El uso de los bienes para el beneficio común (Deuteronomio 23:1-24:13).
DeDeuteronomio les exige de una forma clara a los dueños de bienes productivos que los usen para el beneficio de la comunidad. Por ejemplo, los propietarios de terrenos deben permitir que sus vecinos usen su tierra para ayudar a satisfacer sus necesidades inmediatas. “Cuando entres en la viña de tu prójimo, entonces podrás comer las uvas que desees hasta saciarte, pero no pondrás ninguna en tu cesto. Cuando entres en la mies de tu prójimo, entonces podrás arrancar espigas con tu mano, pero no meterás la hoz a la mies de tu prójimo” (Dt 23:24-25). Esta fue la ley que les permitió a los discípulos de Jesús recoger grano de los campos locales en su camino (Mt 12:1). Quienes realizaban esta actividad eran responsables de recoger el alimento para ellos mismos, y los dueños de las tierras eran responsables de darles acceso al campo. (para más información sobre esta práctica, ver “Espigar” en Levítico 19:9-10 anteriormente).
De igual forma, aquellos que otorgaban préstamos de capital no debían exigir condiciones que pusieran en peligro la salud o la vida del que tomaba prestado (Dt 23:19-20; 24:6, 10-13). Incluso, en algunos casos, debían estar dispuestos a prestar cuando era probable que perdieran su dinero, simplemente porque la necesidad de la otra persona era demasiado grande (Dt 15:7-9) (para más información, ver “Préstamos y garantías” en Éxodo 22:25-27 anteriormente).
Dios demanda que pongamos nuestros recursos a disposición de aquellos que tienen necesidad y que al mismo tiempo seamos buenos mayordomos de los recursos que Él nos da. Por una parte, todo lo que tenemos le pertenece a Dios y Su mandato es que usemos lo que es Suyo para el bien de la comunidad (Dt 15:7). Por otro lado, Deuteronomio no dice que el terreno de una persona es patrimonio común; la gente no podía tomar todo lo que quisiera. La exigencia de contribuir al bien público está establecida en un sistema en el que la propiedad privada es el medio principal de producción. Aunque la Biblia no puede imponer normas en cuanto al balance entre la propiedad privada y pública y la sostenibilidad de varios sistemas económicos en las sociedades actuales, sí puede aportar principios y valores al respecto.