Paz y prosperidad (Isaías 9)

Comentario Bíblico / Producido por el Proyecto de la Teología del trabajo

En contraste con el orgullo, la arrogancia y la autosuficiencia que nos destruirán a nosotros o a aquellos que explotan a los pobres para ganar su riqueza, el cuarto tema en Isaías dice que mientras ponemos nuestra confianza en el único Dios verdadero, viviremos en paz y prosperidad. El pueblo de Dios se regocijará ante su Señor “como con la alegría de la cosecha” (Is 9:3). Por el poder del espíritu de Dios, el pueblo habitará en paz y seguridad y disfrutará de su trabajo (Is 32:15): “¡Cuán bienaventurados seréis vosotros los que sembráis junto a todas las aguas, y dejáis sueltos al buey y al asno!” (Is 32:20).

Del mismo modo, una de las promesas que vino luego de que Ezequías confiara en la liberación de Dios del rey asirio Senaquerib, fue que el pueblo disfrutaría el fruto de su propio trabajo:

“Esto te será por señal: Este año comeréis lo que crezca espontáneamente; el segundo año lo que nazca de por sí, y en el tercer año sembrad, segad, plantad viñas y comed su fruto” (Is 37:30). Debido a la angustia por la invasión inminente de Senaquerib, la tierra se había quedado inactiva. Dios prometió que el alimento vendría de ella aunque no había sido cultivada. Sin embargo, para que un pueblo disfrutara el fruto de una viña, se requieren años de paz para realizar el cultivo apropiado. Las condiciones de paz son una bendición de Dios. El trabajo exitoso de Judá en el campo y la viña sirvieron como una señal continua del amor del pacto de Dios.[1]

En el panorama de la nueva Sion en Isaías 62 se encuentra una de las promesas de Dios relacionadas con el disfrute del pueblo de su propio alimento y su propio vino por el cual han trabajado (Is 62:8–9). Igualmente, en la descripción de los nuevos cielos y la nueva tierra donde las cosas pasadas serán olvidadas en la nueva creación, el pueblo de Dios ya no será oprimido, sino que construirán sus propias casas, beberán su propio vino y comerán su propio alimento (Is 65:21–22). 

En el Antiguo Testamento, debido a que el trabajo en el campo era la principal ocupación de la mayoría de personas, muchos ejemplos de la Biblia se toman a partir de la vida y las expectativas agrarias. Sin embargo, el principio mayor es que Dios nos llama, sin importar cuál sea nuestra vocación, a confiar en Él en nuestro trabajo, así como en los aspectos aparentemente más religiosos de nuestras vidas.

Dios aprecia los roles creativos que Su pueblo desempeña al esforzarse por ser excelente en lo que hace bajo el pacto de Dios. “Plantarán también viñas y comerán su fruto” (Is 65:21). Los problemas surgen cuando tratamos de darle vuelta a la distinción Creador/criatura al reemplazar los valores y la provisión de Dios por nuestros propios valores y ambición descontrolada. Esto ocurre cuando situamos nuestro trabajo en un lugar aparte, como un asunto secular que parece desligado del reino de Dios. En un mundo caído, por supuesto, vivir fielmente no siempre resulta en prosperidad. Sin embargo, el trabajo que se realiza al margen de la fe puede llevar a resultados aún peores que la pobreza material, lo que precisamente descubrió Judá según lo relatan los primeros capítulos de la profecía de Isaías.

En el Antiguo Testamento, debido a que el trabajo en el campo era la principal ocupación de la mayoría de personas, muchos ejemplos de la Biblia se toman a partir de la vida y las expectativas agrarias.