Reconciliando a todo el mundo (2 Corintios 5:16-21)

Comentario Bíblico / Producido por el Proyecto de la Teología del trabajo

Si nos parece que Pablo nos está llamando a apretar los dientes y esforzarnos más por ser buenos, no estamos comprendiendo la idea principal de 2 Corintios. La intención de Pablo es que veamos el mundo de una forma totalmente nueva, para que nuestras acciones provengan de este nuevo entendimiento, no de intentar con más fuerza.

De modo que si alguno está en Cristo, ya es una nueva creación; atrás ha quedado lo viejo: ¡ahora ya todo es nuevo! Y todo esto proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo a través de Cristo y nos dio el ministerio de la reconciliación. Esto quiere decir que, en Cristo, Dios estaba reconciliando al mundo consigo mismo, sin tomarles en cuenta sus pecados, y que a nosotros nos encargó el mensaje de la reconciliación. (2Co 5:17–19 RVC)

Pablo quiere que seamos transformados de una forma tan completa, que seamos parte de una “nueva creación”. La mención de “creación” nos lleva de inmediato a Génesis 1–2, cuando Dios creó el mundo. Desde el comienzo, la intención de Dios era que los hombres y las mujeres trabajaran juntos (Gn 1:27; 2:18), en coordinación con Dios (Gn 2:19), para “cultivar” (Gn 2:15), “darle nombres” a las criaturas de la tierra y ejercer “dominio” (Gn 1:26) sobre la tierra como mayordomos de Dios. En otras palabras, el propósito de Dios para la creación incluye el trabajo como una realidad central de la existencia. Cuando los seres humanos desobedecieron y dañaron la creación, cayó una maldición sobre el trabajo (Gn 3:17–18) y los humanos dejaron de trabajar en coordinación con Dios. Por tanto, cuando Pablo dice, “ahora ya todo es nuevo”, todo incluye el mundo del trabajo como un elemento fundamental.

Dios hace una nueva creación al enviar a Su Hijo a la creación antigua para transformarla o “reconciliarla”. “En Cristo, Dios estaba reconciliando al mundo consigo mismo”. No solo un aspecto del mundo, sino todo el mundo. Y a los que seguimos a Cristo, que estamos reconciliados con Dios por medio de Cristo, se nos manda que realicemos el trabajo de Cristo de la reconciliación (2Co 5:18). Somos agentes que traen reconciliación a todas las esferas del mundo. Todos los días cuando salimos al trabajo debemos ser ministros de esta reconciliación, lo que incluye la reconciliación entre las personas y Dios (el evangelismo y el discipulado), entre las personas (resolución de conflictos) y entre las personas y su trabajo (bienes y servicios que suplen necesidades genuinas y mejoran la calidad de vida y el cuidado de la creación de Dios).

El trabajo de la reconciliación tiene tres elementos esenciales. Primero, debemos entender correctamente qué se ha dañado entre las personas, Dios y la creación. Si no entendemos verdaderamente los males de mundo, no podremos traer una reconciliación genuina, así como un embajador no puede representar con eficacia un país frente a otro sin saber qué está ocurriendo en los dos. Segundo, debemos amar a las demás personas y trabajar para su beneficio en vez de juzgarlas. Pablo nos dice, “ya no conocemos a nadie desde el punto de vista humano” (2Co 5:16 RVC) —es decir, como un objeto para ser explotado, eliminado o adulado, sino como una persona por la que Cristo “murió y resucitó” (2Co 5:15). Si condenamos a las personas en nuestro trabajo o nos retiramos de los lugares en donde se desarrollan a diario la vida y el trabajo, estamos viendo a las personas y el trabajo desde el punto de vista humano. Si amamos a las personas con las que trabajamos y tratamos de mejorar nuestros lugares de trabajo, productos y servicios, nos convertimos en agentes de la reconciliación de Cristo. Finalmente, por supuesto, ser semillas de la creación de Dios requiere que permanezcamos en comunión constante con Cristo. Si hacemos estas cosas, estaremos en una posición en la que podremos traer el poder de Cristo para reconciliar a las personas, las organizaciones, los lugares y las cosas del mundo, para que todos ellos también se puedan convertir en una nueva creación de Dios.