El gran mandamiento tiene un gran alcance (Mateo 22:34-40)

Comentario Bíblico /

Los líderes judíos en la época de Jesús a menudo discutían por causa de la importancia relativa de los mandamientos. La perspectiva de algunos era que guardar el Sabbath era el mandamiento más importante. Otros pensaban que el más importante era la circuncisión. Otros habían creído, así como muchos judíos modernos en la actualidad, que el mandamiento más importante se encuentra en Deuteronomio 6:5 “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu fuerza”.

Así que cuando un abogado le pide a Jesús que opine sobre la pregunta, “¿cuál es el gran mandamiento de la ley?” (Mt 22:36), le pudo estar pidiendo a Jesús que escogiera un bando en un debate que ya era contencioso.

Pero Jesús se sumerge en una nueva área de conocimiento al responder no solo cuál mandamiento es el más grande, sino la forma en la que las personas lo pueden cumplir. “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente”, y luego agrega un segundo mandamiento, de Levítico 19:18, “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. Jesús une el segundo con el primero, diciendo que “es semejante”. (Ver “Amar al prójimo como a uno mismo (Levítico 19:17–18)”). A través de la lógica de Jesús, amar a Dios está ligado de forma inseparable con amar a las demás personas. Juan hace eco de esta afirmación cuando dice, “Si alguno dice: Yo amo a Dios, y aborrece a su hermano, es un mentiroso” (1Jn 4:20).

El trabajo es un medio principal por el cual amamos a otras personas. Con frecuencia, es en nuestro lugar de trabajo donde encontramos la mayor diversidad de personas, y su cercanía a nosotros día tras día nos presenta el reto único de amar a quienes son diferentes a nosotros. También amamos a los demás por medio de nuestro trabajo cuando este satisface las necesidades importantes de los clientes u otras partes interesadas. Para consultar más ejemplos, ver “Nuestro trabajo cumple el gran mandamiento” (Marcos 12:28–34) y “El trabajo del buen samaritano – Amar a su prójimo como a usted mismo (Lucas 10:25–37)”.

Sin embargo, Jesús no solo nos ordena que amemos a otros, sino que los amemos como nos amamos a nosotros mismos. ¿Cómo se evidencia este aspecto en el lugar de trabajo? Lo vemos cuando una cocinera revisa dos veces la temperatura interna de una hamburguesa después de que alguien pregunta, “¿te parece que está bien?”, ya que eso es lo que ella haría si estuviera preparando la hamburguesa para ella misma. Es evidente cuando un vendedor llama a un colega más experimentado porque un cliente le hizo una pregunta de la que no conoce la respuesta con certeza —en vez de dar una respuesta que piensa que es correcta—, porque él querría esa información antes de hacer la compra. Se puede ver en un mecánico que desbarata el trabajo que hizo con los frenos que acaba de completar, porque escuchó un ruido extraño y eso es lo que él querría hacer si este fuera su propio auto. Lo vemos en un hombre de negocios que le pregunta a sus colegas, “¿es posible que no estemos tomando en serio su opinión porque es una mujer?” sabiendo que él querría que un colega lo defendiera si estuviera involucrado en un malentendido.

Estos son ejemplos pequeños, pero cada uno de ellos cuesta algo —una comisión que se pierde, una hora de tiempo que no se puede facturar, una noche de poco sueño, el acceso al círculo íntimo del poder. Todo nuestro trabajo tiene el potencial de servir y por tanto, amar a nuestro prójimo. Pero amar al prójimo como a usted mismo, puede que requiera tomar riesgos que con seguridad tomaríamos para beneficiar nuestros propios objetivos, pero que parecen amenazantes cuando los tomamos solo para el beneficio de alguien más. En realidad es un estándar alto y tal vez es por eso que Jesús integra “amarás a tu prójimo como a ti mismo” con “amarás al Señor” en el gran mandamiento.