Dios demanda que se provean oportunidades para que las personas pobres trabajen de forma productiva (Rut 2:17–23)

Comentario Bíblico / Producido por el Proyecto de la Teología del trabajo

La forma más importante en la que Dios destruye los obstáculos para nuestra productividad es por medio de las acciones de otras personas. En el libro de Rut lo vemos tanto en la ley de Dios en sociedad como en la forma en que guía a las personas de manera individual.

La ley de Dios exige que las personas con recursos provean oportunidades económicas para los pobres

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La trama del libro de Rut se centra en la acción de espigar, la cual era uno de los elementos más importantes de la ley para la protección de las personas pobres y vulnerables. Los requerimientos se establecen en Levítico, Deuteronomio y Éxodo:
Cuando siegues la mies de tu tierra, no segarás hasta los últimos rincones de tu campo, ni espigarás el sobrante de tu mies. Tampoco rebuscarás tu viña, ni recogerás el fruto caído de tu viña; lo dejarás para el pobre y para el forastero. Yo soy el Señor vuestro Dios. (Lv 19:9–10, repetido en parte en Lv 23:22; ver Levítico 19:9–10 en “Levítico y el trabajo”, en www.teologiadeltrabajo.org).

Cuando siegues tu mies en tu campo y olvides alguna gavilla en el campo, no regresarás a recogerla; será para el forastero, para el huérfano y para la viuda, para que el Señor tu Dios te bendiga en toda obra de tus manos. Cuando sacudas tus olivos, no recorrerás las ramas que hayas dejado tras de ti, serán para el forastero, para el huérfano y para la viuda. Cuando vendimies tu viña, no la repasarás; será para el forastero, para el huérfano y para la viuda. Recordarás que tú fuiste esclavo en la tierra de Egipto; por tanto, yo te mando que hagas esto. (Dt 24:19–22)
Seis años sembrarás tu tierra y recogerás su producto; pero el séptimo año la dejarás descansar, sin cultivar, para que coman los pobres de tu pueblo, y de lo que ellos dejen, coman las bestias del campo. Lo mismo harás con tu viña y con tu olivar. (Éx 23:10–11; ver Éxodo 22:21–27 y 23:10–11 en “Éxodo y el trabajo” en www.teologiadeltrabajo.org).

La base de la ley es el propósito de que todas las personas tengan acceso a los medios de producción necesarios para sustentarse a sí mismos y a sus familias. En general, todas las familias (excepto las de la tribu sacerdotal de los levitas, que se sustentaban con diezmos y ofrendas) debían tener una parcela de tierra a perpetuidad, la cual nunca perderían (Nm 27:5–11; 36:5–10; Dt 19:14; 27:17; Lv 25). Por lo tanto, todos en Israel tendrían los medios para cultivar su alimento. Sin embargo, era poco común que los extranjeros, las viudas y los huérfanos heredaran tierras y por esta razón eran vulnerables a la pobreza y el abuso. La ley de espigar les daba la oportunidad de proveer para sí mismos cosechando el grano y el producto en los rincones de los campos, el que no había madurado o se había pasado por alto durante la cosecha inicial y todo el que creciera en los campos que estaban en descanso por un año. Todos los propietarios de tierras debían proveer el acceso para espigar de forma gratuita.

Estos pasajes señalan tres fundamentos de las leyes de espigar. La generosidad hacia los pobres (1) era un prerrequisito para que Dios bendijera el trabajo de las personas (Dt 24:19), (2) debía ser motivada por el recuerdo de la experiencia de Israel bajo los esclavistas crueles y abusivos en Egipto (Dt 24:22a) y (3) es un tema de obediencia a la voluntad de Dios (Dt 24:22b). Estas tres motivaciones son evidentes en los actos de Booz cuando (1) bendijo a Rut, (2) recordó la gracia de Dios para Israel y (3) la elogió por ponerse a sí misma en las manos de Dios (Rut 2:12). Aunque no es claro qué tanto se hacían cumplir las leyes de la tierra y la cosecha en el antiguo pueblo de Israel, Booz las cumplió de una forma ejemplar.

Cuando se ponían en práctica, las leyes de espigar proporcionaban una red de apoyo excepcional para las personas pobres y marginadas. Ya hemos visto que la intención de Dios es que las personas reciban Su bendición de la productividad por medio del trabajo. Esto era exactamente lo que hacía el espigar, que proporcionaba una oportunidad de trabajo productivo para aquellos que de otra manera hubieran tenido que depender de la mendicidad, esclavitud, prostitución u otras formas de degradación. Los que espigaban conservaban las habilidades, la autoestima, la condición física y los hábitos de trabajo que los ayudarían a ser productivos en la actividad agrícola común en caso de que surgiera la posibilidad del matrimonio, la adopción o que pudieran regresar a su país de origen. Los dueños de las tierras proporcionaban oportunidades pero no tenían la posibilidad de explotar a las personas. No era un trabajo forzado. El beneficio estaba disponible localmente, en todas partes en la nación, sin la necesidad de una burocracia molesta y propensa a la corrupción. Sin embargo, sí dependía de la formación del carácter de cada propietario que cumpliera la ley de espigar y no debemos romantizar las circunstancias que enfrentaban las personas pobres en el antiguo pueblo de Israel.

En el caso de Booz, Rut y Noemí, las leyes de espigar funcionaban como se habían diseñado. Si no fuera por la posibilidad de espigar, Booz habría enfrentado dos alternativas al enterarse de la pobreza de Rut y Noemí. Él pudo haberlas dejado morir de hambre o pudo hacerles llegar a la puerta de su casa el alimento ya preparado (pan). El primero es inaceptable, pero el segundo, aunque hubiera aliviado su hambre, las habría hecho mucho más dependientes de Booz. Sin embargo, debido a la oportunidad de espigar, Rut no solo pudo trabajar para cultivar, sino que también pudo usar el grano para hacer pan por medio de su propio esfuerzo. El proceso preservaba su dignidad, hacía uso de sus talentos y habilidades, las liberaba a ella y a Noemí de la dependencia a largo plazo y las hacía menos vulnerables a la explotación.

En los debates teológicos, sociales y políticos actuales acerca de la pobreza y las reacciones a la misma por parte del sector público y privado, vale la pena tener presentes y debatir con firmeza estos aspectos de la actividad de espigar. Los cristianos están en desacuerdo unos con otros en cuanto a preguntas como las responsabilidades sociales frente a las individuales, los medios privados frente a los públicos y la distribución de las ganancias. Es improbable que la reflexión cuidadosa en el libro de Rut resuelva estos desacuerdos, pero tal vez puede resaltar metas e intereses comunes. Puede que la sociedad moderna no se ajuste a la actividad de espigar en el sentido literal agrícola pero, ¿se pueden incorporar estos elementos en las formas en las que las sociedades cuidan a la población pobre y vulnerable hoy en día? Particularmente, ¿cómo podemos proporcionar oportunidades para que las personas tengan acceso a medios de trabajo productivo en vez de verse asfixiadas por la dependencia o la explotación?

Dios guía individuos a que provean oportunidades económicas para los pobres y vulnerables (Rut 2:17–23)

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Booz fue mucho más allá de lo que la ley requería respecto a la provisión para los pobres y vulnerables. Las leyes de espigar apenas les exigían a los propietarios de tierras que dejaran algo de su producto en los campos para que lo recogieran los extranjeros, huérfanos y viudas. Por lo general, esto significaba que los pobres y vulnerables tenían un trabajo difícil, peligroso e incómodo, como era cosechar el grano en los rincones de los campos o en lo más alto de los olivos. El producto que obtenían de esta manera usualmente era de menor calidad, como las uvas y olivas que habían caído al suelo o que no habían madurado completamente. Sin embargo, Booz les ordena a sus trabajadores que sean generosos de forma activa. Debían tomar el grano de primera calidad de los tallos que habían cortado y dejarlo allí para que Rut solo tuviera que recogerlo. El interés de Booz no era cumplir de la forma más mínima una norma, sino proveer genuinamente para Rut y su familia.

Además, él insistió en que ella espigara en sus campos (por supuesto, permitiendo que ella y Noemí se quedaran con lo que cosechaba) y la hizo una de sus trabajadores. No solamente le dio acceso a su campo, sino que la convirtió en parte del grupo que había contratado, incluso al punto de asegurarse que ella recibiera una parte equitativa de la cosecha (Rut 2:16).

En un mundo en el que cada nación, cada sociedad, tiene personas desempleadas o subempleadas que necesitan oportunidades de trabajo, ¿cómo podemos los cristianos imitar a Booz? ¿Cómo podemos animar a las personas a usar sus habilidades y talentos dados por Dios para crear bienes y servicios que les den un empleo productivo a los demás? ¿Cómo podemos moldear la formación del carácter de las personas que son dueñas y administran los recursos de la sociedad para que de forma ávida y creativa provean oportunidades para los pobres y marginados?

¿Cómo aplican estas preguntas para nosotros? ¿Cada uno de nosotros es una persona con recursos, incluso si no somos ricos como Booz? ¿Las personas de la clase media tienen la posibilidad y la responsabilidad de proveer oportunidades para los pobres? ¿Lo pueden hacer los que son pobres? ¿A qué nos podría guiar Dios para que traigamos Sus bendiciones de productividad a otros trabajadores y trabajadores en potencia?