La comunidad del Espíritu confronta a las personas influyentes (Hechos 16; 19)

Comentario Bíblico / Producido por el Proyecto de la Teología del trabajo

En la segunda mitad del libro de Hechos, Pablo, sus acompañantes y varias comunidades cristianas entran en conflicto con aquellos que ejercen el poder económico y civil de forma local. El primer incidente ocurre en Antioquía de Pisidia, en donde se insta a “las mujeres piadosas y distinguidas, y a los hombres más prominentes de la ciudad” (Hch 13:50) a que estén en contra de Pablo y Bernabé y que los expulsen de la ciudad. Luego, en Iconio, Pablo y Bernabé son maltratados por “gentiles y los judíos, con sus gobernantes” (Hch 14:5). En Filipos, Pablo y Silas son encarcelados por “alborotar” la ciudad (Hch 16:19–24). Pablo tiene roces con los funcionarios de la ciudad de Tesalónica (Hch 17:6–9) y el procónsul de Acaya (Hch 18:12). Después, tiene un conflicto con el grupo de labradores de plata de Éfeso (Hch 19:23–41). Los conflictos culminan con el juicio de Pablo por perturbar la paz en Jerusalén, lo que ocupa los últimos ocho capítulos de Hechos.

Estas confrontaciones con los poderes locales no deberían sorprendernos en vista de la venida del Espíritu Santo anunciada por Pedro en Hechos 2. Allí vimos que la venida del Espíritu fue —de alguna forma misteriosa— la iniciación del nuevo mundo de Dios. Esto implicaba una amenaza para los poderes del mundo antiguo. Hemos visto que el Espíritu trabajó en la comunidad para formar una economía basada en los dones, la cual era muy diferente a la economía romana basada en el clientelismo. Las comunidades cristianas formaron un sistema dentro de un sistema, en el que los cristianos todavía participaban en la economía romana pero tenían una forma diferente de usar los recursos. El conflicto con los gobernantes locales se debía precisamente al hecho de que ellos eran los más interesados en mantener la economía de clientelismo de Roma.

Las confrontaciones en Hechos 16:16–24 y Hechos 19:23–41 ameritan una discusión más profunda. En estas, la condición del reino desentona profundamente con las prácticas económicas del mundo romano.

La confrontación por la liberación de una niña esclava en Filipos (Hechos 16:16-24)

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La primera de las dos confrontaciones ocurre en Filipos, en donde Pablo y Silas encuentran a una niña con un espíritu de adivinación.[19] En el contexto grecorromano, este tipo de espíritu estaba asociado con la adivinación de la suerte —una asociación que les “daba grandes ganancias a sus amos” (Hch 16:16). Este parece ser un ejemplo de la forma más vil de explotación económica. Es desconcertante que Pablo y Silas no actúen más rápidamente (Hch 16:18), pero es probable que fuera así porque Pablo quería entablar una conexión con ella o sus dueños antes de corregirlos. Sin embargo, cuando Pablo actúa, el resultado es la liberación espiritual de la niña y la pérdida financiera para sus dueños. Los dueños responden arrastrando a Pablo y Silas ante las autoridades, culpándolos de perturbar la paz.

Este suceso demuestra de manera convincente que el ministerio de liberación que Jesús proclamó en Lucas 4 puede ir en contra de al menos una práctica de negocios común, que es la explotación de esclavos. Los negocios que obtienen ganancias económicas a costa de la explotación humana están en conflicto con el evangelio cristiano. (Los gobiernos que explotan seres humanos son igual de malvados. Anteriormente discutimos cómo la violencia de Herodes en contra de su pueblo e incluso sus propios soldados causó su muerte en manos de un ángel del Señor). Pablo y Silas no estaban en una misión para reformar las prácticas económicas y políticas corruptas del mundo romano. Sin embargo, era inevitable que el poder de Jesús para liberar a las personas del pecado y la muerte rompiera las ataduras de la explotación. No puede existir una liberación espiritual sin consecuencias económicas. Pablo y Silas estaban dispuestos a exponerse a sí mismos al ridículo, a los golpes y a la prisión con el fin de traer la liberación económica a alguien que era vulnerable ante el abuso por causa de su sexo, estatus económico y edad.

Si vamos dos mil años adelante, ¿es posible que los cristianos se hayan acomodado a, o incluso beneficiado de, productos, compañías, industrias y gobiernos que violan los principios éticos y sociales cristianos? Es fácil oponerse a las industrias ilegales como el tráfico de estupefacientes y la prostitución pero, ¿qué hay de las muchas industrias legales que perjudican a los trabajadores, los consumidores o al público en general? ¿Qué hay de los vacíos legales, subsidios y regulaciones gubernamentales injustas que benefician algunos ciudadanos a expensas de otros? ¿Al menos reconocemos cómo nos podemos beneficiar de la explotación de otros? Puede que en una economía global sea difícil seguirle la pista a las condiciones y consecuencias de la actividad económica. Es necesario un discernimiento bien informado, pero la comunidad cristiana no siempre ha sido rigurosa con sus críticas. A decir verdad, el libro de Hechos no ofrece principios para evaluar la actividad económica, pero sí demuestra que los temas económicos son temas del evangelio. En Pablo y Silas, dos de los más grandes misioneros y héroes de la fe, tenemos toda la prueba que necesitamos para saber que los cristianos somos llamados a hacer frente a los abusos económicos del mundo.

Los capítulos 17 y 18 contienen bastante información de interés con respecto al trabajo pero, con el fin de continuar con la discusión sobre las confrontaciones por el desafío que representó el evangelio para los sistemas del mundo, encontraremos a continuación el relato de la confrontación de Hechos 19:21–41 y luego regresaremos a los capítulos 17, 18 y las otras partes del capítulo 19.

See John R. Levison, Filled with the Spirit (Grand Rapids: Eerdmans, 2009), 318-320, for a description of this type of spirit in Greco-Roman perceptions.

La confrontación por la perturbación del comercio en Éfeso (Hechos 19:21-41)

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La siguiente parte entra un poco fuera de lugar (al saltar sobre Hechos 19:17–20 por el momento) para que podamos cubrir el segundo incidente de la confrontación. Este ocurre en Éfeso, hogar del templo de Diana. El culto a Diana en Éfeso era una fuerza económica poderosa en Asia menor. Los peregrinos acudían en masa al templo (una estructura tan grande que era considerada una de las siete maravillas del mundo antiguo) con la esperanza de recibir de Diana más éxito en sus cacerías, en el campo o en la familia. En este contexto, igual que con otros centros de turismo, muchas de las industrias locales estaban vinculadas con la vigencia continua de la atracción.[20]

Cierto platero que se llamaba Demetrio, que labraba templecillos de plata de Diana y producía no pocas ganancias a los artífices, reunió a éstos junto con los obreros de oficios semejantes, y dijo: Compañeros, sabéis que nuestra prosperidad depende de este comercio. Y veis y oís que no sólo en Éfeso, sino en casi toda Asia, este Pablo ha persuadido a una gran cantidad de gente, y la ha apartado, diciendo que los dioses hechos con las manos no son dioses verdaderos. Y no sólo corremos el peligro de que nuestro oficio caiga en descrédito, sino también de que el templo de la gran diosa Diana se considere sin valor, y que ella, a quien adora toda Asia y el mundo entero, sea despojada de su grandeza. Cuando oyeron esto, se llenaron de ira, y gritaban, diciendo: ¡Grande es Diana de los efesios! Y la ciudad se llenó de confusión, y a una se precipitaron en el teatro, arrastrando consigo a Gayo y a Aristarco, los compañeros de viaje de Pablo, que eran de Macedonia. (Hch 19:24–29)

Como lo reconoce Demetrio, cuando las personas se convierten en seguidores de Jesús, se puede esperar que cambien la manera en la que usan su dinero. Dejar de comprar artículos relacionados con la adoración de los ídolos es apenas el cambio más evidente. También se puede esperar que los cristianos gasten menos dinero en artículos de lujo para ellos mismos y más en necesidades para el beneficio de otras personas. Tal vez consumirán menos y donarán o invertirán más en general. No hay nada que prohíba que los cristianos compren artículos de plata en general, pero Demetrio tiene razón al ver que los patrones de consumo cambiarán si muchas personas comienzan a creer en Jesús. Esto siempre representará una amenaza para aquellos que se benefician principalmente de la forma en la que todo funcionaba antes.

Esto nos lleva a preguntarnos qué aspectos de la vida económica en nuestro propio contexto puede que no guarden relación con el evangelio cristiano. Por ejemplo, ¿es posible que contrario al temor de Demetrio, los cristianos siguieran comprando bienes y servicios que son contradictorios con seguir a Jesús? ¿Nos hemos convertido en cristianos pero seguimos comprando el equivalente a los templecillos de plata de Diana? Se nos pueden ocurrir ciertos artículos de marca “anhelados”, los cuales apelan a los deseos de los compradores para que se asocien a sí mismos con el estatus social, la riqueza, el poder, la inteligencia, la belleza u otros atributos que implica “la promesa de la marca” de los artículos. Si los cristianos afirman que su posición viene solamente del amor incondicional de Dios en Cristo, ¿su asociación con las marcas funciona como un tipo de idolatría? ¿Comprar artículos de alguna marca prestigiosa es en esencia similar a comprar un templecillo de plata de Diana? Este incidente en Éfeso nos advierte que seguir a Jesús tiene consecuencias económicas que cuando menos, pueden incomodarnos algunas veces.

See Ben Witherington, III, Acts of the Apostles: A Socio-Rhetorical Commentary (Grand Rapids: Eerdmans, 1998), 592-593.