Vivir para el bien en la Tierra: la forma de nuestra nueva orientación (Colosenses 3:1-16)

Comentario Bíblico / Producido por el Proyecto de la Teología del trabajo

Este llamado a la reorientación significa que debemos darle una nueva forma a nuestras vidas para pensar y actuar de acuerdo con la ética de Jesús en situaciones que Él nunca vivió. No podemos vivir la vida de Jesús. Debemos vivir nuestra propia vida para Jesús. Tenemos que responder preguntas en la vida a las cuales Jesús no les dio respuestas específicas. Por ejemplo, cuando Pablo escribe, “Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra” (Col 3:2), ¿significa que es mejor orar que pintar una casa? ¿El progreso cristiano consiste en pensar menos y menos en nuestro trabajo y más y más en arpas, ángeles y nubes?

Pablo no nos abandona para que especulemos sobre estas cosas. En Colosenses 3:1–7 deja claro que poner “la mira en las cosas de arriba” (Col 3:2) significa manifestar las prioridades del reino de Dios precisamente en medio de las actividades terrenales cotidianas. Por el contrario, poner la mente en las cosas de la tierra es vivir según los valores del sistema del mundo que se establecen en oposición a Dios y Sus caminos.

¿Qué significa este hacer “morir en ustedes todo lo que sea terrenal” en la vida diaria práctica? No significa vestirse de silicio o bañarse con agua helada para ser disciplinados espiritualmente. Pablo acaba de decir que “el trato severo del cuerpo” no funciona para dejar de pecar (Col 2:23).

Primero, significa hacer morir “la fornicación, la impureza, las pasiones, los malos deseos y la avaricia, que es idolatría” (Col 3:5). Somos llamados a apartarnos de la inmoralidad sexual (ya que el sexo degenerado no nos puede traer una vida mejorada) y la codicia (ya que más cosas no nos pueden traer más vida). Por supuesto, hay un lugar apropiado para la gratificación y el deseo sexual (el matrimonio entre un hombre y una mujer) y un grado apropiado de gratificación del deseo material (que resulta de la confianza en Dios, el trabajo diligente, la generosidad hacia el prójimo y la gratitud por la provisión de Dios).

Segundo, Pablo dice, “desechad también vosotros todas estas cosas: ira, enojo, malicia, maledicencia, lenguaje soez de vuestra boca. No mintáis los unos a los otros, puesto que habéis desechado al viejo hombre con sus malos hábitos, y os habéis vestido del nuevo hombre, el cual se va renovando hacia un verdadero conocimiento, conforme a la imagen de Aquel que lo creó” (Col 3:8–10). Las palabras “los unos a los otros” indican que Pablo le está hablando a la iglesia, es decir, a los que creen en Cristo. ¿Esto significa que es permitido seguirles mintiendo a los que no hacen parte de la iglesia? No, porque Pablo no está hablando de un cambio de comportamiento solamente sino un cambio de corazón y de mente. Es difícil imaginar que habiéndonos vestido de un “nuevo hombre”, podamos de alguna forma volver a ponernos el viejo hombre cuando estamos tratando con no creyentes. Una vez que hemos desechado “todas estas cosas”, ya no debemos volver a usarlas.

De estos pecados, tres son particularmente relevantes en el trabajo: la avaricia, la ira y la mentira. Estos tres males pueden aparecer dentro de lo que de otra forma serían actividades de negocios legítimas.

  • La avaricia es la búsqueda desenfrenada de riqueza. Es apropiado y necesario que un negocio adquiera ganancias o que una organización sin ánimo de lucro produzca un valor agregado. Sin embargo, si el deseo de rentabilidad se vuelve ilimitado, compulsivo, excesivo y se reduce a la búsqueda de ganancia personal, el pecado está gobernando.
  • La ira puede aparecer en un conflicto. Es necesario que el conflicto se hable, se estudie y se resuelva en cualquier lugar de trabajo. Sin embargo, si no se trata de forma abierta y justa, el conflicto se degenera y se convierte en ira no resuelta, furia e intenciones maliciosas, y ahí el pecado está gobernando.
  • La mentira puede darse como consecuencia de promover las probabilidades de éxito de la compañía o los beneficios del producto de forma imprecisa. Es correcto que cada empresa tenga una visión para sus productos, servicios y organización que vaya más allá de lo que existe en la actualidad. Un folleto de ventas debe describir el producto de la mejor manera posible, hablando del mejor uso que tenga, junto con advertencias sobre las limitaciones del mismo. Un folleto informativo para inversionistas debe describir lo que la compañía espera alcanzar si es exitosa y también los riesgos que se pueden encontrar en el camino. Si el deseo de representar un producto, servicio, compañía o persona de una forma visionaria cruza la línea hacia el engaño (una representación desequilibrada de los riesgos frente a las recompensas, el desvío de atención o simplemente decir mentiras), una vez más, el pecado está gobernando.

Pablo no intenta dar un criterio universal para diagnosticar cuándo las virtudes correctas se han convertido en pecados, pero deja claro que los cristianos deben aprender a hacerlo en sus situaciones particulares.

Cuando el cristiano “hace morir” (Col 3:5) la persona que solía ser, se debe poner la persona que Dios quiere que sea, la persona que Dios está volviendo a crear a la imagen de Cristo (Col 3:10). Esto no consiste en esconderse para estar orando y alabando constantemente (aunque somos llamados a orar y alabar, y algunos puede que seamos llamados a hacerlo como una vocación de tiempo completo). Más bien, significa considerar las virtudes de Dios de la “compasión, bondad, humildad, mansedumbre y paciencia” (Col 3:12) en todo lo que hagamos.

En su exhortación, Pablo nos anima a “soportarnos unos a otros” (Col 3:13), como lo presentan la mayoría de las traducciones, u otras dicen “que se toleren unos a otros”, aunque esto no captura completamente la idea que Pablo está expresando. Parece que está diciendo que hay toda clase de personas en la iglesia (y fácilmente podemos aplicar esto al lugar de trabajo también) con las que no nos llevaremos bien de forma natural. Nuestros intereses y personalidades son tan diferentes que puede que no se forme un vínculo instintivo, pero los soportamos de todas formas. Buscamos su bien, perdonamos sus pecados y toleramos sus particularidades irritantes. Muchos de los rasgos de carácter que Pablo exalta en sus cartas se pueden resumir en la frase, “trabaja bien con otros”. Pablo mismo menciona a los compañeros de trabajo Tíquico, Onésimo, Aristarco, Marcos, Justo, Epafras, Lucas, Demas, Ninfas y Arquipo (Col 4:7–17). Trabajar en equipo no es solamente una destreza cliché que escribimos en nuestra hoja de vida para mejorarla. Es una virtud cristiana esencial. Para el trabajo diario es inmensamente importante tanto hacer morir lo viejo como vestirse de lo nuevo. Los cristianos deben mostrar la nueva vida de Cristo en medio de un mundo moribundo, y el lugar de trabajo es tal vez el lugar principal en el que lo pueden hacer.

  • Los cristianos pueden ser tentados, por ejemplo, a integrarse participando en los chismes y las quejas que permean muchos lugares de trabajo. Es probable que todo lugar de trabajo tenga personas que hacen cosas en sus horas laborales y libres que terminan en historias jugosas. ¿Repetir las historias es mentir o no?
  • Es probable que en todo lugar de trabajo haya políticas injustas, malos jefes, procesos que no funcionan y canales defectuosos de comunicación. ¿Quejarse de estos problemas es calumniar o no?

 Pablo nos exhorta a vivir de una forma diferente incluso en los lugares de trabajo seculares. Hacer morir la naturaleza mundana y vestirse de Cristo significa confrontar directamente a las personas que nos han perjudicado, en vez de chismear a sus espaldas (Mt 18:15–17). Significa trabajar para corregir las iniquidades en el lugar de trabajo y perdonar las que ocurren.

Algunos podrían preguntar, “¿los cristianos que no hablan de la forma en la que lo hacen los demás no corren el riesgo de ser rechazados por ser personas aburridas que se sienten ‘más santas que los impíos’?” Esto podría suceder si los cristianos se desvinculan de los demás en un esfuerzo por mostrar que son mejores que ellos. Los compañeros de trabajo se darán cuenta de eso en un segundo. Pero en cambio, si los cristianos en realidad se están vistiendo de Cristo, la gran mayoría de personas estarán felices de estar cerca de ellos. Algunos incluso podrían apreciar secreta o abiertamente el hecho de que alguien que conocen al menos trata de vivir una vida de “compasión, bondad, humildad, mansedumbre y paciencia” (Col 3:12). De la misma forma, es posible que los trabajadores cristianos que se niegan a engañar (ya sea rechazando textos publicitarios engañosos u oponiéndose al grandioso fraude piramidal) descubran que están haciendo enemigos, que es el precio que deben pagar por su honestidad. Sin embargo, también es posible que algunos compañeros de trabajo desarrollen una nueva disposición a los caminos de Jesús cuando la Comisión de Valores y Bolsa golpee la puerta de la oficina.