La ansiedad frente al triunfo de las personas inescrupulosas (Salmos 49, 50, 52, 62)

Comentario Bíblico / Producido por el Proyecto de la Teología del trabajo

Algunas veces, las personas piadosas tienen una perspectiva distorsionada de la forma en la que Dios gobierna, lo que les causa una ansiedad innecesaria. Piensan que obviamente a los justos les debería ir bien en la vida, mientras que claramente los malvados deberían caer en la ruina. Sin embargo, la realidad no siempre sigue esta lógica. Cuando los malvados prosperan, los cristianos sienten que el mundo se ha puesto de cabeza y que se ha demostrado que su fe es en vano. El Salmo 49:16-17 aborda esta situación: “No temas cuando alguno se enriquece, cuando la gloria de su casa aumenta; porque nada se llevará cuando muera, ni su gloria descenderá con él”. La piedad no asegura el éxito comercial y la impiedad no asegura el fracaso. Aquellos que dedican sus vidas a ganar dinero fracasarán al final, ya que su tesoro es algo que van a perder (Lc 12:16-21). Ver “La inquietud por los ricos” (Lc 6:25; 12:13-21; 18:18-30) en “Lucas y el trabajo” en el Comentario Bíblico de la Teología del Trabajo.

No se trata simplemente de que los malvados tengan que enfrentar el juicio de Dios después de la muerte. Cuando alguien que es malvado pero exitoso cae en la ruina, las personas se dan cuenta y entienden la relación entre la forma de vida de esa persona y la calamidad que al final la hundió. En Salmos 52:7 se describe una situación como esta: “He aquí el hombre que no quiso hacer de Dios su refugio, sino que confió en la abundancia de sus riquezas y se hizo fuerte en sus malos deseos”. Por esta razón, Salmos 62:10 nos dice que no debemos buscar la seguridad siguiendo el camino de los malvados o en la adquisición de riquezas: “No confiéis en la opresión, ni en el robo pongáis vuestra esperanza; si las riquezas aumentan, no pongáis el corazón en ellas”. En los tiempos difíciles, somos propensos a mirar a aquellos que han prosperado gracias a sus prácticas corruptas o a su nepotismo y creer que debemos hacer lo mismo para no caer en la pobreza, pero lo que en realidad haríamos es asegurarnos de compartir su desgracia ante las personas y su condenación ante Dios.

Por otra parte, si decidimos poner nuestra confianza en Dios debemos hacerlo completamente, no de manera superficial. Salmos 50:16 declara, “Pero al impío Dios le dice: ¿Qué derecho tienes tú de hablar de Mis estatutos, y de tomar Mi pacto en tus labios?” Es malo que alguien use el fraude para ganar riquezas, pero es terrible hacerlo mientras se aparenta ser fiel a Dios.

Sería bueno preguntar qué ven los demás cuando observan nuestro trabajo y la forma en la que lo hacemos. ¿Justificamos el tomar atajos éticos, la práctica de la discriminación o el maltrato de las personas mientras balbuceamos palabras como “bendición”, “la voluntad de Dios” o Su “favor”? Tal vez deberíamos ser más cuidadosos al atribuirle nuestros aparentes éxitos a la voluntad de Dios, y estar más listos para decir simplemente, “es algo que no merezco”.