Una trabajadora diligente contribuye a la rentabilidad de la empresa

Comentario Bíblico / Producido por el Proyecto de la Teología del trabajo

La mujer valiente se asegura de que el trabajo de sus manos se pueda comercializar. Ella sabe qué es lo que los mercaderes compran (Prov 31:24), escoge sus materiales con cuidado (Prov 31:13) y trabaja incansablemente para asegurar que el producto sea de calidad (Prov 31:18b). Su recompensa es que “su ganancia es buena” (Prov 31:18a) y proporciona los recursos que necesitan su casa y la comunidad. Los proverbios son claros en que la diligencia de un trabajador individual contribuye a la rentabilidad —el valor aumentado— de toda la entidad. “Los proyectos del diligente ciertamente son ventaja, mas todo el que se apresura, ciertamente llega a la pobreza” (Prov 21:5). El ejemplo opuesto se muestra en el proverbio, “También el que es negligente en su trabajo es hermano del que destruye” (Prov 18:9). Un trabajador perezoso no es mejor que uno que se propone deliberadamente a destruir la empresa. Todo esto anticipa la parábola de los talentos de Jesús (Mt 25:14-30).

Cuando tenemos en mente que estos proverbios acerca de las ganancias están cimentados en el carácter de Dios, vemos que Dios quiere que trabajemos de forma rentable. No es suficiente completar las tareas que se nos asignan. Debemos examinar si nuestro trabajo en realidad le agrega valor a los materiales, el capital y la mano de obra que se han invertido. En un mundo de economías abiertas, la fuerte competencia sugiere que puede ser difícil obtener beneficios. Los que no son diligentes —los perezosos, complacientes o disolutos— pueden caer rápidamente en pérdidas, bancarrota y ruina. Los diligentes —quienes trabajan duro y son creativos y enfocados— realizan un servicio piadoso cuando hacen posible que sus negocios funcionen de forma rentable.

Es claro que no todas las personas trabajan en empresas lucrativas. Al buscar aplicaciones a partir de las actividades rentables de la mujer valiente para los campos académico, gubernamental, militar, de administración del hogar, de caridad y otras esferas sin ánimo de lucro, debemos traducir “rentabilidad” como “valor”. Pero, antes de generalizar demasiado, exploremos el tema específico de la rentabilidad de negocios. Frecuentemente, los cristianos no reconocen la importancia de la rentabilidad en la perspectiva bíblica. De hecho, la rentabilidad tiende a verse con sospecha y se debate en la retórica de “personas vs. ganancias”. Existe la consideración de que la rentabilidad no viene de usar los ingresos y crear algo más valioso a partir de ellos, sino de la estafa de compradores, trabajadores o proveedores. Esto surge de una perspectiva inadecuada de los negocios y la economía. Una crítica verdaderamente bíblica de los negocios haría preguntas como: “¿Qué clase de ganancias?” “¿Cuál es la procedencia de las ganancias?” “¿Las ganancias se obtienen por medio de un monopolio, o intimidación o engaño?” y “¿Cómo se comparten las ganancias entre los trabajadores, administradores, propietarios, prestamistas, proveedores, clientes e impuestos?” Esto animaría y sería un homenaje para los trabajadores y los negocios que producen una rentabilidad honesta con su labor.

No todos los trabajadores tienen la capacidad de saber si su trabajo es rentable o no. Los empleados de una corporación grande pueden tener poco conocimiento acerca de la contribución positiva de su trabajo en particular para la rentabilidad de la empresa. La rentabilidad, en un sentido contable, no desempeña un rol en la educación, el gobierno, las corporaciones sin ánimo de lucro y los hogares. Sin embargo, todos los trabajadores pueden prestar atención a la forma en la que su labor contribuye a agregar valor o cumplir la misión de la organización y analizar si el valor que agregan es mayor que el salario y los demás recursos que reciben. Hacer esto es una forma de servir al Señor.

La administración rentable de la casa de la mujer valiente recibe alabanza. “Su valor supera en mucho al de las joyas” (Prov 31:10). Esta no es una metáfora sentimental, sino que es una verdad literal. Ciertamente, a lo largo de los años, una empresa bien administrada puede obtener ganancias que excedan el valor de las joyas y otros depósitos de riquezas.