Restitución comercial (Éxodo 21:18-22:15)

Comentario Bíblico / Producido por el Proyecto de la Teología del trabajo

Las leyes casuísticas explicaban con detalle los castigos por las infracciones, incluyendo muchas relacionadas con el comercio, especialmente en el caso de la responsabilidad por pérdida o daños. La denominada ley del talión (lex talionis en latín), que también aparece en Levítico 24:17-21 y en Deuteronomio 19:16-21, es fundamental en el concepto de la retribución.[1] Literalmente, la ley dice que se debe pagar vida por vida, así como ojo por ojo, diente por diente, mano por mano, pie por pie, quemadura por quemadura, herida por herida y golpe por golpe (Éx 21:23-25). La lista es particularmente específica. Cuando los jueces de Israel hacían su trabajo, ¿debemos creer realmente que aplicaban los castigos de esta manera? Si la parte acusadora sufrió una quemadura debido a la negligencia de alguien más, ¿estaría satisfecha en realidad al ver que literalmente el culpable se quemara de la misma forma? Es interesante que en esta parte de Éxodo no vemos que se aplique la ley del talión de esta manera. En vez de eso, un hombre que hería gravemente a otro en una pelea debía pagar por el tiempo perdido de la víctima y cubrir sus gastos médicos (Éx 21:18-19). El texto no dice que el culpable debe quedarse quieto y recibir una golpiza pública similar por parte de su víctima. Parece que la ley del talión no determinaba un castigo estándar para ofensas mayores, sino que proporcionaba un límite máximo para la reclamación que se podía hacer por los daños. Gordon Wenham señala, “en la época del Antiguo Testamento no habían servicios policiales o fiscalía pública, así que la parte perjudicada y su familia debían llevar a cabo el enjuiciamiento y el castigo. Por lo tanto, es muy posible que la parte perjudicada no exigiera su derecho pleno bajo la ley del talión, sino que negociara una indemnización menor o que incluso perdonara totalmente al ofensor.”[2] Algunas personas en la actualidad podrían considerar esta ley como salvaje, pero Alec Motyer indica que, “cuando la ley inglesa ahorcaba a una persona por robar una oveja, no era porque estuvieran practicando el principio de ‘ojo por ojo’, sino porque lo habían olvidado.”[3]

La cuestión de interpretar la ley del talión ilustra que puede haber una diferencia entre hacer lo que dice la Biblia literalmente y aplicar lo que la Biblia enseña. No siempre será sencillo encontrar una solución bíblica para nuestros problemas. Los cristianos debemos ser maduros y tener discernimiento, especialmente a la luz de la enseñanza de Jesús de pasar por alto la ley del talión al no resistir al que es malo (Mt 5:38-42). ¿Jesús estaba hablando de una ética personal o esperaba que Sus seguidores aplicaran esto en los negocios? ¿Este principio funciona mejor para las faltas pequeñas o para las más grandes? También tenemos el deber de proteger y defender a los que sufren por causa de los que hacen el mal (Pr 31:9).

Las instrucciones específicas acerca de la restitución y las sanciones por causa de robos lograban dos propósitos. Primero, hacían responsable al ladrón de restituir al dueño original o de compensarlo completamente por su pérdida. Segundo, castigaban y educaban al ladrón haciendo que experimentara todo el sufrimiento que le había causado a la víctima. Estos propósitos pueden constituir una base cristiana para la ley criminal y civil en la actualidad. El trabajo judicial actual funciona de acuerdo con los estatutos y pautas específicas establecidas por el estado, pero a pesar de esto, los jueces tienen cierta libertad para determinar sentencias y sanciones. En las disputas que se arreglan por fuera de la corte, los abogados negocian con el fin de ayudar a sus clientes a llegar a un acuerdo definitivo. En épocas recientes surgió una postura llamada “justicia restitutiva”, que hace énfasis en la sanción que restituye la condición original de la víctima y, en la medida de lo posible, vuelve a convertir al infractor en un miembro productivo de la sociedad. La descripción y evaluación completa de tales iniciativas va más allá de nuestro alcance en este estudio, pero queremos indicar que la Escritura tiene mucho que ofrecerle a los sistemas contemporáneos de justicia sobre este asunto.

Algunas veces en las empresas, los líderes deben hacer de mediadores entre empleados en problemas graves relacionados con el trabajo. Decidir lo correcto y lo justo no solamente afecta a los que están involucrados en la disputa, sino también a todo el ambiente de la organización, e incluso establece un precedente para los trabajadores sobre lo que pueden esperar en el futuro. Es mucho lo que está en juego. Además, cuando los cristianos debemos tomar esta clase de decisiones, los que nos observan sacan conclusiones de nosotros como personas, así como de la legitimidad de la fe que rige nuestra vida. Claramente, no podemos anticipar todas las situaciones (y Éxodo tampoco lo hace) pero sabemos que Dios espera que apliquemos Sus instrucciones. Podemos estar seguros de que la mejor forma de comenzar es preguntándole a Dios cómo amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos.

Walter Brueggemann, “The Book of Exodus,” in vol. 1, The New Interpreter’s Bible: Genesis to Leviticus (Nashville: Abingdon Press, 1994), 433. El principio también se presenta en el Código de Hammurabi (aproximadamente entre los años 1850 y 1750 a. C.), aunque este código no le da tanta prioridad a la vida humana como la Torá.

Gordon J. Wenham, Exploring the Old Testament, A Guide to the Pentateuch, vol. 1 (Downers Grove, IL: IVP Academic, 2008), 73.

J. A. Motyer, The Message of Exodus: The Days of Our Pilgrimage [El mensaje de Éxodo: los días de nuestro peregrinaje] (Downers Grove, IL: IVP Academic, 2005), 240.