El soborno y la corrupción (Deuteronomio 16:18-20)

Comentario Bíblico / Producido por el Proyecto de la Teología del trabajo

A menudo, la efectividad de los derechos de propiedad y las medidas de protección para los trabajadores dependen de los sistemas judiciales y la aplicación de la ley. La petición de Moisés para los jueces y oficiales es especialmente importante cuando se trata del trabajo. “No torcerás la justicia; no harás acepción de personas, ni tomarás soborno, porque el soborno ciega los ojos del sabio y pervierte las palabras del justo” (Dt 16:19). Sin la justicia imparcial sería imposible vivir y poseer la tierra que el Señor Dios nos da (Dt 16:20).

Los lugares de trabajo y las sociedades modernas siguen siendo susceptibles a los sobornos, la corrupción y los sesgos, igual que el antiguo pueblo de Israel. De acuerdo con las Naciones Unidas, el principal impedimento para el crecimiento económico de los países menos desarrollados son las fallas en el estado de derecho imparcial.[1] Puede que en los lugares en donde la corrupción es endémica, sea imposible ganarse la vida, viajar por el país o estar en paz sin pagar sobornos. Esto parece señalar que en general aquellos que tienen el poder de exigir sobornos tienen una mayor culpa que quienes los pagan, ya que se prohíbe aceptar sobornos, no pagarlos. Aun así, cualquier acción que puedan realizar los cristianos para reducir la corrupción —ya sea en la parte de recibir o de dar— es una contribución al “juicio justo” (Dt 16:18) que es sagrado para el Señor (para un estudio más detallado de las aplicaciones económicas del estado de derecho, ver “Apropiación de la tierra y derechos de propiedad” en Números 26-27; 36:1-12 anteriormente).

Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, Issue Brief: Rule of Law and Development [Resumen: Estado de derecho y desarrollo] (Nueva York: United Nations, 2013), 3.