Los que en verdad no pueden trabajar deben recibir ayuda (1 Tesalonicenses 4:9-10)

Comentario Bíblico / Producido por el Proyecto de la Teología del trabajo

Pablo es defensor de la asistencia social y la caridad, pero solo para los que en realidad los necesitan. Él ve con claridad que las primeras manifestaciones de provisión para los cristianos tesalonicenses desempleados son expresiones correctas del amor cristiano (1Ts 4:9–10). Además, incluso después de que algunos explotaran de forma egoísta la expresión de amor de otros, sigue animando a la iglesia a que continúe haciendo el bien, dándole a los que tienen necesidades genuinas (2Ts 3:13). No habría sido difícil que los benefactores se desilusionaran de la caridad en general y dejaran de dar en el futuro.

El factor clave para determinar si un desempleado era digno de caridad o ayuda era que tuviera disposición para trabajar (2Ts 3:10). Algunas personas, aunque son perfectamente capaces de trabajar, no lo hacen simplemente porque no quieren hacerlo, y no merecen recibir ayuda financiera o material. Por el contrario, algunos no pueden trabajar debido a alguna incapacidad o circunstancia atenuante, y ellos sí merecen recibir ayuda financiera y material. El versículo 13 asume que existen casos que realmente requieren la caridad de la iglesia de Tesalónica.

Desde luego, es difícil determinar en realidad quién está holgazaneando y quién desea trabajar o encontrar un trabajo pero realmente no lo puede hacer. Si a los miembros cercanos de la iglesia en Tesalónica se les dificultaba discernir quiénes entre ellos eran merecedores de recibir apoyo financiero, imagine cuánto más difícil es en una ciudad, provincia o nación moderna extensa. Esta realidad ha desembocado en profundas divisiones entre los cristianos con respecto a la política social, de la forma en que se practica tanto en la iglesia como en el Estado. Algunos prefieren errar por misericordiosos, permitiendo que las personas en aparente dificultad financiera tengan un acceso relativamente fácil y generoso a los beneficios, algunas veces a largo plazo. Otros prefieren errar por laboriosidad, requiriendo pruebas relativamente rigurosas de que la dificultad se debe a factores que se le salen de control al que recibe la ayuda, y proveyendo beneficios limitados en cantidad y duración. Una cuestión que ha sido objeto particular de polémica es la ayuda a las madres solteras con hijos pequeños y la ayuda a personas que han estado desempleadas por largos períodos durante recesiones económicas. ¿Este apoyo cuida a los miembros más vulnerables de la sociedad, particularmente a los niños en familias vulnerables? ¿O en cambio subsidia una cultura de abandono laboral perjudicando al individuo y la comunidad? Estos son temas difíciles y constituyen retos. Pasajes bíblicos como los que están en las cartas a los tesalonicenses, deberían ser protagonistas en la perspectiva social y política de los cristianos. Nuestras conclusiones pueden ponernos en oposición con otros cristianos, pero esta no es necesariamente una causa para dejar de participar en los ámbitos político y social. Sin embargo, debemos involucrarnos en el discurso político y social con respeto, amabilidad, una humildad sana consciente de que nuestras opiniones no son infalibles, y una consciencia de que los mismos pasajes pueden llevar a otros creyentes a conclusiones diferentes. Las cartas a los tesalonicenses revelan los valores y pensamientos de Dios aplicados al contexto antiguo de Tesalónica. Sin embargo, no constituyen un programa de partido o un programa social indiscutible que se pueda aplicar de la misma manera en los contextos actuales, los cuales son muy diferentes.

Es claro que Pablo tiene en mente que todos los cristianos tesalonicenses deben trabajar en la medida en que lo puedan hacer y que la iglesia debe cuidar a los que realmente tienen necesidad. Quiere que las finanzas de los benefactores en la iglesia sean usadas estratégicamente, no desperdiciadas de forma inútil. De hecho, si los desocupados vuelven a trabajar, también tendrán la posibilidad de ser dadores en vez de receptores, y la capacidad de la iglesia para esparcir el evangelio y ministrar al pobre y necesitado dentro y fuera de la iglesia se incrementará. La insistencia de la Biblia respecto a que los cristianos deben trabajar para sustentarse a sí mismos cuando sea posible, tiene en la mira finalmente la extensión del reino de Dios en la tierra.