El gran plan de Dios: una mirada teológica (Efesios 1:1 - 3:21)
La primera mitad de Efesios presenta la gran narrativa de la salvación de Dios de todo el cosmos. Incluso antes de “la fundación del mundo”, Dios nos escogió con Su gracia en Cristo para que tuviéramos una relación con Él y viviéramos Su propósito en el mundo (Ef 1:4–6). En el centro de este propósito, Dios va a “reunir todas las cosas en Cristo, tanto las que están en los cielos, como las que están en la tierra” (Ef 1:10). Para decirlo de otra forma, Dios restaurará todo el cosmos (que una vez fue estropeado por el pecado) bajo la autoridad de Cristo. El hecho de que Dios va a renovar Su creación, nos recuerda que este mundo —incluyendo las granjas, escuelas y corporaciones— es importante para Él y que no lo ha abandonado.
La obra restauradora de Dios, centrada en Cristo, involucra a los seres humanos tanto como receptores de la gracia de Dios como participantes de Su obra continua de restauración con gracia. Somos salvos por gracia por la fe, no por nuestras obras (Ef 2:8–9). Pero nuestras obras son vitales para Dios, “porque somos hechura Suya, creados en Cristo Jesús para hacer buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviéramos en ellas” (Ef 2:10). Por tanto no somos salvos por obras sino para obras. Estas obras, que incluyen todo lo que hacemos, son una parte de la renovación de Dios de la creación. Así pues, nuestra actividad en el trabajo es un elemento crucial de lo que Dios ha preparado para que hagamos en cumplimiento de Su propósito para nosotros.
La iglesia es una figura prominente en el plan de Dios para volver a reunir el mundo en Cristo. Su muerte en la cruz no solo hizo posible nuestra salvación personal (Ef 2:4–7), sino que también reparó la brecha entre judíos y gentiles (Ef 2:13–18). Esta unidad entre los que antes eran enemigos es la representación de la obra unificadora de Dios. Por tanto, la iglesia le demuestra a todo el universo la naturaleza y el éxito supremo del plan cósmico de Dios (Ef 3:9–10). Sin embargo, la iglesia no es simplemente un conjunto de personas que se reúne una vez a la semana a realizar sus actividades religiosas. En cambio, la iglesia es la comunidad de todos los creyentes, haciendo todo lo que hacen en todas las áreas de la vida, ya sea trabajando juntos o por separado. En todas las esferas de la vida, tenemos “el poder de Dios que obra en nosotros, [y] Él puede hacer mucho más de lo que jamás podríamos pedir o imaginar” (Ef 3:20, PDT). Note que Pablo usa el término cívico “conciudadanos” (Ef 2:19) para describir a los cristianos, y no el término religioso “adoradores”. De hecho, Efesios prácticamente no da instrucciones acerca de lo que la iglesia debe hacer cuando se reúne, sino que da varias instrucciones acerca de la forma en que deberían trabajar sus miembros, como veremos en un momento.