La resolución de conflictos (Filipenses 4:2-9)

Comentario Bíblico / Producido por el Proyecto de la Teología del trabajo

Pablo les pide a los filipenses que ayuden a dos mujeres entre ellos, Evodia y Síntique, a vivir en paz una con la otra (Fil 4:2–9). Aunque nuestra reacción instintiva es suprimir y negar el conflicto, Pablo lo trae de una forma amorosa a la luz, donde se puede resolver. El conflicto entre las mujeres no se especifica, pero ambas son creyentes y Pablo dice que “han compartido mis luchas en la causa del evangelio” (Fil 4:3). El conflicto se da incluso entre los cristianos más fieles, como ya lo sabemos. Él les dice que dejen de guardar resentimiento y que piensen en lo que es verdadero, digno, justo, puro, amable, honorable, de virtud o lo que merece elogio en la otra persona (Fil 4:8). Parece que “la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento” (Fil 4:7) comienza con apreciar lo bueno en los que están a nuestro alrededor, incluso (o especialmente) cuando estamos en conflicto con ellos. Después de todo, son personas por las que Cristo murió. También deberíamos mirarnos con cuidado a nosotros mismos y encontrar en nuestro interior la provisión de Dios de amabilidad, oración, súplica, agradecimiento y dejar de lado la preocupación (Fil 4:6).

La aplicación en el lugar de trabajo actual es clara, aunque no es fácil. Cuando nuestro deseo es ignorar y esconder el conflicto con otras personas en el trabajo, debemos reconocerlo y hablar (no chismear) al respecto. Cuando preferimos guardarlo para nosotros, debemos pedirle ayuda a personas sabias —en humildad, no con la esperanza de ganar alguna ventaja. Si preferimos preparar argumentos en contra de nuestros rivales, mejor deberíamos preparar argumentos a su favor, al menos siendo justos al reconocer sus cualidades. Y cuando pensamos que no tenemos la energía para hablar con la otra persona y que preferimos anular la relación, debemos dejar que el poder y la paciencia de Dios sustituyan la nuestra. En esto buscamos imitar a nuestro Señor, que “se despojó a Sí mismo” (Fil 2:7) de motivaciones personales y así recibió el poder de Dios (Fil 2:9) para vivir la voluntad de Dios en el mundo. Si hacemos estas cosas, nuestro conflicto se podrá resolver teniendo en cuenta cuáles son los verdaderos problemas, no simplemente lo que creemos, nuestros temores y resentimientos. Por lo general, esto conduce a una relación laboral restaurada y un respeto mutuo, y a veces a una amistad. Incluso en los casos poco comunes en los que la reconciliación no es posible, podemos esperar una “paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento” (Fil 4:7). Es una señal de Dios que ni siquiera una relación rota está más allá de la esperanza de la bondad de Dios.