El éxito (Eclesiastés 1:12-18)

Comentario Bíblico / Producido por el Proyecto de la Teología del trabajo

Primero, el Predicador examina el éxito. Él era rey y sabio —una persona que sobresale, para decirlo en términos actuales— que superó a “todos los que estuvieron antes de mí sobre Jerusalén” (Ec 1:16). ¿Y qué significaba todo ese éxito para él? No mucho. “Tarea dolorosa dada por Dios a los hijos de los hombres para ser afligidos con ella. He visto todas las obras que se han hecho bajo el sol, y he aquí, todo es vanidad y correr tras el viento” (Ec 1:13-14). Ni siquiera parece que sea posible algún logro duradero. “Lo torcido no puede enderezarse, y lo que falta no se puede contar” (Ec 1:15). Alcanzar sus metas no le trajo felicidad, ya que solo lo hizo darse cuenta de que cualquier cosa que podría alcanzar es vacía y limitada. En resumen, dice “me di cuenta de que esto también es correr tras el viento” (Ec 1:17).