El placer (Eclesiastés 2:1-11)

Comentario Bíblico / Producido por el Proyecto de la Teología del trabajo

A continuación, él se dice a sí mismo, “Ven ahora, te probaré con el placer; diviértete” (Ec 2:1). De esta forma adquiere riqueza, casas, jardines, alcohol, sirvientes (esclavos), joyas, entretenimiento y acceso fácil al placer sexual. “Y de todo cuanto mis ojos deseaban, nada les negué, ni privé a mi corazón de ningún placer” (Ec 2:10a).

A diferencia del éxito, él encuentra cierto valor en buscar el placer. “Mi corazón gozaba de todo mi trabajo, y ésta fue la recompensa de toda mi labor” (Ec 2:10). Resultó que su supuesto éxito no era nada nuevo, pero sus placeres al menos lo hacían sentir bien. Parece que el trabajo que es un medio para un fin —en este caso, el placer— es más satisfactorio que el trabajo que se convierte en una obsesión. Sin necesidad de tomar “muchas concubinas” (Ec 2:8), sería bueno que los trabajadores actuales se tomen el tiempo de detenerse y disfrutar las cosas buenas de la vida, las cuales a veces ignoramos. Si hemos dejado de trabajar por una meta más allá del trabajo, si ya no podemos disfrutar los frutos de nuestra labor, entonces nos hemos convertido en esclavos del trabajo en vez de sus amos.

No obstante, el trabajo que se realiza solo para ganar placer es insatisfactorio al final. Esta sección termina con la apreciación de que “he aquí, todo era vanidad y correr tras el viento, y sin provecho bajo el sol” (Ec 2:11).