Creados para descansar: Entrar en una gozosa comunión con Dios

Artículo / Producido por el Proyecto de la Teología del trabajo

Y en el séptimo día completó Dios la obra que había hecho, y reposó en el día séptimo de toda la obra que había hecho. Y bendijo Dios el séptimo día y lo santificó, porque en él reposó de toda la obra que Él había creado y hecho (Génesis 2:2-3).

El séptimo día es lo primero que se santifica en la Escritura, lo primero que adquiere ese estatus especial que propiamente le pertenece solo a Dios. De esta forma, Génesis enfatiza la sacralidad del sabbat. —Bruce Waltke8

Después de seis días de creación, Dios mira las obras de sus manos y declara que es «muy bueno» (Gn 1:31). Pero no es sino hasta el séptimo día que Dios llama «santo» a algo, el día de descanso que él intercala en el tiempo y espacio de la creación. El día de descanso recibe la atribución de santidad, que es la esencia misma del carácter de Dios. Los dos breves versículos de Génesis 2:2-3 enfatizan tres veces que Dios descansó.

Hoy mucha gente concibe el descanso como algo que tienen que hacer a fin de poder trabajar. Si les dieran a elegir, algunos preferirían un cuerpo que no necesitara descanso. En la sociedad moderna, se suele percibir el descanso como lo opuesto a la productividad. El descanso es una necesidad funcional que sirve al fin superior del trabajo, desprovisto de un sentido o significación superior. ¿Es bíblicamente precisa esta visión del descanso y el trabajo?

En Génesis 2, Dios tanto trabaja como descansa. Dios, en su omnipotencia, claramente no necesita descanso por razones de cansancio o extenuación física. Él no necesita descansar para poder volverse más productivo, puesto que ya lo ha creado todo. Así que claramente el descanso entraña algo más que conservar energía para la línea de producción.

También es interesante que la primera cosa en toda la creación que es santificada no es una persona, ni siquiera un objeto, sino más bien un día. ¿Cuál es, entonces, el significado del descanso para Dios, y por qué él santifica este día? Génesis 2 no dice por qué Dios santifica el séptimo día, simplemente dice que lo santifica. Por lo tanto, conviene volverse al concepto del sabbat según como se desarrolla a lo largo de la Biblia. Es sorprendente que el sabbat no vuelve a aparecer sino en Éxodo 16:23-29, cuando Israel deambula en el desierto después de ser libertados de Egipto. La siguiente mención significativa del sabbat ocurre en la entrega de los Diez Mandamientos en Éxodo 20:8-11. El cuarto mandamiento de recordar el sábado y consagrarlo se fundamenta en el patrón de Dios de trabajar seis días y descansar el séptimo, vinculando explícitamente la creación y la observancia del sábado, porque «en seis días hizo el Señor los cielos y la tierra, el mar y todo lo que en ellos hay, y reposó en el séptimo día» (Éxodo 20:11). A Israel se le manda descansar porque Dios descansa en la creación.

Es importante señalar que la santidad del descanso de ninguna manera desvaloriza la importancia o dignidad del trabajo. Antes bien, estos capítulos iniciales de Génesis establecen un patrón de trabajo y descanso; hacer una cosa sin la otra es una desviación del orden creado de Dios. De hecho, el cuarto mandamiento combina un mandato tanto de trabajar como de descansar: «Seis días trabajarás y harás toda tu obra». Dios afirma la bondad del trabajo y la sacralidad del descanso, con ambos bellamente entrelazados. El cuarto mandamiento según como se da en Deuteronomio respalda el ritmo de trabajo y descanso con un argumento diferente: por causa de la liberación de Dios a su pueblo desde Egipto. «Y acuérdate que fuiste esclavo en la tierra de Egipto, y que el Señor tu Dios te sacó de allí con mano fuerte y brazo extendido; por lo tanto, el Señor tu Dios te ha ordenado que guardes el día de reposo» (Deuteronomio 5:13-15). Las personas deben trabajar y descansar como Dios instruye por causa de su modelo en la creación y su modelo en la redención.

Éxodo 31:16-17 provee apreciaciones aún más profundas: «Los hijos de Israel guardarán, pues, el día de reposo, celebrándolo por todas sus generaciones como pacto perpetuo. Es una señal entre yo y los hijos de Israel para siempre; pues en seis días el Señor hizo los cielos y la tierra, y en el séptimo día cesó de trabajar y reposó». Dos importantes descubrimientos surgen de este pasaje. Primero, el sabbat funciona como una señal que apunta al «pacto» entre Dios e Israel. Este pacto encarna la relación privilegiada que disfruta Israel con Dios, la cual comienza con el patriarca Abraham. El estudioso del Antiguo Testamento John Durham escribe en su comentario: «La razón por la que se debe guardar el sábado es que Yahvé lo ha mandado como una señal del pacto a perpetuidad entre él e Israel, el pacto por el cual Israel ha respondido al don de la presencia de Yahvé»9. En otras palabras, guardar el sábado es una manera de vivir la especial relación que el pueblo de Dios disfruta con Dios. Segundo, el sabbat es un día cuando Dios mismo «reposa» y quiere que su pueblo experimente el mismo reposo. Por lo tanto, el sabbat establece el deseo de Dios de estar en una relación íntima con su pueblo. Dios le ofrece a su pueblo un reposo semanal mediante la comunión con él y con su creación.

En Ezequiel 20:12 surge mayor evidencia de este aspecto relacional del sabbat: «También les di mis días de reposo por señal entre ellos y yo, para que supieran que yo soy el Señor, el que los santifica». Según este versículo, Dios le da a Israel «sus días de reposo» (el descanso que le pertenece a él, como una señal relacional entre Dios y su pueblo) para que ellos pudieran saber quién es él, como también conocer los efectos santificadores de relacionarse con él. El estudioso del Antiguo Testamento Bruce Waltke corrobora este énfasis relacional: «El sabbat es la señal de que el Creador ha separado a Israel para una relación de pacto especial con él»10. La señal no es arbitraria, como un tatuaje o un gesto secreto. Antes bien, la señal del sabbat es una participación real con Dios en el deleite de descansar en la propia creación de Dios. Dios escoge no estar distante de su creación. Más bien elige tener comunión íntima con su pueblo y con su creación mediante la participación en su descanso sabático.

El Nuevo Testamento extiende tanto la instrucción de entrar en el descanso de Dios como la posibilidad de hacerlo. Hebreos 4 alienta a los seguidores de Jesús a descansar: «Por tanto, temamos, no sea que permaneciendo aún la promesa de entrar en su reposo, alguno de vosotros parezca no haberlo alcanzado» (Hebreos 4:1). Según Hebreos, los antiguos israelitas no reciben la oferta de descanso de Dios porque son desobedientes a él. Pero los seguidores de Jesús reciben buenas noticias acerca del descanso que Dios promete desde el principio. Gracias al sacrificio de Cristo, los creyentes son capaces de aceptar el ofrecimiento de descanso de Dios independientemente de quiénes son o dónde viven. «Queda, por tanto, un reposo sagrado para el pueblo de Dios. Pues el que ha entrado a su reposo, él mismo ha reposado de sus obras, como Dios reposó de las suyas. Por tanto, esforcémonos por entrar en ese reposo, no sea que alguno caiga siguiendo el mismo ejemplo de desobediencia» (Heb 4:9-11).

Estos textos expresan una significación más profunda del descanso, comunicada por esta noción de «reposo» o sabbat. El descanso es mucho más que recuperarse de una semana ajetreada y agotadora. Es la afirmación de una relación especial que las personas tienen con Dios. El descanso es un privilegio concedido por gracia por un Dios que desea que su creación se deleite en el reposo que él disfruta. El sabbat es santo porque es un día que le pertenece a Dios y él decide por gracia compartirse a sí mismo con su creación. Él es un Dios generoso que se goza en el deleite de su pueblo. El descanso comunica el carácter de un Dios santo que se complace en el acto de la creación (Proverbios 8:30-31) y desea tener comunión con ella. El descanso es la generosa realización del deseo de Dios de tener una íntima y gozosa relación con la humanidad y la creación.

En suma, Dios santifica el séptimo día en la creación para separarlo de los demás días como día de descanso. Dios no necesita descansar, pero, con todo, el descanso le parece renovador. Dios descansa para que su pueblo pueda participar de su reposo. Además, su descanso del trabajo fomenta su relación con su pueblo. La gente se deleita en la «muy buena» creación de Dios, sobre la cual se pretende que el trabajo humano se sustente.

En los dos primeros capítulos de Génesis, Dios trabaja y asimismo descansa. Dios también crea personas para que sean similares a él: « Y dijo Dios: “Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y ejerza dominio sobre los peces del mar, sobre las aves del cielo, sobre los ganados, sobre toda la tierra, y sobre todo reptil que se arrastra sobre la tierra» (Génesis 1:26). Dios crea personas con una labor en mente: responsabilidad sobre la creación. Tanto el hecho de que las personas son creadas a imagen de Dios como la inmensidad de la tarea que les confía demuestran que Dios pretende que su pueblo sean personas trabajadoras. Asimismo, él pretende que su pueblo sean personas que descansan, según el patrón que él ejemplifica en el séptimo día de la creación (Génesis 2:2). La doble invitación de Dios a trabajar y descansar sirve como validación del especial vínculo entre Dios, la humanidad y la creación.

Gordon J. Wenham, vol. 1, Word Biblical Commentary: Genesis 1-15, Word Biblical Commentary (Dallas: Word, Incorporated, 2002), 36.

John I. Durham, Word Biblical Commentary Vol. 3, Exodus (Thomas Nelson, 1987), 413.

Bruce K. Waltke y Cathi J. Fredricks, Genesis: A Commentary (Zondervan, 2001), 72.