David asciende al poder (1 Samuel 17-30)

Comentario Bíblico / Producido por el Proyecto de la Teología del trabajo

A diferencia de Saúl, quien comenzó su reinado poco después de que Samuel lo ungiera (1S 11:1), David debe pasar por un tiempo de formación largo y difícil antes de ser reconocido como rey en Hebrón. Su primer éxito público es el asesinato del gigante Goliat, quien está amenazando la seguridad militar de Israel. Cuando el ejército regresa a casa, una multitud de mujeres comienza a cantar, “Saúl ha matado a sus miles, y David a sus diez miles” (1S 18:7), lo que enfurece a Saúl (1S 18:8). En vez de reconocer que tanto él como la nación se pueden beneficiar de las capacidades de David, lo ve como una amenaza y decide eliminarlo lo antes posible (1S 18:9-13). Por tanto, comienza una rivalidad que eventualmente obliga a David a huir para escapar de Saúl y salvar su vida. Él pasa diez años en el desierto de Judá y se encarga de liderar un grupo de forajidos.

Cuando tuvo la oportunidad de asesinar al rey Saúl, David se rehúsa sabiendo que no le correspondía a él tomar el trono, sino que es Dios el que lo otorga. Como lo dice el Salmo, “sino que Dios es el juez; a uno humilla y a otro ensalza” (Sal 75:7). David respeta la autoridad que Dios le dio a Saúl incluso cuando Saúl actúa de formas deshonrosas. En la actualidad, esta es una lección para aquellos que trabajan con jefes difíciles o que están esperando ser reconocidos por su liderazgo. Aunque sintamos que somos llamados por Dios a una tarea o una posición en particular, no estamos autorizados para tomar el poder obrando en contra de las autoridades existentes. Si todo el que piense que Dios lo llama a ser jefe, tratara de acelerar el proceso tomando el poder por sí mismo, todas las sucesiones de autoridad serían peor que caóticas. Dios es paciente y nosotros también debemos ser pacientes, como lo fue David.

¿Podemos confiar en que Dios nos dará la autoridad que necesitamos a Su tiempo para trabajar en lo que Él quiere que hagamos? Tener más autoridad en el lugar de trabajo es útil para hacer que el trabajo necesario se lleve a cabo. Sin embargo, tomar la autoridad prematuramente presionando para que un jefe se retire o sacando del camino a un colega no construye confianza con los compañeros de trabajo ni demuestra confianza en Dios. A veces puede ser frustrante cuando parece que la autoridad necesaria tarda demasiado en llegar, pero la verdadera autoridad no se puede tomar, solo se puede conceder. David estaba dispuesto a esperar hasta que Dios le entregara esa autoridad en sus manos.

Abigail disipa la crisis entre David y Nabal (1 Samuel 25)

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Mientras el poder de David aumenta, surge un conflicto con un propietario de tierras rico llamado Nabal. Casualmente, la banda de rebeldes de David que están en contra del gobierno de Saúl, ha estado acampando en el área de Nabal por un tiempo. Los hombres de David han tratado a los pastores de Nabal con amabilidad, protegiéndolos del peligro o al menos, no robándoles nada (1S 25:15-16). Gracias a esto, David asume que Nabal le debe algo y envía una delegación para pedirle que done algunos corderos para una fiesta del ejército de David. David le ordena a su delegación que sean muy amables con Nabal, quizá al darse cuenta de la debilidad de su pretensión.

Nabal se rehúsa a darle a David algo para la fiesta y también lo insulta públicamente, niega conocerlo y ataca su integridad diciendo que está en rebeldía contra Saúl (1S 25:10). Los propios sirvientes de Nabal describen a su señor como “un hombre tan indigno que nadie puede hablarle”. David inmediatamente se pone en marcha con cuatrocientos hombres armados para asesinar a Nabal y a todos los hombres de su casa.

Repentinamente, David está a punto de cometer un asesinato masivo mientras a Nabal le importa más su orgullo que sus trabajadores y su familia. Estos dos hombres arrogantes son incapaces de resolver una disputa relacionada con ovejas sin derramar la sangre de cientos de personas inocentes. Gracias a Dios, la sabia esposa de Nabal, Abigail, interviene en la contienda. Rápidamente prepara un banquete para David y sus hombres, luego sale para encontrarse con David y darle una disculpa que establece un nuevo estándar de cortesía en el Antiguo Testamento (1S 25:26-31). Sin embargo, entre las palabras corteses, ella expresa algunas verdades fuertes que David necesita escuchar. Él está a punto de derramar sangre sin causa, por la cual tendría que cargar con una culpa de la que nunca podría escapar. David se conmueve con sus palabras y abandona su plan de asesinar a Nabal y a todos sus hombres y niños, e incluso le agradece a Abigail por impedirle realizar su plan insensato.

“Bendito sea tu razonamiento, y bendita seas tú, que me has impedido hoy derramar sangre y vengarme por mi propia mano. Sin embargo, vive el Señor, Dios de Israel, que me ha impedido hacerte mal, que si tú no hubieras venido pronto a encontrarme, ciertamente, para la luz del alba, no le hubiera quedado a Nabal ni un varón”. (1S 25:33-34)

El incidente demuestra que las personas deben pedirles a sus líderes que rindan cuentas, aunque esto pueda constituir un gran riesgo personal. Usted no tiene que estar en una posición de autoridad para ser llamado a ejercer influencia, pero necesita valentía, la cual puede recibir de Dios en cualquier momento afortunadamente.

La intervención de Abigail también demuestra que mostrar respeto, incluso al dar una fuerte crítica, proporciona un modelo para confrontar la autoridad. Nabal convirtió una disputa insignificante en una situación fatal al adornar un conflicto pequeño con un insulto personal. Abigail resuelve una crisis de amenaza mortal al dar una amonestación importante adornada en un diálogo respetuoso.

¿En qué maneras nos puede llamar Dios a ejercer influencia para que las personas que están en posiciones altas de autoridad rindan cuentas? ¿Cómo podemos cultivar una actitud piadosa de respeto acompañada de un compromiso inquebrantable de decir la verdad? ¿Cuánta valentía se requiere de parte de Dios para poder hacerlo?