La gloria de Dios en toda la creación (Salmos 146-150)

Comentario Bíblico / Producido por el Proyecto de la Teología del trabajo

Los últimos cinco salmos comienzan con el grito “¡Aleluya! ¡Alabado sea el Señor!” (NVI). Como lo ha demostrado nuestro estudio de los salmos, el trabajo está diseñado para ser una forma de alabar a Dios. Esos cinco salmos representan una variedad de formas en las que nuestro trabajo puede alabar al Señor. En todos ellos, vemos que nuestro trabajo está cimentado en el trabajo de Dios mismo. Cuando trabajamos como Dios quiere que lo hagamos, imitamos, extendemos y cumplimos el trabajo de Dios.

Salmo 146

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Dios hace justicia a los oprimidos (Sal 146:7a) y nosotros también lo hacemos cuando trabajamos de acuerdo con Sus mandamientos y por Su gracia. Dios alimenta al hambriento (Sal 146:7b) y nosotros también. Dios libera a las personas de sus cadenas, como lo hacen los legisladores, los abogados, los jueces y los jurados. Dios restaura la vista del ciego, como lo hacen los oftalmólogos, los optometristas y los que fabrican anteojos. Dios levanta a aquellos que no pueden levantarse por sí mismos, como lo hacen los terapistas físicos, los camilleros, los fabricantes de elevadores y los padres de bebés (Sal 146:8). El Señor cuida a los extranjeros, como lo hacen la policía y los trabajadores de seguridad, las azafatas, los salvavidas, los inspectores de salud y los que trabajan por el mantenimiento de la paz. Él cuida a los huérfanos y las viudas (Sal 146:9), como lo hacen los padres de acogida, los trabajadores que cuidan ancianos, los abogados familiares y los trabajadores sociales, los planeadores financieros y los trabajadores de las escuelas-internados. ¡Alabado sea el Señor! (Sal 146:10, NVI).

Salmo 147

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Dios reúne a los dispersos (Sal 147:2), como lo hacen los capellanes y los maestros en la prisión y los organizadores comunitarios. Él sana al quebrantado de corazón (Sal 147:3), como lo hacen los consejeros que ayudan en casos de duelo, los casamenteros, los humoristas y los cantantes de blues. Él cuenta las estrellas y les da nombres (Sal 147:4), como lo hacen los astrónomos, los navegantes y los narradores de historias. Su poder es abundante (Sal 147:5a), como sucede con los presidentes, los jefes, los almirantes, los padres y los presos políticos que se convierten en hombres de Estado. Él tiene un entendimiento infinito (Sal 147:5b), como es el caso de los maestros, los poetas, los pintores, los maquinistas, los operadores de sonares y las personas cuyo autismo les da un poder extraordinario para concentrarse en los detalles. Él sostiene al afligido, como lo hacen los activistas por los derechos civiles y los que donan para esta causa, y Él destruye el poder del malvado, como lo hacen los abogados, los informantes y todos aquellos que se alejan de los chismes y defienden a los compañeros de trabajo que reciben un trato injusto (Sal 147:6).

Dios prepara la tierra para el clima venidero (Sal 147:8), como lo hacen los meteorólogos, los investigadores del clima, los arquitectos y los constructores, y los que controlan el tránsito aéreo. Él alimenta los animales (Sal 147:9), como lo hacen los ganaderos, los pastores y los niños y niñas en las zonas rurales. Él fortalece las puertas, protege a los niños y preserva la paz en las fronteras (Sal 147:13-14a), como lo hacen los ingenieros, los soldados, los agentes de aduanas y los diplomáticos. Él prepara las mejores comidas (Sal 147:14b), como lo hacen los cocineros, los chefs, los panaderos, los enólogos, los cerveceros, los campesinos, los administradores del hogar y los padres de familia que tienen dos ocupaciones (principalmente mujeres), las personas que escriben blogs de recetas de cocina, los tenderos y los servidores. Él declara Su palabra —Sus estatutos y ordenanzas (Sal 147:19). ¡Alabado sea el Señor! (Sal 147:20, NVI).

Salmo 148

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A diferencia de los Salmos 146, 147 y 149, el Salmo 148 y el 150 no presentan a Dios en el trabajo, sino que van directamente a nuestra respuesta de alabanza por el trabajo que Él ya ha realizado. El Salmo 148 habla de la creación de Dios, como si la misma existencia de la creación fuera alabanza para Dios. “Alabad al Señor desde la tierra, monstruos marinos y todos los abismos; fuego y granizo, nieve y bruma; viento tempestuoso que cumple su palabra; los montes y todas las colinas; árboles frutales y todos los cedros; las fieras y todo el ganado; reptiles y aves que vuelan” (Sal 148:7-10). Su creación hace que nuestro trabajo sea fructífero, así que es justo que ofrezcamos todo nuestro trabajo como alabanza hacia Él. “Jóvenes y también doncellas; los ancianos junto con los niños. Alaben ellos el nombre del Señor” (Sal 148:12-13). ¡Alabado sea el Señor! (Sal 148:14, NVI).

Salmo 149

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Al Señor le agradan las canciones, el baile y la música de los instrumentos (Sal 149:2-3), así como a los músicos, los bailarines, los compositores, los que escriben canciones, los coreógrafos, los que componen la música cinematográfica, los bibliotecarios musicales, los maestros, los que trabajan y los que hacen donaciones en las organizaciones artísticas, los miembros de coros, los musicoterapeutas, los estudiantes que conforman grupos musicales, los coros y las orquestas, los grupos musicales de garaje, los cantantes de yodel, los trabajadores que cantan en el trabajo, los productores y los editores musicales, los youtubers, los disyóquey de hip hop, los letristas, los productores de audio, los afinadores de pianos, los fabricantes de kalimbas, los técnicos de acústica, los escritores de aplicaciones musicales y todos los que cantan en la ducha. Tal vez no existe una tarea humana que sea más universal y más variada que hacer música, y todo se deriva del mismo agrado de Dios por la música.

El Señor se deleita en Su pueblo (Sal 149:4a), así como lo hacen todos los buenos líderes, los miembros de familias, los que trabajan por la salud mental, los pastores, los vendedores, los guías turísticos, los entrenadores, los organizadores de fiestas y todos los que sirven a otras personas. Si las situaciones oprimen a otros o los sistemas imposibilitan que las personas se deleiten en otros, el Señor derrota a los opresores y reforma los sistemas (Sal 149:4b-9a), como lo hacen los reformadores corporativos y sociales, los periodistas, las mujeres y los hombres del común que se rehúsan a aceptar la situación actual, los psicólogos organizacionales y los profesionales de recursos humanos y —si las condiciones son extremas y es la única salida— los ejércitos, la armada, la fuerza aérea y sus comandantes. Cuando la justicia y el buen gobierno se restauran, la música puede comenzar de nuevo (Sal 149:6). ¡Alabado sea el Señor! (Sal 149:9b, NVI).

Salmo 150

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En el último salmo regresa la música como nuestra respuesta a los “hechos poderosos” en los que se basan todas nuestras actividades y el trabajo. Alabar a Dios con trompetas, liras y arpas, panderos, instrumentos de cuerda y flautas, címbalos —sonoros y resonantes— y danza. Este salmo es el clímax de cinco canciones llenas de trabajo y presenta el fin supremo de toda la colección de los salmos, dando la impresión de que la música en realidad es un trabajo importante. Sin embargo, no es solamente la música por sí misma, sino porque nos permite alabar al Señor con más fuerza. Podemos tomar esto tanto literal como metafóricamente. Desde la perspectiva literal, podríamos valorar un poco más de lo habitual la música, la danza y otras artes en la comunidad cristiana, ya que no siempre son bien recibidas la música (a excepción de un pequeño grupo de ciertos géneros) y las artes (que a veces ni se toman en cuenta). O al menos, podríamos valorar un poco más nuestra propia expresión musical y artística. Si no encontramos el tiempo para expresar nuestra propia creatividad artística, ¿es posible que estemos perdiendo el valor de las canciones que Dios pone en nuestros corazones?

De forma metafórica, nos podríamos preguntar si el Salmo 150 nos está invitando a abordar nuestro trabajo como si fuera un tipo de música. Probablemente, a todos nos gustaría disfrutar más armonía en nuestras relaciones, un ritmo más constante de trabajo y descanso, una atención a la belleza de nuestro trabajo y el de las personas con las que trabajamos. ¿Ver la belleza de nuestra labor nos ayudaría a superar los retos laborales, tales como las tentaciones éticas, el aburrimiento, las malas relaciones, la frustración y la baja productividad en momentos? Por ejemplo, imagine que su frustración hacia su jefe hace que se sienta tentado a dejar de hacer bien su trabajo. ¿Le ayudaría ver la belleza de su trabajo más allá de su relación con su jefe? ¿Qué clase de belleza le trae su trabajo al mundo? ¿Qué belleza percibe Dios en lo que usted hace? ¿Es eso suficiente para sostenerlo en tiempos difíciles o para guiarlo a hacer los cambios necesarios en su trabajo o en la manera en la que lo hace?

En cualquier caso, no importa cómo percibimos nuestra labor, ya que el propósito de Dios es que lo alabemos con nuestro trabajo. Los ciento cincuenta salmos de la Biblia cubren todos los aspectos de la vida y el trabajo, desde los terrores más oscuros hasta los anhelos más grandes. Algunos hablan de muerte y desespero y otros hablan de prosperidad y esperanza, pero la conclusión final del libro de los Salmos es la alabanza.

¡Que todo lo que respira alabe al Señor!
¡Aleluya! ¡Alabado sea el Señor! (Salmos 150:6)