Dios: La fuente de la vida, el conocimiento y la sabiduría (Isaías 28)
Más que cualquier otro profeta literario, Isaías nos muestra repetidamente una visión de Dios que una vez captada, hace que nos inclinemos en humilde adoración. Dios es la fuente de todo lo que somos, todo lo que tenemos y todo lo que conocemos. Trescientos años antes, Salomón había encapsulado esta verdad: “El temor del Señor es el principio de la sabiduría” (Pro 1:7) y “El principio de la sabiduría es el temor del Señor” (Pro 9:10). Ahora, Isaías nos muestra el Dios que es la fuente de ese conocimiento y sabiduría, y por qué nuestra percepción de quién es el Señor cobra relevancia en nuestra vida y nuestro trabajo.
Dios es quien nos ha dado nuestro propio ser: “Los que habéis sido llevados por Mí desde el vientre, cargados desde la matriz. Aun hasta vuestra vejez, Yo seré el mismo, y hasta vuestros años avanzados, Yo os sostendré. Yo lo he hecho, y Yo os cargaré; Yo os sostendré, y Yo os libraré” (Is 46:3–4). Dios nos ha dado conocimiento y entendimiento: “Yo soy el Señor tu Dios, que te enseña para tu beneficio, que te conduce por el camino en que debes andar” (Is 48:17). El Dios que nos creó y nos dio entendimiento es la única fuente de tal conocimiento:
¿Quién midió las aguas en el hueco de Su mano, con Su palmo tomó la medida de los cielos, con un tercio de medida calculó el polvo de la tierra, pesó los montes con la báscula, y las colinas con la balanza? … He aquí, Él levanta las islas como al polvo fino. El Líbano no basta para el fuego, ni bastan sus bestias para el holocausto. Todas las naciones ante Él son como nada, menos que nada e insignificantes son consideradas por Él. ¿A quién, pues, asemejaréis a Dios, o con qué semejanza le compararéis? (Is 40:12–18)
Una vez que reconocemos a Dios como la fuente de nuestra vida, nuestro conocimiento y sabiduría, tenemos una nueva perspectiva de nuestro trabajo. El hecho mismo de tener el conocimiento o la habilidad para el trabajo que hacemos nos lleva de regreso a nuestra fuente, Dios, quien nos creó con el conjunto de habilidades e intereses que tenemos. Vivir en el “temor” (la conciencia llena de sobrecogimiento) del Señor es el punto inicial para el conocimiento y la sabiduría. Reconocer esto también nos permite aprender de otros a quienes Dios les ha dado conocimientos o habilidades complementarias. El trabajo creativo en equipo es posible cuando respetamos el trabajo de Dios en otros así como en nosotros mismos.
Cuando experimentamos a Dios trabajando en nosotros, nuestro trabajo da fruto. “El agricultor sabe exactamente qué hacer porque Dios le ha dado entendimiento” (Is 28:26 NTV). También podríamos decir que “el artesano sabe exactamente qué hacer porque Dios le ha dado entendimiento” o “el emprendedor sabe exactamente qué hacer porque Dios le ha dado a él entendimiento”. En formas misteriosas, nos convertimos en co-creadores con Dios en nuestro trabajo como instrumentos en la mano de Dios para propósitos más profundos de los que creemos.