La restauración de la bondad del trabajo (Jeremías 30-33)

Comentario Bíblico / Producido por el Proyecto de la Teología del trabajo

Por veintitrés años, Jeremías profetizó la destrucción venidera de Jerusalén (a partir de los argumentos de Dios en contra de Judá en los capítulos del 2 al 28). [1] Luego, en los capítulos 30 al 33, el profeta mostró su anhelo por la restauración del reino de Dios. Él lo describió en términos del gozo del trabajo sin la corrupción del pecado:

De nuevo te edificaré, y serás reedificada, virgen de Israel; [2] de nuevo tomarás tus panderos, y saldrás a las danzas con los que se divierten. De nuevo plantarás viñas en los montes de Samaria; los plantadores las plantarán y las disfrutarán. Porque habrá un día en que clamarán los guardas en la región montañosa de Efraín: “Levantaos y subamos a Sion, al Señor nuestro Dios”.[3] (Jer. 31:4-6)

De nuevo se comprarán casas, campos y viñas en esta tierra. (Jer 32:15)

El contexto general de las profecías en Jeremías es el pecado, después el exilio y luego la restauración, como vemos aquí. Incluso la forma de llamarlo (“virgen de Israel”) es una declaración de renovación en comparación con Jeremías 2:23–25, 33 y 3:1–5. Aunque la restauración de Judá no estaba cerca todavía, [4] el profeta habló de la esperanza prometida a los exiliados en el 29:11. En el mundo restaurado, las personas seguirán trabajando; pero aunque en el pasado su trabajo producía inutilidad, luego disfrutarán del fruto. La vida del pueblo restaurado tendría los aspectos de trabajo, disfrute, agasajos y adoración, todos entrelazados en una. La imagen de plantar, cosechar, interpretar música, bailar y disfrutar la cosecha describe el placer de trabajar siendo fieles a Dios. Esta sigue siendo la visión cristiana del reino de Dios, cumplido parcialmente en el mundo actual y completado en la nueva creación descrita en Apocalipsis 21–22.

La fidelidad a Dios no es un tema secundario sino que es el corazón del deleite en el trabajo y sus frutos. El “nuevo pacto” descrito en Jeremías 31:31–34 y 32:37–41 repitió la importancia de la fidelidad.

He aquí, vienen días —declara el Señor— en que haré con la casa de Israel y con la casa de Judá un nuevo pacto, no como el pacto que hice con sus padres el día que los tomé de la mano para sacarlos de la tierra de Egipto, Mi pacto que ellos rompieron, aunque fui un esposo para ellos —declara el Señor; porque este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días —declara el Señor—. Pondré Mi ley dentro de ellos, y sobre sus corazones la escribiré; y Yo seré su Dios y ellos serán Mi pueblo. Y no tendrán que enseñar más cada uno a su prójimo y cada cual a su hermano, diciendo: “Conoce al Señor”, porque todos me conocerán, desde el más pequeño de ellos hasta el más grande. (Jer 31:31–34)

En un solo trazo vemos un mundo restaurado: el trabajo que el pueblo de Dios disfruta como siempre debió ser, con corazones fieles a la ley del Señor. El pueblo será restaurado a lo que siempre debió ser, trabajando para el bien común gracias a que experimentan la presencia de Dios en todos los aspectos de la vida. Robert Carroll comenta, “la comunidad reconstruida es aquella en la que el trabajo y la adoración están integrados”.[5] Aunque no esperemos que esta sea una realidad completa para nosotros ya que todavía estamos en un mundo de pecado, hoy día podemos ver algunos destellos de ese escenario.

The prophet attacked “the false pen of the scribes” (Jer. 8:8), the greed and deceit, saying “‘peace, peace’, when there is no peace” (Jer. 8:10-11). He noted that Judah’s gods were as many as Judah’s towns (Jer. 11:13). In 20:3-6, he prophesied the Babylonian exile after being beaten and put in stocks in Jerusalem; chapter 21 is a clear prophecy of coming destruction with one last chance to do justice and deliver the oppressed (Jer. 21:12). In chapter 25, the refrain is that “the work of their hands” is evil, and God will use evil people [Babylon] as a sword against evil people throughout the earth (showing the destruction of all evil nations). All the while Jeremiah begged people not to listen to lying prophecies (Jer. 27), Hananiah predicted that Babylon would return the exiles and all the loot within two years.

The naming here (“virgin Israel”) is a statement of renewal. Contrast it with Jer. 2:23-25, 33; 3:1-5, etc.

Or Jer. 32:15: “Houses and fields and vineyards shall again be bought in this land” (cp. Jer. 32:43-44, 33:12).

This oracle is tied to the cultic celebration and worship of God (Jer. 31:6), which at this point in the book is a vital issue because the people had been thrust out of the house of God and failed in their worship (cf. Jer. 11:15). For the false approach to worship, see esp. Jer. 7:1-15.  Jeremiah 31:4-6 is not intended as a catalog of good kinds of work, but it is worth noting that music-making and dancing are affirmed and honored.

Robert P. Carroll, Jeremiah: A Commentary [Jeremías: un comentario], Old Testament Library [Biblioteca del Antiguo Testamento] (Londres: SCM Press, 1986), 590.