Una reputación genuina (2 Corintios 3)

Comentario Bíblico / Producido por el Proyecto de la Teología del trabajo

Pablo comienza esta sección de 2 Corintios con dos preguntas retóricas, las cuales esperan una respuesta negativa.[1] “¿Comenzamos otra vez a recomendarnos a nosotros mismos? ¿O acaso necesitamos, como algunos, cartas de recomendación para vosotros o de parte de vosotros?” (2Co 3:1). Pablo, su viejo amigo, les pregunta irónicamente si necesita las cartas de presentación o recomendación que aparentemente poseían los que se habían presentado a sí mismos a la iglesia. Tales cartas eran comunes en el mundo antiguo y por lo general, debían tomarse con cautela. El hombre de Estado romano Cicerón escribió muchas de estas cartas, por ejemplo, haciendo un uso espléndido del lenguaje estereotípico de elogios que demandaba el género. Sin embargo, los receptores terminaban tan hastiados que a veces él sentía que era necesario escribir una segunda carta para que ellos supieran si debían tomar la primera carta seriamente.[2] En otras palabras, por lo general las cartas de recomendación no valían ni el papiro sobre el cual se escribían.

En todo caso, Pablo no necesitaba esas cartas. Los creyentes corintios lo conocían bastante. La única carta de recomendación que requería ya había sido escrita en sus corazones (2Co 3:3). Su misma existencia como iglesia, así como sus conversiones individuales luego de la predicación de Pablo, eran todas las recomendaciones que necesitaba o deseaba Pablo en lo referente a su apostolado. Podían ver el fruto del trabajo de Pablo, gracias al cual no cabía duda de que era un apóstol enviado por Dios. Además, Pablo insiste en que no está diciendo que es competente en sus propias fuerzas, y escribe, “nuestra suficiencia es de Dios” (2Co 3:5). La cuestión no es si Pablo ha acumulado títulos y recomendaciones sino si su trabajo contribuye al reino de Dios.

¿Cómo forjamos nuestra reputación hoy en día? En los Estados Unidos, muchos jóvenes no escogen sus actividades pensando en cómo pueden contribuir mejor en sus comunidades ni en qué es lo que realmente disfrutan, sino en cómo se verán esas actividades en una aplicación escolar para una universidad o una escuela superior. Esto puede que siga ocurriendo en nuestra vida laboral con cada asignación de trabajo, afiliación profesional, cena y evento social que está diseñado para asociarnos con personas e instituciones prestigiosas. Pablo escogió sus actividades pensando en cómo podría servir mejor a las personas que amaba. Siguiendo su guía, debemos trabajar para que quede una evidencia sólida de tareas bien hechas, resultados perdurables y personas que hayan sido influenciadas para bien.

Ver Murray J. Harris, The Second Epistle to the Corinthians: A Commentary on the Greek Text [La segunda epístola a los corintios: un comentario del texto griego] (Grand Rapids: Eerdmans, 2005), 258.

Ver Cicerón, Epistulae ad Familiares (The Letters to His Friends) [Cartas a sus amigos], 13.6a. Para consultar un estudio exhaustivo ver Peter Marshall, Enmity in Corinth: Social Conventions in Paul’s Relations with the Corinthians [La hostilidad en Corinto: convenciones sociales en las relaciones de Pablo con los corintios], Wissenschaftliche Untersuchungen zum Neuen Testament 2.23 (Tübingen: Mohr Siebeck, 1987), 91–129, esp. 93–95.