Desempeño y rendición de cuentas (2 Corintios 5:1-15)

Comentario Bíblico / Producido por el Proyecto de la Teología del trabajo

 En 2 Corintios 5, Pablo, que constantemente enfrentó situaciones que podían resultar en su muerte, les recuerda a los corintios que en el juicio final cada uno será “recompensado por sus hechos estando en el cuerpo, de acuerdo con lo que hizo, sea bueno o sea malo” (2Co 5:10). Estas son palabras poco comunes para Pablo (aunque no tan inusuales como uno podría esperar; ver Ro 2:6–10), a quien asociamos normalmente con la doctrina de la gracia, en la cual entendemos que  nuestra salvación es enteramente inmerecida y no es el resultado de nuestras propias obras (Ef 2:8–9). Sin embargo, es importante que la imagen que tenemos de Pablo se forme por lo que él realmente dice, y no por alguno que imaginamos. Cuando analizamos la enseñanza de Pablo en su totalidad, encontramos que está en consonancia con la de Jesús, Santiago e incluso el Antiguo Testamento. Para todos ellos, la fe que no se expresa en buenas obras, no es fe en realidad. De hecho, la fe y la obediencia están interrelacionadas de una forma tan estrecha que incluso Pablo puede, como lo hace aquí, referirse a la obediencia en vez de la fe, cuando en realidad tiene ambas en mente. Es inevitable que lo que hacemos en el cuerpo deje de reflejar lo que la gracia de Dios ha hecho por nosotros. Lo que le agrada al Señor puede ser descrito como fe o, como aquí, obras de justicia que son posibles por la gracia de Dios.

En cualquier caso, el mensaje de Pablo es lo suficientemente claro: la forma en la que vivimos es importante para Dios. Para ponerlo en términos laborales, nuestro desempeño es importante. Es más, tendremos que dar cuenta al Señor Jesús por todo lo que hemos hecho y hemos dejado de hacer. En términos laborales, esta es la rendición de cuentas. El desempeño y la rendición de cuentas son realmente importantes para la vida cristiana y no podemos desecharlos como si fueran algo secular que no es importante para Dios. A Dios le interesa si aflojamos el ritmo de trabajo, descuidamos nuestras obligaciones, no llegamos a trabajar, o si hacemos las cosas de forma superficial sin prestarle una atención genuina a nuestro trabajo.

Esto no significa que Dios siempre está de acuerdo con lo que se espera de nosotros en nuestro trabajo. Lo que Dios considera un buen desempeño puede ser diferente de lo que cree nuestro gerente o supervisor. Concretamente, si es necesario realizar actividades poco éticas o perjudicar a otros para satisfacer las expectativas de desempeño de nuestro empleador, entonces su evaluación de nuestro desempeño será diferente a la de Dios. Si su jefe espera que usted engañe a los clientes o denigre de sus compañeros, por amor a Dios esfuércese por recibir una mala evaluación del desempeño de su jefe y una buena evaluación de Dios.

Dios establece un estándar alto de conducta para nosotros. Un día le responderemos por la forma en la que tratamos a nuestros compañeros, jefes, empleados y clientes, sin mencionar a nuestra familia y amigos. Esto no niega la doctrina de la gracia, sino que nos muestra la forma en la que Dios desea que Su gracia transforme nuestra vida.