Introducción a Colosenses y Filemón

Comentario Bíblico / Producido por el Proyecto de la Teología del trabajo

Y todo lo que hacéis, de palabra o de hecho, hacedlo todo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias por medio de Él a Dios el Padre. Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres, sabiendo que del Señor recibiréis la recompensa de la herencia. Es a Cristo el Señor a quien servís. (Col 3:17, 23–24)

¿Por qué el apóstol Pablo[1] insiste en que la vida cotidiana de los cristianos en Colosas sea conforme a un mandato tan amplio como el de controlar toda palabra y hecho? En estas dos cartas breves pero valiosas, Pablo explora detalladamente tanto la base teológica detrás de estos dos mandatos superpuestos, como las implicaciones de este estilo de vida en todas las relaciones primordiales de la vida —con nuestro cónyuge y familia y con nuestros colegas, empleados o jefes en el lugar de trabajo.

Varios eruditos han cuestionado la autoría de la carta a los Colosenses, pero ya que el propósito de este comentario no es abordar ese tema, se aceptará la auto atribución de la carta a Pablo. Este debate no es de vital importancia para entender la aplicación de la carta en el trabajo.

Contexto de Colosas y los colosenses

Regresar al Índice Regresar al Índice

La ciudad de Colosas

Las ciudades crecen al desarrollar centros de comercio que proveen empleos para sus residentes. La antigua ciudad de Colosas fue construida en una ruta comercial importante que atravesaba el valle del río Lico en la provincia romana de Asia Menor (en la esquina sudoeste de la Turquía actual). La ciudad se volvió famosa porque allí los colosenses fabricaban una hermosa tela de lana de color rojo oscuro (colossinum). Sin embargo, la importancia de Colosas como un centro de negocios disminuyó significativamente alrededor del año 100 a. C. cuando se fundó la ciudad vecina de Laodicea, la cual representaba una competencia activa y comercialmente agresiva. Las dos ciudades, junto con la ciudad vecina de Hierápolis, fueron destruidas por terremotos en el año 17 d. C. (durante el reinado de Tiberio) y de nuevo en el año 60 (en el reinado de Nerón). Aunque fue reconstruida después de cada terremoto, Colosas nunca recuperó la prominencia de sus primeras épocas y en el año 400, la ciudad ya no existía.

La iglesia de los colosenses

El apóstol Pablo había pasado dos años plantando una iglesia en Éfeso y, por Hechos 19:10, vemos que a partir de ese centro “todos los que vivían en Asia oyeron la palabra del Señor, tanto judíos como griegos”. Ya fuera porque Pablo mismo hubiera trabajado como misionero en toda la provincia o que lo hayan hecho algunos de los que creyeron gracias a su predicación, el hecho fue que se plantó una iglesia en Colosas. Es probable que fuera Epafras quien la fundó (Col 1:7) y por el versículo 1:21, podemos suponer que la iglesia estaba compuesta principalmente por gentiles.

Filemón era un ciudadano de Colosas, un líder íntegro en esa iglesia que además era propietario de esclavos. Su esclavo Onésimo se había escapado, pero después se encontró con el apóstol Pablo y respondió al mensaje del evangelio sobre Jesús. En la carta a los Colosenses, Pablo aborda la manera en la que nuestra relación con Dios por medio de Jesucristo afecta nuestra vida laboral. Específicamente, escribe acerca de cómo los esclavos deben hacer todo su trabajo para sus señores y cómo los señores deben tratar a sus esclavos. La carta corta y personal para Filemón amplía nuestra perspectiva del mandato de Pablo en Colosenses 4:1.

El propósito de la carta

Se cree que Pablo escribió las cartas a los colosenses y a Filemón desde la prisión, en algún momento entre los años 60 y 62. En esa época, Nerón era el emperador cruel y demente del Imperio romano, quien pudo hacer caso omiso de los derechos de Pablo como ciudadano romano.

Desde la prisión, Pablo había escuchado que los cristianos en Colosas, que habían sido fuertes en sus creencias, ahora eran vulnerables al engaño sobre la fe (2:4, 8, 16, 18, 21–23). Los colosenses estaban tentados a abrazar errores teológicos y Pablo les escribió para refutar cada uno de ellos. Sin embargo, las cartas llevan a los lectores mucho más allá de estos temas del engaño. A Pablo le interesaba profundamente que todos sus lectores (tanto los actuales como los colosenses de hace dos mil años) entendieran el contexto de su vida dentro de la historia de Dios y cómo esto se evidencia en sus relaciones en el trabajo.