La trabajadora sabia es diligente

Comentario Bíblico / Producido por el Proyecto de la Teología del trabajo

La mujer valiente es diligente y Proverbios lo describe en tres maneras: (1) trabajo duro, (2) planeación a largo plazo y (3) rentabilidad. Como resultado de su diligencia de estas maneras, ella está confiada respecto al futuro.

Una trabajadora diligente trabaja duro

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La mujer valiente “con agrado trabaja con sus manos” (Prov 31:13), lo que significa que decide trabajar incansablemente en pro de los objetivos del hogar. “También se levanta cuando aún es de noche” (Prov 31:15). “Hace telas de lino y las vende” (Prov 31:24). “Con sus ganancias planta una viña” (Prov 31:16). Esto es bastante trabajo.

En una economía agraria, la conexión entre el trabajo duro y el bienestar es fácil de entender. Mientras tengan acceso a una tierra para cultivar, a los trabajadores esforzados les va mucho mejor que a los perezosos. Los proverbios son claros en que un trabajador perezoso saldrá perdiendo al final.

Pobre es el que trabaja con mano negligente, mas la mano de los diligentes enriquece. El que recoge en el verano es hijo sabio, el que duerme durante la siega es hijo que avergüenza. (Prov 10:4-5)

He pasado junto al campo del perezoso, y junto a la viña del hombre falto de entendimiento, y he aquí, estaba todo lleno de cardos, su superficie cubierta de ortigas, y su cerca de piedras, derribada. Cuando lo vi, reflexioné sobre ello; miré, y recibí instrucción. Un poco de dormir, un poco de dormitar, un poco de cruzar las manos para descansar, y llegará tu pobreza como ladrón, y tu necesidad como hombre armado. (Prov 24:30-34)

En el Cercano Oriente antiguo, el trabajo duro traía prosperidad, pero incluso una semana de relajación durante la cosecha podía significar la falta de provisiones para el invierno.

Las economías modernas (al menos en el mundo desarrollado) pueden cubrir este efecto a corto plazo. En los buenos tiempos, cuando casi todos tienen trabajo, el trabajador perezoso puede tener empleo y puede parecer que hace todo tan bien como el diligente. De igual forma, en tiempos de crisis económicas (y en todo momento en muchas economías emergentes), puede que una persona que trabaja duro no tenga más éxito en la búsqueda de empleo que una perezosa. Y en todo momento, las recompensas para el trabajo duro pueden verse afectadas por la discriminación, las reglas sobre antigüedad, los contratos sindicales, el favoritismo, el nepotismo, el paracaídas de oro, la medición incorrecta del desempeño, la ignorancia de los gerentes y muchos otros factores más.

Pero, ¿esto hace que los proverbios acerca de la diligencia del trabajo duro sean obsoletos? La respuesta es no, por dos razones. Primero, incluso en las economías modernas, usualmente se recompensa la diligencia en el curso de la vida laboral. Cuando los empleos son escasos, es más probable que los trabajadores diligentes conserven su trabajo o encuentren uno nuevo pronto. Segundo, la motivación principal para la diligencia no es la prosperidad personal, sino el temor del Señor, como hemos visto con las otras virtudes en los proverbios. Somos diligentes porque el Señor nos llama a hacer nuestras tareas y el estar maravillados de Él nos motiva a ser diligentes en el trabajo.

La pereza o la falta de diligencia en el trabajo es destructiva. Todos los que hemos tenido compañeros de trabajo perezosos podemos apreciar este fuerte proverbio: “Como el vinagre a los dientes y el humo a los ojos, así es el perezoso para quienes lo envían” (Prov 10:26). Es horroroso estar estancados en un mismo equipo con personas que no ponen el hombro para llevar su parte de la carga.

Una trabajadora diligente hace planes a largo plazo

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La mujer valiente planea con anticipación. “Trae su alimento de lejos” (Prov 31:14), lo que significa que no depende de las compras de última hora que pueden ser cuestionables en calidad y costo. Ella “evalúa un campo” (Prov 31:16) antes de comprarlo, analizando su potencial a largo plazo. Además, planea plantar una viña en este campo en particular (Prov 31:16), y los viñedos no producen su primera cosecha hasta después de dos o tres años de plantarlos. La cuestión es que ella toma decisiones con base en sus consecuencias a largo plazo. Proverbios 21:5 nos dice que “los proyectos del diligente ciertamente son ventaja, mas todo el que se apresura, ciertamente llega a la pobreza”.

La planeación sabia requiere tomar decisiones que tienen resultados a largo plazo, como se ve en el ciclo de la administración de los bienes agrícolas.

Conoce bien la condición de tus rebaños, y presta atención a tu ganado; porque las riquezas no son eternas, ni perdurará la corona por todas las generaciones. Cuando la hierba desaparece se ve el retoño, y se recogen las hierbas de los montes; los corderos darán para tu vestido, y las cabras para el precio de un campo; y habrá suficiente leche de cabra para tu alimento, para el alimento de tu casa, y sustento para tus doncellas. (Prov 27:23-27)

Así como la mujer valiente al plantar una viña, el pastor sabio piensa con años de anticipación. De igual forma, el gobernador o el rey sabio necesitan tener una visión a largo plazo. “Por la transgresión de la tierra, muchos son sus príncipes; pero por el hombre entendido y de conocimiento permanece estable” (Prov 28:2). Los proverbios también toman a las hormigas como un ejemplo de la diligencia a largo plazo.

Ve, mira la hormiga, perezoso, observa sus caminos, y sé sabio. La cual sin tener jefe, ni oficial ni señor, prepara en el verano su alimento, y recoge en la cosecha su sustento. ¿Hasta cuándo, perezoso, estarás acostado? ¿Cuándo te levantarás de tu sueño? Un poco de dormir, un poco de dormitar, un poco de cruzar las manos para descansar, y vendrá como vagabundo tu pobreza, y tu necesidad como un hombre armado. (Prov 6:6-11)

La planeación a futuro es un aspecto que se puede ver de diferentes maneras en el lugar de trabajo. La planeación financiera se menciona en Proverbios 24:27: “Ordena tus labores de fuera, y tenlas listas para ti en el campo; y después edifica tu casa”. En otras palabras, no comience a construir su casa antes de que sus campos estén produciendo los fondos necesarios para terminar el proyecto de construcción. Jesús retomó esta idea en Lucas 14:28-30:

“Porque, ¿quién de vosotros, deseando edificar una torre, no se sienta primero y calcula el costo, para ver si tiene lo suficiente para terminarla? No sea que cuando haya echado los cimientos y no pueda terminar, todos los que lo vean comiencen a burlarse de él, diciendo: ‘Este hombre comenzó a edificar y no pudo terminar.’”

Existen muchas otras formas de planear, y aunque no podemos esperar que los proverbios sirvan como un manual de planeación para una empresa moderna, sí podemos observar de nuevo la relación entre la sabiduría en Proverbios en la forma de planear y el carácter de Dios.

Del hombre son los propósitos del corazón, mas del Señor es la respuesta de la lengua. (Prov 16:1)

Muchos son los planes en el corazón del hombre, mas el consejo del Señor permanecerá. (Prov 19:21)

Dios hace planes a muy largo plazo y es sabio que también planeemos con anticipación, pero debemos ser humildes respecto a nuestros planes. A diferencia de Dios, nosotros no tenemos el poder de hacer que todos nuestros planes se hagan realidad. “No te jactes del día de mañana, porque no sabes qué traerá el día” (Prov 27:1). Planeamos con sabiduría, hablamos con humildad y vivimos con la esperanza de que los planes de Dios son nuestro mayor deseo.

La consideración de las consecuencias a largo plazo puede ser la habilidad más importante para el éxito. Por ejemplo, la investigación psicológica ha demostrado que la habilidad de postergar la gratificación —es decir, la habilidad de tomar decisiones con base en resultados a largo plazo— es un mejor indicador del éxito en la escuela que el cociente intelectual.[2] Lamentablemente, algunas veces parece que los cristianos toman pasajes tales como “no os preocupéis por el día de mañana” (Mt 6:34) para decir que “no se debe planear para el futuro”. Los proverbios —junto con las palabras mismas de Jesús— muestran que esto es incorrecto y autocomplaciente. De hecho, toda la vida cristiana, con su espera del regreso de Cristo para perfeccionar el reino de Dios, es una vida de planear a largo plazo.

Angela L. Duckworth y Martin E. P. Seligman, “Self-Discipline Outdoes IQ in Predicting Academic Performance of Adolescents” [La autodisciplina supera al CI en la predicción del rendimiento académico de los adolescentes], Psychological Science [Ciencia psicológica] 16, nº 12 (2005): 939-44. Mischel y Shoda (Science [Ciencia], 1989), Rosenbaum (Journal of Personality and Social Psychology [Revista de psicología social y personalidad], 1986) y Bialer (Journal of Personality [Revista de la personalidad], 1961), entre otros, han reportado resultados similares.

Una trabajadora diligente contribuye a la rentabilidad de la empresa

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La mujer valiente se asegura de que el trabajo de sus manos se pueda comercializar. Ella sabe qué es lo que los mercaderes compran (Prov 31:24), escoge sus materiales con cuidado (Prov 31:13) y trabaja incansablemente para asegurar que el producto sea de calidad (Prov 31:18b). Su recompensa es que “su ganancia es buena” (Prov 31:18a) y proporciona los recursos que necesitan su casa y la comunidad. Los proverbios son claros en que la diligencia de un trabajador individual contribuye a la rentabilidad —el valor aumentado— de toda la entidad. “Los proyectos del diligente ciertamente son ventaja, mas todo el que se apresura, ciertamente llega a la pobreza” (Prov 21:5). El ejemplo opuesto se muestra en el proverbio, “También el que es negligente en su trabajo es hermano del que destruye” (Prov 18:9). Un trabajador perezoso no es mejor que uno que se propone deliberadamente a destruir la empresa. Todo esto anticipa la parábola de los talentos de Jesús (Mt 25:14-30).

Cuando tenemos en mente que estos proverbios acerca de las ganancias están cimentados en el carácter de Dios, vemos que Dios quiere que trabajemos de forma rentable. No es suficiente completar las tareas que se nos asignan. Debemos examinar si nuestro trabajo en realidad le agrega valor a los materiales, el capital y la mano de obra que se han invertido. En un mundo de economías abiertas, la fuerte competencia sugiere que puede ser difícil obtener beneficios. Los que no son diligentes —los perezosos, complacientes o disolutos— pueden caer rápidamente en pérdidas, bancarrota y ruina. Los diligentes —quienes trabajan duro y son creativos y enfocados— realizan un servicio piadoso cuando hacen posible que sus negocios funcionen de forma rentable.

Es claro que no todas las personas trabajan en empresas lucrativas. Al buscar aplicaciones a partir de las actividades rentables de la mujer valiente para los campos académico, gubernamental, militar, de administración del hogar, de caridad y otras esferas sin ánimo de lucro, debemos traducir “rentabilidad” como “valor”. Pero, antes de generalizar demasiado, exploremos el tema específico de la rentabilidad de negocios. Frecuentemente, los cristianos no reconocen la importancia de la rentabilidad en la perspectiva bíblica. De hecho, la rentabilidad tiende a verse con sospecha y se debate en la retórica de “personas vs. ganancias”. Existe la consideración de que la rentabilidad no viene de usar los ingresos y crear algo más valioso a partir de ellos, sino de la estafa de compradores, trabajadores o proveedores. Esto surge de una perspectiva inadecuada de los negocios y la economía. Una crítica verdaderamente bíblica de los negocios haría preguntas como: “¿Qué clase de ganancias?” “¿Cuál es la procedencia de las ganancias?” “¿Las ganancias se obtienen por medio de un monopolio, o intimidación o engaño?” y “¿Cómo se comparten las ganancias entre los trabajadores, administradores, propietarios, prestamistas, proveedores, clientes e impuestos?” Esto animaría y sería un homenaje para los trabajadores y los negocios que producen una rentabilidad honesta con su labor.

No todos los trabajadores tienen la capacidad de saber si su trabajo es rentable o no. Los empleados de una corporación grande pueden tener poco conocimiento acerca de la contribución positiva de su trabajo en particular para la rentabilidad de la empresa. La rentabilidad, en un sentido contable, no desempeña un rol en la educación, el gobierno, las corporaciones sin ánimo de lucro y los hogares. Sin embargo, todos los trabajadores pueden prestar atención a la forma en la que su labor contribuye a agregar valor o cumplir la misión de la organización y analizar si el valor que agregan es mayor que el salario y los demás recursos que reciben. Hacer esto es una forma de servir al Señor.

La administración rentable de la casa de la mujer valiente recibe alabanza. “Su valor supera en mucho al de las joyas” (Prov 31:10). Esta no es una metáfora sentimental, sino que es una verdad literal. Ciertamente, a lo largo de los años, una empresa bien administrada puede obtener ganancias que excedan el valor de las joyas y otros depósitos de riquezas.

Una trabajadora diligente puede sonreírle al futuro

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La diligencia de la mujer valiente le produce entusiasmo por lo porvenir. “Fuerza y dignidad son su vestidura, y sonríe al futuro” (Prov 31:25). Aunque los proverbios no son promesas de prosperidad personal, en general nuestra diligencia sí produce un mejor futuro.

El que labra su tierra se saciará de pan, pero el que persigue lo vano carece de entendimiento. (Prov 12:11)

El que labra su tierra se saciará de pan, pero el que sigue propósitos vanos se llenará de pobreza. (Prov 28:19)

La mano de los diligentes gobernará, pero la indolencia será sujeta a trabajos forzados. (Prov 12:24)

La diligencia no es una garantía contra la aflicción o incluso el desastre futuro (ver “Job y el trabajo” en www.teologiadeltrabajo.org). Aun así, el sabio confía en Dios para el futuro y el diligente puede descansar en la certeza de que ha hecho lo que Dios quería para él mismo, para su hogar y su comunidad.