Conclusión de 1 y 2 Tesalonicenses
Los temas laborales están entrelazados en las estructuras de las cartas a los Tesalonicenses. Estos son más visibles en algunos pasajes explícitos y especialmente en 2 Tesalonicenses. El principio que cimenta ambas cartas es que los cristianos somos llamados a trabajar en la medida en que podamos hacerlo. El trabajo es necesario para poner el alimento sobre la mesa, así que los que comen deben ser trabajadores. Además, el trabajo es honorable, al reflejar el propósito de Dios para la humanidad en la creación. No todos tienen la misma capacidad para trabajar, así que la medida de trabajo no está determinada por la cantidad de logros, sino por la actitud de servicio y el compromiso con la excelencia. Por lo tanto, los que trabajan tan bien y tan duro como pueden, participan plenamente en la abundancia de la comunidad. Por el otro lado, los que eluden su labor de trabajar deben ser confrontados por la iglesia. Si siguen en su desocupación, no deben recibir su sustento por medio de otros. Como último recurso, incluso deberían ser expulsados de la comunidad, ya que la desocupación no solo lleva a consumir el fruto del trabajo de otros, sino también a la perturbación de la comunidad con la intromisión, el chisme y el entorpecimiento.