Salomón sucede a David como rey (1 Reyes 1-11)

Comentario Bíblico / Producido por el Proyecto de la Teología del trabajo

Luego de tomar el lugar de David como rey, Salomón enfrenta una inmensidad de tareas (1R 3:5-15), plenamente consciente de que no es el más idóneo para la labor (1Cr 22:5) y que el trabajo que se le encomienda es inmenso. Además del proyecto del templo, está a cargo de una nación grande y compleja, “un pueblo inmenso que no se puede numerar ni contar por su multitud” (1R 3:8). Incluso mientras adquiere experiencia en el trabajo, se da cuenta de que es tan complejo que nunca podrá descifrar la forma correcta de proceder en todas las circunstancias. En su necesidad de ayuda divina le pide a Dios, “Da, pues, a Tu siervo un corazón con entendimiento para juzgar a Tu pueblo y para discernir entre el bien y el mal. Pues ¿quién será capaz de juzgar a este pueblo Tuyo tan grande?” (1R 3:9). Dios responde su oración y le da “sabiduría, gran discernimiento y amplitud de corazón como la arena que está a la orilla del mar” (1R 4:29).

Salomón construye el templo del Señor (1 Reyes 5-8)

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La primera tarea enorme de Salomón es construir el templo del Señor y para lograr esta proeza arquitectónica, contrata a profesionales de todas partes de su reino. Se dedican tres capítulos (1R 5-7) para describir el trabajo de la construcción del templo, de los cuales tenemos espacio para una muestra breve:

Salomón tenía setenta mil hombres que llevaban las cargas, y ochenta mil canteros en las montañas, además de los tres mil trescientos oficiales de Salomón que estaban al frente de la obra y que gobernaban la gente que hacía el trabajo. Entonces el rey dio órdenes, y sacaron grandes piedras, piedras costosas, para echar los cimientos de la casa con piedras labradas. (1R 5:15-17)

Fundió las dos columnas de bronce; la altura de una columna era de dieciocho codos, y un cordel de doce codos medía la circunferencia de las dos. Hizo también dos capiteles de bronce fundido para colocarlos en las cabezas de las columnas; la altura de un capitel era de cinco codos y la del otro capitel era de cinco codos. Había redes de obra de malla y trenzas de obra de cadenilla para los capiteles que estaban en la cima de las columnas; siete para un capitel y siete para el otro capitel. (1R 7:15-17)

Y Salomón hizo todos los utensilios que estaban en la casa del Señor: el altar de oro y la mesa de oro sobre la cual estaba el pan de la Presencia; los candelabros de oro puro, cinco a mano derecha y cinco a mano izquierda, frente al santuario interior; las flores, las lámparas y las tenazas de oro; las copas, las despabiladeras, los tazones, las cucharas y los incensarios de oro puro; y los goznes para las puertas de la casa interior, el lugar santísimo, y para las puertas de la casa, es decir, de la nave, también de oro. Así fue terminada toda la obra que el rey Salomón hizo en la casa del Señor. Y Salomón trajo las cosas consagradas por su padre David, es decir, la plata, el oro y los utensilios, y los puso en los tesoros de la casa del Señor. (1R 7:48-51)

Salomón involucra a un número considerable de personas que ayudan a construir y mantener su reino. Todos en el reino contribuyen con su conocimiento y habilidades para ayudar a construir el templo, desde los profesionales expertos hasta las personas en trabajos forzosos. Con o sin intención, al darle empleo a tantas personas de todas las condiciones sociales, Salomón asegura que la gran mayoría de ciudadanos inviertan de forma personal en el bienestar político, religioso, social y económico del reino.

Salomón centraliza el gobierno del reino (1 Reyes 9-11)

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El gran esfuerzo nacional necesario para construir el templo convierte a Salomón en el gobernante de un reino poderoso. Durante su reinado, Israel alcanza el pico de su fuerza militar y económica, y el reino cubre más territorio que en cualquier otra época de la historia de Israel. Él lleva a cabo la centralización del gobierno, de la organización económica y la adoración de la nación.

Para reunir un grupo de trabajadores tan grande, el rey Salomón recluta por la fuerza personas de todas partes de Israel, lo que da un total de treinta mil hombres (1R 5:13-14). Parece que Salomón les paga a los israelitas que fueron reclutados por la fuerza (1R 9:22) de acuerdo con lo que dice Levítico 25:44-46, en donde se prohíbe esclavizar israelitas. Sin embargo, los extranjeros residentes sí se convierten en esclavos (1R 9:20-21). Además, una multitud de trabajadores provienen de naciones circundantes. Se reúne una gran variedad de profesionales altamente calificados de distintas procedencias, incluyendo a los mejores artesanos del momento. Los libros de Samuel, Reyes y Crónicas —que se interesan principalmente en el trabajo de la monarquía— dicen poco acerca de estos trabajadores; solamente mencionan cómo se relacionan con el templo, pero se les puede ver en el fondo de la historia, haciendo posible la existencia de toda la sociedad. Sin embargo, al hacerlos trabajar a la fuerza, Salomón construye su reino con métodos que debilitan su legitimidad y estabilidad. Desde ya podemos ver que se avecinan los problemas.

Salomón ve que mientras el gobierno central se expande, será necesario alimentar el gran grupo de trabajadores que sigue creciendo. Los soldados y los trabajadores de todos los proyectos de construcción de Salomón necesitan sus raciones (1R 5:9-11) y la creciente burocracia también se debe alimentar. Por tanto, el rey organiza a la nación en doce sectores y designa a un representante como supervisor de cada sector. Cada representante se encarga de proveer todas las raciones de alimento requeridas para un mes de cada año. Como resultado, las hijas de los israelitas son reclutadas por la fuerza para trabajar como “cocineras y panaderas” (1S 8:13). Israel llega a ser como los demás reinos, con trabajo forzado, impuestos elevados y una élite central que tiene el poder sobre el resto del país.

Como lo había predicho Samuel, los reyes hacen que el ejército crezca grandemente (1S 8:11-12). La militarización florece totalmente durante el reinado de Salomón al convertirse en un elemento esencial de la estabilidad del reino. Todo tipo de soldados, desde los del rango más bajo hasta los generales, necesitan armas que incluyen las jabalinas, lanzas, arcos y flechas, espadas, dagas, cuchillos y hondas. Además, necesitan un equipo protector con escudos, cascos y armaduras para el cuerpo. Para manejar un ejército tan grande, se debe mantener una organización militar nacionalizada. A diferencia de su padre, Salomón es llamado “hombre de paz”, aunque esta paz se asegura por medio de una fuerza militar bien organizada y aprovisionada.

En la historia de Salomón vemos cómo la sociedad depende del trabajo de una multitud de personas además de las estructuras y sistemas que organizan la producción y distribución a gran escala. La capacidad humana de organizar el trabajo es una evidencia de que somos creados a imagen de Dios, quien trae orden a partir del caos en una escala mundial (Gn 1). Qué apropiado que la Biblia describa esta habilidad por medio de la construcción del lugar donde Dios se reúne con la humanidad. Se requiere una habilidad dada por Dios para organizar el trabajo a una escala lo suficientemente grande como para construir la casa de Dios. Pocas personas querrían regresar a los métodos de organización de Salomón —reclutamiento, trabajos forzados y militarización—, así que podemos darle gracias a Dios por guiarnos a usar métodos más justos y efectivos en la actualidad. Tal vez lo que tomamos de este episodio es que Dios está sumamente interesado en el arte de coordinar el trabajo y la creatividad humana para alcanzar Sus propósitos en el mundo.