No es posible saber qué vendrá después (Eclesiastés 9:1 - 11:6)

Comentario Bíblico / Producido por el Proyecto de la Teología del trabajo

Tal vez sería posible encontrar qué es lo mejor que se puede hacer en la vida si supiéramos qué viene después. Por esto, el Predicador busca el conocimiento acerca de la muerte (Ec 9:1-6), el Seol (Ec 9:7-10), el tiempo de la muerte (Ec 9:11-12), lo que viene después de la muerte (Ec 9:13-10:15), el mal que puede venir luego de la muerte (Ec 10:16-11:2) y el bien que puede llegar (Ec 11:3-6). De nuevo, una frase clave que se repite —en este caso, “no sabes” y sus equivalentes —divide el material en diferentes secciones.

El Predicador concluye que es simplemente imposible saber lo que viene. “Los muertos no saben nada” (Ec 9:5). “No hay actividad ni propósito ni conocimiento ni sabiduría en el Seol adonde vas” (Ec 9:10). “Porque el hombre tampoco conoce su tiempo… así son atrapados los hijos de los hombres en el tiempo malo cuando éste cae de repente sobre ellos” (Ec 9:12). “Nadie sabe lo que sucederá, ¿y quién le hará saber lo que ha de suceder después de él?” (Ec 10:14). “No sabes qué mal puede venir sobre la tierra” (Ec 11:2). “No sabes si esto o aquello prosperará, o si ambas cosas serán igualmente buenas” (Ec 11:6).

A pesar de nuestra enorme ignorancia acerca del futuro, el Predicador encuentra algunas acciones que es bueno realizar mientras tenemos la oportunidad. Estudiaremos solo los pasajes que son particularmente relevantes para el trabajo.

Haga su trabajo de todo corazón (Eclesiastés 9:10)

“Todo lo que tu mano halle para hacer, hazlo según tus fuerzas; porque no hay actividad ni propósito ni conocimiento ni sabiduría en el Seol adonde vas” (Ec 9:10). Aunque es imposible conocer el resultado final de nuestro trabajo, no tiene sentido dejar que eso nos paralice. Los seres humanos somos creados para trabajar (Gn 2:15) y necesitamos trabajar para sobrevivir, así que es mejor que lo hagamos con gusto. Lo mismo aplica para disfrutar cualquiera que sea el fruto de nuestro trabajo. “Vete, come tu pan con gozo, y bebe tu vino con corazón alegre, porque Dios ya ha aprobado tus obras” (Ec 9:7).

Acepte el éxito y el fracaso como parte de la vida (Eclesiastés 9:11-12)

No debemos engañarnos a nosotros mismos pensando que el éxito se debe a nuestros propios méritos o que el fracaso es causado por nuestras propias limitaciones. “Vi además que bajo el sol no es de los ligeros la carrera, ni de los valientes la batalla; y que tampoco de los sabios es el pan, ni de los entendidos las riquezas, ni de los hábiles el favor, sino que el tiempo y la suerte les llegan a todos” (Ec 9:11). El motivo del éxito o el fracaso puede ser la casualidad. Esto no quiere decir que el trabajo duro y el ingenio no son importantes. Al contrario, estos nos preparan para aprovechar al máximo las casualidades de la vida y pueden crear oportunidades que de otra manera no existirían. Sin embargo, puede que una persona exitosa en su trabajo no sea más merecedora que una que falla. Por ejemplo, Microsoft logró el éxito en gran parte por causa de la decisión improvisada de IBM de usar el sistema operativo MS-DOS para un proyecto aparte llamado la computadora personal. Luego de un tiempo, Bill Gates reflexionó al respecto, “El momento en el que estructuramos la primera compañía de software con el objetivo de producir computadoras personales fue fundamental para nuestro éxito. El momento no se dio únicamente por la suerte, pero sin la buena suerte no habría podido suceder”. Cuando le preguntaron por qué había comenzado una compañía de software justo al mismo tiempo en el que IBM se estaba arriesgando con la computadora personal, respondió, “Yo nací en el lugar y el momento correcto”.[1]

Trabaje diligentemente e invierta con sabiduría (Eclesiastés 10:18-11:6)

Este pasaje contiene el consejo financiero más directo que se puede encontrar en toda la Biblia. Primero, sea diligente, de otra forma su economía del hogar caerá como un techo podrido que gotea (Ec 10:18). Segundo, entienda que en esta vida el bienestar financiero es importante. “El dinero es la respuesta para todo” (Ec 10:19). Esto puede leerse de forma escéptica, pero el texto no dice que el dinero es lo único que importa. Simplemente, la cuestión es que el dinero es necesario para tratar con toda clase de problemas. Para ponerlo en términos modernos, si su auto necesita una transmisión nueva, o su hija necesita pagar la universidad, o usted quiere llevar a su familia de vacaciones, va a necesitar dinero. Esto no es avaricia o materialismo, es sentido común. Tercero, sea cuidadoso con las autoridades (Ec 10:20). Si le quita importancia a su jefe o incluso a un cliente, puede que se arrepienta toda la vida. Cuarto, diversifique sus inversiones (Ec 11:1-2). “Echa tu pan sobre las aguas” no se refiere a dar por caridad, sino a invertir; en este caso las “aguas” representan un proyecto de comercio internacional. Por tanto, darle porciones a “siete” u “ocho” se refiere a inversiones diversas, “porque no sabes qué mal puede venir sobre la tierra” (Ec 11:2). Quinto, no sea demasiado tímido respecto a las inversiones (Ec 11:3-5). Lo que tenga que pasar pasará y usted no lo puede controlar (Ec 11:3). Esto no debe asustarnos y llevarnos al punto de poner el dinero bajo el colchón en donde no produce nada. En vez de eso debemos encontrar la valentía para tomar riesgos razonables. “El que observa el viento no siembra, y el que mira las nubes no siega” (Ec 11:4). Sexto, entienda que el éxito está en las manos de Dios. Usted no sabe qué planes o propósitos tiene el Señor, así que no debe tratar de adelantarse (Ec 11:5). Séptimo, sea persistente (Ec 11:6). No trabaje duro por poco tiempo y después diga, “yo lo intenté pero no funcionó”.

La búsqueda de conocimiento acerca del futuro por parte del Predicador termina en Eclesiastés 11:5-6 con una repetición triple de la frase “no sabes” (o su equivalente “conoces”). Esto nos recuerda que aunque trabajar con todo el corazón, aceptar el éxito y el fracaso como parte de la vida, trabajar diligentemente e invertir sabiamente son buenas prácticas, solamente son formas de adaptarnos para afrontar nuestra ignorancia acerca del futuro. Si en realidad supiéramos qué resultado tendrán nuestras acciones, podríamos planear confiadamente para tener éxito. Si supiéramos cuáles inversiones tendrán buenos resultados, no sería necesario diversificar como una forma de asegurarse contra las pérdidas sistémicas. Es difícil saber si debemos andar tristes por los desastres que nos pueden suceder en este mundo caído, o si debemos alabar a Dios porque existe la posibilidad de que salgamos adelante y tal vez incluso que nos vaya bien en un mundo así. ¿O sería correcto hacer un poco de las dos?

“Bill Gates Answers Most Frequently Asked Questions” [Bill Gates responde las preguntas más frecuentes], ; Disponible en http://download.microsoft.com/download/0/c/0/0c020894-1f95-408c-a571-1b5033c75bbc/billg_faq.doc; (12 Febrero 2010).