Una trabajadora diligente trabaja duro

Comentario Bíblico / Producido por el Proyecto de la Teología del trabajo

La mujer valiente “con agrado trabaja con sus manos” (Prov 31:13), lo que significa que decide trabajar incansablemente en pro de los objetivos del hogar. “También se levanta cuando aún es de noche” (Prov 31:15). “Hace telas de lino y las vende” (Prov 31:24). “Con sus ganancias planta una viña” (Prov 31:16). Esto es bastante trabajo.

En una economía agraria, la conexión entre el trabajo duro y el bienestar es fácil de entender. Mientras tengan acceso a una tierra para cultivar, a los trabajadores esforzados les va mucho mejor que a los perezosos. Los proverbios son claros en que un trabajador perezoso saldrá perdiendo al final.

Pobre es el que trabaja con mano negligente, mas la mano de los diligentes enriquece. El que recoge en el verano es hijo sabio, el que duerme durante la siega es hijo que avergüenza. (Prov 10:4-5)

He pasado junto al campo del perezoso, y junto a la viña del hombre falto de entendimiento, y he aquí, estaba todo lleno de cardos, su superficie cubierta de ortigas, y su cerca de piedras, derribada. Cuando lo vi, reflexioné sobre ello; miré, y recibí instrucción. Un poco de dormir, un poco de dormitar, un poco de cruzar las manos para descansar, y llegará tu pobreza como ladrón, y tu necesidad como hombre armado. (Prov 24:30-34)

En el Cercano Oriente antiguo, el trabajo duro traía prosperidad, pero incluso una semana de relajación durante la cosecha podía significar la falta de provisiones para el invierno.

Las economías modernas (al menos en el mundo desarrollado) pueden cubrir este efecto a corto plazo. En los buenos tiempos, cuando casi todos tienen trabajo, el trabajador perezoso puede tener empleo y puede parecer que hace todo tan bien como el diligente. De igual forma, en tiempos de crisis económicas (y en todo momento en muchas economías emergentes), puede que una persona que trabaja duro no tenga más éxito en la búsqueda de empleo que una perezosa. Y en todo momento, las recompensas para el trabajo duro pueden verse afectadas por la discriminación, las reglas sobre antigüedad, los contratos sindicales, el favoritismo, el nepotismo, el paracaídas de oro, la medición incorrecta del desempeño, la ignorancia de los gerentes y muchos otros factores más.

Pero, ¿esto hace que los proverbios acerca de la diligencia del trabajo duro sean obsoletos? La respuesta es no, por dos razones. Primero, incluso en las economías modernas, usualmente se recompensa la diligencia en el curso de la vida laboral. Cuando los empleos son escasos, es más probable que los trabajadores diligentes conserven su trabajo o encuentren uno nuevo pronto. Segundo, la motivación principal para la diligencia no es la prosperidad personal, sino el temor del Señor, como hemos visto con las otras virtudes en los proverbios. Somos diligentes porque el Señor nos llama a hacer nuestras tareas y el estar maravillados de Él nos motiva a ser diligentes en el trabajo.

La pereza o la falta de diligencia en el trabajo es destructiva. Todos los que hemos tenido compañeros de trabajo perezosos podemos apreciar este fuerte proverbio: “Como el vinagre a los dientes y el humo a los ojos, así es el perezoso para quienes lo envían” (Prov 10:26). Es horroroso estar estancados en un mismo equipo con personas que no ponen el hombro para llevar su parte de la carga.