Introducción a Isaías

Comentario Bíblico / Producido por el Proyecto de la Teología del trabajo

El profeta Isaías recibió una visión de Dios —de Su gran poder, Su gloriosa majestad y Su santidad purificadora. Dar un vistazo a la majestad de Dios lo llevó a tener una perspectiva humilde de sí mismo y su sociedad. “¡Ay de mí! Porque perdido estoy, pues soy hombre de labios inmundos y en medio de un pueblo de labios inmundos habito” (Is 6:5). Ver quién es Dios en la Escritura puede limpiar nuestra prepotencia y lo insuficiente de nuestro servicio de labios en la adoración, además de darnos una imagen clara de lo que es verdaderamente valioso en la vida. Esto cambia la forma en la que vivimos, la forma en la que hacemos negocios y la forma en la que adoramos. Cuando entendemos quién es Dios y dónde nos encontramos respecto a Él, nuestros valores y nuestra ética de trabajo se transforman.

En particular, el libro de Isaías da una imagen clara, y a veces atemorizante, de las expectativas de Dios para los líderes. En cierto modo, es una evaluación extendida —y principalmente negativa— del desempeño de los reyes y otros líderes de Israel y Judá. (En Isaías, Judá se refiere al reino del sur de la nación dividida de Israel, mientras que “Israel” se refiere o al reino del norte o —más frecuentemente— al pueblo judío como un todo).[1] Los lugares de trabajo modernos difieren significativamente de los del antiguo pueblo de Israel. Por ejemplo, los líderes que vemos en el libro trabajan en puestos gubernamentales, militares o religiosos, pero los líderes en la actualidad también trabajan en corporaciones, emprendimientos, ciencia, academia y otros campos. Aun así, el texto de Isaías puede aplicarse al mundo actual si entendemos lo que este libro quiere decir en su contexto original y tomamos principios que apliquen para el trabajo en la actualidad. Además, en la perspectiva de Isaías, la forma en la que trabajamos hoy día tiene valor y significado en la nueva creación que Dios promete para Su pueblo.

La evaluación de Dios de Israel y Judá

La mayor parte del libro muestra a Isaías expresando la evaluación de Dios del fracaso de Israel, al no ser capaces de vivir de acuerdo con el pacto con Dios. Isaías es el primero de los “profetas literarios” mayores del Antiguo Testamento —aquellos cuyas profecías están escritas en libros titulados con el nombre de cada profeta. Se requiere cierto conocimiento del libro de Deuteronomio al leer los libros de los profetas, ya que la mala calificación que Dios les da a los líderes de Israel y Judá se debe entender a la luz del pacto expresado en la Ley de Moisés. A través de Moisés, Dios hizo un pacto con Su pueblo. Él les prometió seguridad, paz y prosperidad garantizadas por Su presencia entre ellos. A cambio, los israelitas le prometieron adoración y el cumplimiento de la ley que les dio. Isaías, igual que los demás profetas literarios, proclama el fracaso del pueblo —y especialmente de los líderes— al no obedecer la ley de Dios. No es casualidad que por lo general los judíos de la época de Jesús resumieran el Antiguo Testamento de forma sucinta llamándole “la Ley y los Profetas”. Para entender mejor a los profetas, no solamente se deben leer sus relatos dentro de su contexto histórico, sino también con el trasfondo del pacto y la ley de Dios.

En Isaías, Judá se refiere al reino del sur de la nación dividida de Israel, mientras que “Israel” se refiere o al reino del norte o —más frecuentemente— al pueblo judío como un todo