Evaluación de la edad de oro de Salomón (1 Reyes)
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La profecía de Samuel acerca de los peligros de tener un rey se cumple en la época de Salomón.
“Así será el proceder del rey que reinará sobre vosotros: tomará a vuestros hijos… Tomará también a vuestras hijas… Tomará lo mejor de vuestros campos, de vuestros viñedos y de vuestros olivares… De vuestro grano y de vuestras viñas tomará el diezmo... Tomará también vuestros siervos y vuestras siervas, vuestros mejores jóvenes y vuestros asnos… De vuestros rebaños tomará el diezmo, y vosotros mismos vendréis a ser sus siervos. Ese día clamaréis por causa de vuestro rey a quien escogisteis para vosotros, pero el Señor no os responderá en ese día. (1S 8:11-18)
A simple vista, la administración de Salomón y sus campañas de construcción parecen ser muy buenas. El pueblo está feliz de hacer los sacrificios necesarios para construir el templo (1R 8:65-66), un lugar donde todos pueden ir a recibir la justicia (1R 8:12-21), el perdón (1R 8:33-36), la sanación (1R 8:37-40) y la misericordia de Dios (1R 8:46-53).
Sin embargo, después de terminar la construcción del templo, Salomón construye un palacio para él de la misma escala y magnificencia que el templo (1R 9:1, 10). Cuando se acostumbra al poder y la riqueza, se vuelve egoísta, arrogante e infiel y destina una gran parte de la capacidad productiva de la nación para su beneficio personal. Decide revestir de oro su grande e impresionante trono de marfil (2Cr 9:17), recibe a las visitas con lujos (1R 10:5), deshonra los acuerdos que hace con sus aliados (1R 9:12) y su consorte son “setecientas mujeres que eran princesas y trescientas concubinas” (1R 11:3). Este último acto lo lleva a su ruina definitiva, porque “amó a muchas mujeres extranjeras” (1R 11:1), lo que resultó en que “cuando Salomón era ya viejo, sus mujeres desviaron su corazón tras otros dioses, y su corazón no estuvo dedicado por entero al Señor su Dios” (1R 11:4). Por esto, construye santuarios para Astoret, Milcom, Quemos y Moloc (1R 11:7). Ya que el pacto establece que la clave de la prosperidad de la nación es que el rey sea fiel al Señor, Israel descendió rápidamente de la cúspide. Es evidente que a Dios realmente le importa si hacemos nuestro trabajo para favorecer Sus propósitos o si lo hacemos en contra ellos. Es posible alcanzar logros asombrosos cuando trabajamos de acuerdo con los planes de Dios, pero cuando no lo hacemos, nuestro trabajo se desintegra rápidamente.