La trabajadora sabia es modesta

Comentario Bíblico / Producido por el Proyecto de la Teología del trabajo

Los proverbios elogian la modestia, tanto en actitud (evitando el orgullo excesivo) como en el uso del dinero (evitando el gasto opulento). Estas virtudes no aparecen en la descripción de la mujer valiente. Sin embargo, aparecen tan marcadamente en los demás Proverbios y aplican tan directamente al trabajo que no podemos hacerle justicia al libro sin mencionarlas.

Una Trabajadora Modesta No Es Orgullosa

“Delante de la destrucción va el orgullo, y delante de la caída, la altivez de espíritu. Mejor es ser de espíritu humilde con los pobres que dividir el botín con los soberbios” (Prov 16:18-19). El versículo 18 es tal vez el proverbio más famoso de todos, aunque existen otros.

Cuando viene la soberbia, viene también la deshonra; pero con los humildes está la sabiduría. (Prov 11:2)

Ojos altivos y corazón arrogante, lámpara de los impíos; eso es pecado. (Prov 21:4)

El orgullo del hombre lo humillará, pero el de espíritu humilde obtendrá honores. (Prov 29:23)

¿Estos mandatos están en contra del amor propio? No, más bien son un llamado a vivir tan maravillados por Dios (el “temor del Señor”) que podamos vernos a nosotros mismos como realmente somos y ser honestos acerca de ello. Si tememos al Señor, ya no tenemos que temer acerca de nuestra autoimagen y podemos dejar de intentar engrandecernos a nosotros mismos. Significa descansar en el conocimiento de que Dios al final triunfará sobre este mundo caído de pecado y destrucción. El Señor conoce el camino de la justicia —incluso en el lugar de trabajo. Al final, Dios levanta a aquellos que ponen su confianza en Él.

Una trabajadora modesta no se mueve por la atracción de las riquezas

El sabio Agur —la fuente de la próxima colección de dichos en el libro— nos deja una oración sabia.

Dos cosas te he pedido, no me las niegues antes que muera: Aleja de mí la mentira y las palabras engañosas, no me des pobreza ni riqueza; dame a comer mi porción de pan, no sea que me sacie y te niegue, y diga: ¿Quién es el Señor?, o que sea menesteroso y robe, y profane el nombre de mi Dios. (Prov 30:7-9)

Estas son palabras sabias para nosotros en el trabajo, “no me des pobreza ni riqueza”.

Trabajamos para ganarnos la vida, para disfrutar una medida de comodidad y seguridad, para proveer para nuestras familias y contribuir algo para el pobre y para la comunidad en general. ¿Eso es suficiente, o deseamos más? Agur relaciona ese deseo por más con el dejar a un lado a Dios en nuestra vida, ignorar a nuestro Creador y Sus propósitos para nosotros. Agur también ora por no vivir en pobreza, pero pide que Dios provea el alimento que necesita. Esta es una oración válida. Jesús nos enseñó a orar, “Danos hoy el pan nuestro de cada día” (Mt 6:11).

Trabajar para proveer para nosotros y nuestra familia es algo bueno. Sin embargo, la observación de Agur es que si convertimos nuestro trabajo en la búsqueda de una riqueza interminable —en otras palabras, avaricia— hemos dejado el camino de la sabiduría. Podemos buscar las riquezas, consciente o inconscientemente, porque aparentemente son una evidencia concreta de nuestro éxito y autoestima. Sin embargo, la comodidad de la riqueza es imaginaria. “La fortuna del rico es su ciudad fortificada, y como muralla alta en su imaginación” (Prov 18:11). “El rico es sabio ante sus propios ojos, mas el pobre que es entendido, lo sondea” (Prov 28:11). En realidad, la riqueza no trae un fin a los problemas, solamente sustituye los problemas de la pobreza por los de la riqueza. “El rescate de la vida de un hombre está en sus riquezas, pero el pobre no oye amenazas” (Prov 13:8). La riqueza no puede hacer que nos sintamos más seguros. “El que confía en sus riquezas, caerá” (Prov 11:28). Debemos tener cuidado, especialmente para no sacrificar las riquezas de la vida con tal de obtener las riquezas del dinero. “El hombre avaro corre tras la riqueza, y no sabe que la miseria vendrá sobre él” (Pro 28:22). “No te fatigues en adquirir riquezas, deja de pensar en ellas” (Pro 23:4). En particular, el sabio se preocupa más por su reputación honesta que por su cuenta bancaria. “Más vale el buen nombre que las muchas riquezas, y el favor que la plata y el oro” (Prov 22:1).

Los proverbios no están en contra de la riqueza misma. De hecho, la riqueza puede ser una bendición. “La bendición del Señor es la que enriquece, y Él no añade tristeza con ella” (Prov 10:22). Es la obsesión por la riqueza lo que causa estragos.

Si hay algo que hacen los proverbios sobre la modestia es recordarnos que el estudio del libro a través del lente de la mujer valiente puede ser una guía útil, pero no abarca todas las contribuciones del libro para la teoría y la práctica del trabajo. Vale la pena hacer un estudio más profundo, más allá de los vistazos que dimos en este capítulo. A aquellos que consideran útil este capítulo, los animamos a que sigan leyendo los proverbios para descubrir más significados y aplicaciones y a que reflexionen en su propia experiencia a la luz de la sabiduría de Dios.