Nuestro trabajo no es en vano (1 Corintios 15:58)

Comentario Bíblico / Producido por el Proyecto de la Teología del trabajo

En el capítulo 15, Pablo mantiene una discusión extensa sobre la resurrección y aplica sus conclusiones directamente al trabajo. “Abundando siempre en la obra del Señor, sabiendo que vuestro trabajo en el Señor no es en vano” (1Co 15:58). ¿De qué manera la perspectiva correcta de la resurrección —que los creyentes serán resucitados corporalmente— cimenta la conclusión de que nuestro trabajo para el Señor tiene una importancia perdurable (“no es en vano”)?

Primero que todo, debemos reconocer que si la vida fuera solamente lo que vivimos en el mundo caído, nuestro trabajo sería en vano (1Co 15:14–19). El uso de Pablo de la palabra vano nos recuerda la amplia meditación sobre la vanidad del trabajo bajo las condiciones de la caída. (Ver Eclesiastés y el trabajo ).  Incluso si hubiera vida fuera del estado caído del mundo presente, nuestro trabajo sería en vano si el nuevo mundo estuviera completamente desconectado del mundo presente. A lo sumo, nos impulsaría (y tal vez a otros) al nuevo mundo. Pero ya hemos visto que el trabajo hecho de acuerdo con los caminos de Dios sobrevive en la eternidad (1Co 3:10–15). En la segunda mitad del capítulo 15, Pablo desarrolla este tema resaltando una continuidad fundamental entre la existencia corporal antes y después de la resurrección, a pesar de las grandes diferencias en sus respectivas sustancias. “Pues nuestros cuerpos mortales tienen que ser transformados en cuerpos que nunca morirán; nuestros cuerpos mortales deben ser transformados en cuerpos inmortales” (1Co 15:53, NTV). Nuestra alma no sale del cuerpo antiguo para ir a un nuevo cuerpo —como si se pusiera un nuevo traje—, sino que nuestros cuerpos presentes son “transformados en cuerpos inmortales”. Lo antiguo permanece en lo nuevo, aunque es radicalmente transformado. Es precisamente esta continuidad la que le da significado a nuestra existencia presente y garantiza que nuestro trabajo para Dios tenga un valor duradero.[14]

N. T. Wright, The Resurrection of the Son of God [La resurrección del Hijo de Dios], vol. 3 de Christian Origins and the Question of God [Los orígenes cristianos y la cuestión de Dios] (Minneapolis: Fortress Press 2003), 359–60.