La bendición de Aarón para el pueblo (Números 6:22-27)

Comentario Bíblico / Producido por el Proyecto de la Teología del trabajo

Uno de los principales roles de los levitas es invocar la bendición de Dios. El Señor decreta estas palabras para la bendición sacerdotal:

El Señor te bendiga y te guarde;
el Señor haga resplandecer su rostro sobre ti,
y tenga de ti misericordia;
el Señor alce sobre ti su rostro, y te dé paz. (Nm 6:24-26)

Dios bendice a las personas de diversas maneras, en lo espiritual, mental, emocional y material, pero el enfoque aquí está en la bendición de las personas por medio de palabras. Nuestras buenas palabras se convierten en una expresión de la gracia de Dios en la vida de otras personas. Dios promete, “Así invocarán Mi nombre sobre los hijos de Israel, y Yo los bendeciré” (Nm 6:27).

Las palabras que usamos en el trabajo tienen el poder de bendecir o maldecir, edificar a otros o destrozarlos. Con frecuencia, nuestra elección de palabras tiene más poder del que creemos. Las bendiciones en Números 6:24-26 declaran que Dios lo guardará, tendrá misericordia de usted y le dará paz. En el trabajo, nuestras palabras pueden “guardar” a otras personas, es decir, las pueden reafirmar, proteger y apoyar. “Yo estoy disponible si necesitas ayuda, y no te lo reprocharé después”. Nuestras palabras pueden estar llenas de gracia y ser las que mejoren alguna situación. Por ejemplo, podemos aceptar la responsabilidad por un error compartido, en vez de pasarles la culpa a otros minimizando nuestro rol. Nuestras palabras pueden traer paz cuando restauramos relaciones que han sido quebrantadas. Por ejemplo, “sé que las cosas están mal entre nosotros, pero quiero encontrar la forma de volver a tener una buena relación contigo”. Por supuesto, hay momentos en los que tenemos que oponernos, criticar, corregir y tal vez sancionar personas en el trabajo. Aun así, podemos escoger si criticamos la acción incorrecta o si condenamos a la persona como tal. De igual forma, cuando alguien hace el bien, podemos elogiar en vez de mantenernos callados, a pesar del riesgo que esto puede representar para nuestra reputación o apariencia seria.