia, carisma personal y evidencias de señales y maravillas. Naturalmente, sus “estándares” no eran más que descripciones de ellos mismos y sus ministerios. Pablo señala el juego absurdo que están jugando. Las personas que juzgan comparando a otros consigo mismos siempre estarán satisfechas. Pablo se rehúsa a cooperar con un sistema tan egoísta. En lo que le concierne, como ya había explicado en 1 Corintios 4:1–5, el único juicio —y por tanto la única recomendación— que es válido es el juicio del Señor Jesús.

La perspectiva de Pablo es relevante de forma directa en nuestro trabajo. Es probable que nuestro desempeño en el trabajo se revise en evaluaciones trimestrales o anuales, y ciertamente eso no tiene nada de malo. Los problemas surgen cuando los estándares por los que nos medimos a nosotros mismos o a otros están sesgados o son egoístas. En algunas organizaciones, (generalmente las que les rinden cuentas a sus dueños y clientes de una forma poco estricta) solo un círculo pequeño de personas cercanas pueden juzgar el desempeño de otros, y se basan principalmente en si los demás están en sintonía con sus propios intereses. Entonces, algunos de los que no pertenecen al círculo son evaluados principalmente de acuerdo a si están “con nosotros” o “contra nosotros”. Este es un lugar difícil en el que nos podemos encontrar porque, aunque los cristianos medimos el éxito más por la evaluación de Dios que por los ascensos, salarios o incluso la continuidad del empleo, podemos ser los que traigan redención a organizaciones tan corruptas. Si en un punto nos encontramos beneficiando sistemas corruptos que buscan su propio beneficio, ¿qué mejor testimonio de Cristo podríamos encontrar que luchar por el beneficio de otros que han sido perjudicados o marginados, incluso a costa de nuestra propia comodidad y seguridad?